(*) Por Cecilia Gómez Miliani
Los jardines botánicos de Venezuela son ricos en biodiversidad, ya que albergan una amplia variedad de especies vegetales algunas de ellas únicas en el mundo. Sin embargo, a pesar de su invaluable riqueza natural, se encuentran bajo amenaza constante y una vez más, están en la mira.
Los jardines botánicos son espacios diseñados para cumplir la función fundamental de salvaguardar las especies vegetales de una región en forma de colecciones de plantas, lo que se denomina conservación ex situ, esto es fuera de sus ambientes naturales. También pueden preservar internamente espacios inalteradosdonde las plantas continúan con su desarrollo y evolución, contribuyendo así a la conservación in situ, esto es en su lugar de origen.
A la función de conservación deben sumarse las actividades de investigación, educación y recreación que buscan acercar el mundo vegetal a la gente. Estas cuatro funciones deben ejercerse equilibradamente, manteniendo como eje central a las plantas.
Además de preservar el patrimonio natural vegetal, los jardines botánicos son espacios dentro de nuestras ciudades que conectan a los ciudadanos con la naturaleza. Probablemente representan una de las únicas oportunidades para los habitantes urbanos de visitar una zona natural o seminatural situada en su región.
Según el último registro oficial llevado a cabo por la Red Nacional de Jardines Botánicos de Venezuela, constituida en 2005, en el territorio nacional existen 16 jardines botánicos ubicados en diversas regiones del país. Algunas de estas organizaciones están plenamente establecidas y otras están en desarrollo o en proyecto.
Aunque han pasado casi 20 años de ese estudio, distintos especialistas aseguran que, actualmente, la mayoría de los jardines botánicos en Venezuela están luchando por mantener sus colecciones de plantas e infraestructuras de apoyo. El contexto actual que vive el país, que no establece como prioritarias las labores de conservación de la biodiversidad, la falta de presupuesto o la presión para destinar sus espacios a otras actividades más “atractivas”, han hecho difícil que los jardines botánicos venezolanos sigan cumpliendo con sus funciones.
Las colecciones de plantas han sido atacadas por plagas, malezas e incendios, y, en algunos casos reportados recientemente, las áreas naturales internas han sido arrasadas por maquinaria pesada lo que ha causado pérdidas irreparables en el corto plazo. En algunos de ellos la infraestructura de apoyo está desmantelada y solo unos pocos profesionales mantienen la mística de conservar, a duras penas, el patrimonio vegetal que durante años se mantuvo dentro de estos espacios.
En este sentido es importante destacar que la consolidación de las colecciones de plantas, que son el eje primordial de un jardín botánico, puede llevarse más de ocho años; su desaparición por decisiones desacertadas es cuestión de meses.
Los esfuerzos emprendidos por los jardines botánicos hacia la conservación de las especies de plantas implican un compromiso y un trabajo a largo plazo, por lo que la continuidad de su labor debe ser considerada prioritaria. Los aportes a la seguridad alimentaria, a la protección que brindan al acervo natural y al patrimonio vegetal del país son elementos determinantes para considerar a los jardines botánicos como espacios de interés nacional.
Los ciudadanos somos la voz de la conciencia colectiva: debemos conocer, valorar y defender a nuestros jardines botánicos. A su vez, las instituciones públicas deben ser garantes de su integridad por la importante función que cumplen, asegurando su sostenibilidad a largo plazo.
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(*) Ingeniero de los Recursos Naturales Renovables, Magister en Gerencia Ambiental, Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales. Especialista en Jardines Botánicos. Directora de Vitalis Academy
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