Museo de Entomología: Refugio de Biodiversidad. El Santuario de los Insectos.

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jardin botánico

Jardines botánicos de Venezuela en la mira

(*) Por Cecilia Gómez Miliani

Los jardines botánicos de Venezuela son ricos en biodiversidad, ya que albergan una amplia variedad de especies vegetales algunas de ellas únicas en el mundo. Sin embargo, a pesar de su invaluable riqueza natural, se encuentran bajo amenaza constante y una vez más, están en la mira.

Los jardines botánicos son espacios diseñados para cumplir la función fundamental de salvaguardar las especies vegetales de una región en forma de colecciones de plantas, lo que se denomina conservación ex situ, esto es fuera de sus ambientes naturales. También pueden preservar internamente espacios inalteradosdonde las plantas continúan con su desarrollo y evolución, contribuyendo así a la conservación in situ, esto es en su lugar de origen.

A la función de conservación deben sumarse las actividades de investigación, educación y recreación que buscan acercar el mundo vegetal a la gente. Estas cuatro funciones deben ejercerse equilibradamente, manteniendo como eje central a las plantas.

Además de preservar el patrimonio natural vegetal, los jardines botánicos son espacios dentro de nuestras ciudades que conectan a los ciudadanos con la naturaleza. Probablemente representan una de las únicas oportunidades para los habitantes urbanos de visitar una zona natural o seminatural situada en su región.

Según el último registro oficial llevado a cabo por la Red Nacional de Jardines Botánicos de Venezuela, constituida en 2005, en el territorio nacional existen 16 jardines botánicos ubicados en diversas regiones del país. Algunas de estas organizaciones están plenamente establecidas y otras están en desarrollo o en proyecto.

Aunque han pasado casi 20 años de ese estudio, distintos especialistas aseguran que, actualmente, la mayoría de los jardines botánicos en Venezuela están luchando por mantener sus colecciones de plantas e infraestructuras de apoyo. El contexto actual que vive el país, que no establece como prioritarias las labores de conservación de la biodiversidad, la falta de presupuesto o la presión para destinar sus espacios a otras actividades más “atractivas”, han hecho difícil que los jardines botánicos venezolanos sigan cumpliendo con sus funciones.

Las colecciones de plantas han sido atacadas por plagas, malezas e incendios, y, en algunos casos reportados recientemente, las áreas naturales internas han sido arrasadas por maquinaria pesada lo que ha causado pérdidas irreparables en el corto plazo. En algunos de ellos la infraestructura de apoyo está desmantelada y solo unos pocos profesionales mantienen la mística de conservar, a duras penas, el patrimonio vegetal que durante años se mantuvo dentro de estos espacios.

En este sentido es importante destacar que la consolidación de las colecciones de plantas, que son el eje primordial de un jardín botánico, puede llevarse más de ocho años; su desaparición por decisiones desacertadas es cuestión de meses.

Los esfuerzos emprendidos por los jardines botánicos hacia la conservación de las especies de plantas implican un compromiso y un trabajo a largo plazo, por lo que la continuidad de su labor debe ser considerada prioritaria. Los aportes a la seguridad alimentaria, a la protección que brindan al acervo natural y al patrimonio vegetal del país son elementos determinantes para considerar a los jardines botánicos como espacios de interés nacional.

Los ciudadanos somos la voz de la conciencia colectiva: debemos conocer, valorar y defender a nuestros jardines botánicos. A su vez, las instituciones públicas deben ser garantes de su integridad por la importante función que cumplen, asegurando su sostenibilidad a largo plazo.

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(*) Ingeniero de los Recursos Naturales Renovables, Magister en Gerencia Ambiental, Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales. Especialista en Jardines Botánicos. Directora de Vitalis Academy

Beautiful architecture building flower dome garden and greenhous

Jardines botánicos: más allá de lugares para la ciencia y la conservación

(*) Por Cecilia Gómez Miliani

Cada segundo viernes del mes de octubre se celebra el Día Mundial de los Jardines Botánicos. Es un día dedicado a recordar la importancia y valor que tienen estas organizaciones no solo para la conservación e investigación sobre las especies de la flora local sino también para acercar ese conocimiento a la gente.

Los jardines botánicos ofrecen oportunidades únicas para informar y educar a un público muy variado. Se estima que los jardines botánicos y arboretos del mundo  reciben aproximadamente 150 millones  de visitantes al año, lo que destaca la importancia de su existencia en las ciudades. Estos espacios a veces serán los lugares que los ciudadanos tendrán más cerca para poderse adentrar en un espacio seminatural. De allí su valor dentro de las ciudades.

La diferencia fundamental entre los jardines botánicos y otras áreas verdes urbanas radica en sus colecciones de plantas. Las plazas y parques urbanos contienen especies de plantas organizadas en forma estética o arquitectónica. Para los jardines botánicos lo importante es mantener exhibiciones de colecciones de plantas vivas con acceso al público, agrupadas siguiendo un criterio que facilite no solo su estudio sino también que muestre a los visitantes elementos que despierten interés. Estas colecciones deben estar debidamente registradas de manera que se permita hacer un seguimiento al comportamiento de las especies fuera de su hábitat natural. Los registros de plantas junto con los herbarios son la fuente principal de las investigaciones dentro de los jardines botánicos.

Los cuatro propósitos fundamentales que tienen estas organizaciones y que deben llevarse a cabo en forma conjunta para que sus resultados sean realmente efectivos son:

  • Conservación de las especies de plantas de una región, especialmente las que tienen algún grado de amenaza, las endémicas o las de interés económico.
  • Investigación sobre esas plantas en cuanto a usos, distribución, grado de conservación.
  • Educación, a todos los niveles, en todas sus formas y dirigida a todos los públicos.
  • Recreación, como lugares para el esparcimiento, el relax y la contemplación.

La información generada por las actividades de conservación y manejo de especies debe ser conocida tanto por los visitantes como por la comunidad donde se encuentra el jardín botánico. Por otra parte, el potencial educativo de las colecciones de plantas es infinito, razón por la cuál incorporar las visitas a los jardines botánicos locales es una experiencia que no debe ser dejada de lado.

Potenciar el interés de las personas por la vida vegetal y despertar el deseo de colaborar con las acciones que se emprendan dentro de los jardines botánicos serán parte importante de su gestión. Este es uno de los retos fundamentales de los jardines botánicos hoy.

Si quieres comprender la importancia de los jardines botánicos como espacios naturales urbanos útiles para establecer una conexión entre los ciudadanos y el ambiente te invitamos a inscribirte en nuestro curso “Jardines botánicos y ciudadanía ¿cómo involucrarnos?” escribiendo un correo a cursosvirtuales@vitalis.net

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(*) Ingeniero de los Recursos Naturales Renovables, Magister en Gerencia Ambiental y Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales. Líder Global de Contenidos Digitales y Directora del Campus Virtual de Vitalis. Contacto: https://www.linkedin.com/in/cecilia-g%C3%B3mez-miliani-4311644a/

Arbol 2

Ciudades sin arboles: la mutilación verde

(*) Por Cecilia Gómez Miliani

Los árboles son una de las formas más antiguas y fundamentales de vida en nuestro planeta. Han existido por millones de años y han sido una parte importante de los ecosistemas terrestres. Incorporados como parte del paisaje urbano, conforman las denominadas áreas verdes, las cuales son esenciales para la calidad de vida de los ciudadanos.

Existe una amplia gama de beneficios ecológicos, sociales y económicos que brindan los árboles dentro de las ciudades:

  • Son esenciales para la salud y el bienestar de las personas, existiendo estudios que han demostrado que los espacios con árboles pueden reducir el estrés, mejorar la salud mental y fomentar la actividad física.
  • Pueden aumentar el valor de las propiedades cercanas y atraer a turistas y visitantes.
  • Proporcionan hábitat y alimento para muchas otras especies, lo que aumenta la biodiversidad urbana.
  • Pueden ayudar a mitigar los efectos del cambio climático al absorber el dióxido de carbono y otros contaminantes del aire.
  • Contribuyen a regular la temperatura al proporcionar sombra y aumentar los niveles de humedad del aire.

A pesar de todos estos beneficios, en los últimos años la poda severa y la mutilación de árboles se han convertido en prácticas comunes dentro de nuestras ciudades. Estas acciones pueden dañar seriamente a las especies y también al ecosistema urbano.

La poda incorrecta puede afectar la salud del árbol y su capacidad para crecer y desarrollarse adecuadamente. La mutilación, que implica la eliminación de grandes cantidades de ramas o del tronco del árbol, puede debilitarlo y hacerlo más susceptible a enfermedades y plagas, lo que a la larga acarrearía problemas adicionales pues pueden hacerse más propensos a caerse y causar daños a las propiedades aledañas o provocar lesiones a las personas.

Hacer que la sociedad comprenda la importancia de la conservación de los árboles, y evite su mutilación o poda severa es una tarea fundamental en nuestros días. Para ello la educación, concienciación y sensibilización son la clave.

En este sentido, las comunidades pueden trabajar juntas para identificar los árboles más importantes dentro de sus áreas de influencia y crear un plan de conservación para protegerlos. Los gobiernos pueden establecer regulaciones y políticas que limiten la mutilación de los árboles y promuevan su poda adecuada. Las empresas de mantenimiento del cableado aéreo de electricidad, telefonía y otros servicios, deben entrenar a su personal para que puedan hacer un trabajo que no afecte a los árboles.

De esta manera autoridades, empresas y sociedad en general tomarán parte de las acciones y medidas para proteger el arbolado urbano y promoverán su gestión sostenible. Esto es esencial para garantizar su supervivencia y preservar así su papel fundamental para la biodiversidad urbana, garantizando que puedan seguir siendo una parte importante de las ciudades del futuro y de nuestro patrimonio natural.

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(*) Ingeniero de los Recursos Naturales Renovables, Magister en Gerencia Ambiental y Doctora en Economía y Administración de Empresas. Directora del Campus Virtual de Vitalis. Correo electrónico: cgomez@vitalis.net

Beautiful and endangered american jaguar in the nature habitat.

Pérdida de la Biodiversidad en Suramérica y sus implicaciones

(*) Zoila Rosa Martínez González

En términos muy generales y sencillos, la biodiversidad es la variedad de la vida. Este concepto incluye varios niveles de la organización biológica que van desde la diversidad de especies de plantas, animales, hongos y microorganismos que viven en un espacio determinado, hasta su variabilidad genética, considerando también los ecosistemas de los cuales forman parte y las regiones en donde se ubican los ecosistemas. También incluye los procesos ecológicos y evolutivos que se dan en todos estos niveles de organización dentro de la naturaleza.

En el caso de Suramérica, la biodiversidad es uno de sus principales patrimonios naturales que contiene esta región. De los 17 países megadiversos del Mundo, 5 están en Suramérica: Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Esta región alberga una enorme variedad de especies y ecosistemas únicos en el mundo. Sin embargo, su pérdida es una de las principales preocupaciones de la comunidad científica y de la sociedad en general, ya que sus implicaciones económicas y ecológicas pueden ser muy graves.

Las demandas asociadas a satisfacer necesidades y mejorar calidad de vida de la población son las principales responsables de la pérdida de la biodiversidad en América del Sur. Actividades como la deforestación, la expansión de la agricultura y la ganadería, la minería y la urbanización, afectan directamente a los ecosistemas; a esto se suma la caza furtiva, el comercio de especies y los incendios forestales.

Especial atención hay que prestar a los efectos del cambio climático sobre la diversidad de especies de esta zona. Se estima que entre el 25 y el 50% de ellas son endémicas, esto quiere decir que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo, por lo que la posibilidad de adaptarse a modificaciones de su entorno es muy estrecha.

El uso de muchas de las especies presentes en esta región es fuente de ingresos para las poblaciones locales. Sin embargo, la explotación más allá de su capacidad de regeneración, entendida como la posibilidad de que las especies se recuperen naturalmente, provoca su pérdida, pudiendo llevarlas a la extinción. Esta situación, a la larga, se revierte contra la calidad de vida de las personas, ya que puede afectar la satisfacción de sus necesidades actuales y limitar el desarrollo de futuros usos, aún no descubiertos, en campos como la medicina, por ejemplo.

Finalmente, cabe señalar que todas las especies son esenciales para mantener el equilibrio ecológico dentro de los ecosistemas, por lo que la pérdida de cualquiera de ellas, afecta la funcionalidad dentro y entre los ecosistemas. Por ejemplo, el jaguar es uno de los principales depredadores de la cadena alimentaria de esta zona del mundo, por lo que la disminución de sus poblaciones o su desaparición podría afectar a las grupos de otras especies y desequilibrar la armonía natural.

La pérdida de biodiversidad en Suramérica es una de las mayores preocupaciones medioambientales y económicas de esta región. Por ello es necesario tomar medidas urgentes para protegerla en todos sus niveles. Un cambio en el modelo de desarrollo y de consumo de la sociedad, demandaría menos recursos, lo que conjuntamente con la incorporación de prácticas productivas que aseguren la sostenibilidad de los ecosistemas como la conservación de los hábitats naturales, el fomento de prácticas sostenibles en la agricultura y la ganadería, la  lucha contra la caza furtiva y la promoción del turismo sostenible en la región, garantizarían un futuro para la biodiversidad de Suramérica y para las generaciones venideras.

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(*) Bióloga, con más de 30 años de experiencia en el ámbito ambiental nacional e internacional. Actualmente Presidente de GWP Venezuela/AveAgua y Líder Global en Biodiversidad en Vitalis Iberoamérica. E-mail: zrmartinez@vitalis.net

panoramic seascape of tropical fish

En el mar, todos vivimos aguas abajo de alguien más y todos bajo un mismo cielo

(*) Por José Ramón Delgado

El titulo de este artículo es el lema de la Fundación CaribeSur. Es una frase que refleja una característica muy particular
del medio oceánico, la de su fluidez sin fronteras, como todo medio acuático y que nos recuerda que todo esta conectado y que nosotros, los seres humanos estamos inmersos en ese todo.

Desde la primera gran conferencia ambiental, la Primera Cumbre de la Tierra de 1972, también conocida como Conferencia de Estocolmo, cada 10 años se han sucedido Conferencias Mundiales o Cumbres de la Tierra, reuniones multilaterales en el marco de la Organización de las Naciones Unidas – ONU, donde los gobiernos del mundo, revisan los compromisos acordados en la reunión anterior y actualizan los criterios conforme a los avances de la ciencia y la evolución de la consciencia humana. Una consciencia que ha tardado dos generaciones para alcanzar el punto en que estamos hoy.

En el año 2015 los Estados miembros de la ONU aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas y el planeta en el cual se introdujeron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
La Agenda 2030 es una continuación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio 2000-2015, los cuales fueron en su momento la primera aproximación internacional para afrontar problemas globales como la erradicación de la pobreza extrema y el hambre o la mejora en el acceso a la educación. Aunque las metas no se cumplieron totalmente, sí
favorecieron importantes avances que, se extendieron a través de la Agenda 2030 y sus respectivos ODS.

Los 17 ODS están integrados, reconociendo que la acción en un área afectará los resultados en otras áreas y que el desarrollo debe equilibrar la sostenibilidad social, económica y ambiental. La creatividad, el conocimiento, la tecnología y los recursos financieros de toda la sociedad son necesarios para alcanzar los ODS en todos los
contextos. Y aunque algunos indicadores arrojan cifras alentadoras, la verdad es que la humanidad como grupo se encuentra muy lejos de poder alcanzar una meta tan ambiciosa sin que alguien se quede atrás. Pero tenemos que intentarlo.


El ODS 14, Vida Submarina, busca proteger los ecosistemas marinos y costeros, que se encuentran amenazados debido a la actividad humana, pues la vida submarina se considera clave para un crecimiento inclusivo y sostenible. El océano y los mares están estrechamente relacionados con nuestra supervivencia. Son fuente de alimentos, medicinas,
combustibles y proporcionan importantes servicios ecosistémicos, además de ser vía fundamental para el comercio.

El aumento de las emisiones de carbono de las últimas décadas ha generado, además del incremento del nivel del mar, una acumulación de calor en el océano y un aumento de su acidificación que impacta la biosfera marina, pone en peligro la seguridad alimentaria afectando la pesca y la acuicultura. La contaminación, la destrucción del hábitat y la
sobreexplotación de los recursos oceánicos contribuyen también a agravar la disponibilidad de los recursos marinos y costeros.

El ODS 14 busca conservar y utilizar de forma sostenible el espacio oceánico y los recursos marinos, reduciendo la contaminación marina y la acidificación del océano, poniendo fin a prácticas insostenibles e ilegales de pesca, promoviendo la investigación científica en materia de tecnología marina, fomentando el desarrollo sostenible de los pequeños estados insulares y mejorando la calidad de vida de los pescadores artesanales.

La pandemia ha puesto en evidencia la fragilidad de nuestra sociedad ante amenazas de carácter global y la importancia de escuchar a los científicos, que llevan tiempo advirtiendo de riesgos como el que supone el cambio climático.

Para cumplir el ODS 14 todos debemos participar. Las empresas juegan un rol clave en la reducción de emisiones de carbono y la contaminación, promoviendo prácticas sostenibles y ajustando sus actuaciones para reducir el impacto sobre el océano como consecuencia de las actividades realizadas en tierra firme y de la navegación.
Para garantizar un ambiente marino saludable no solo es necesario que el sector privado continúe innovando e invirtiendo en nuevas soluciones que nos beneficien a todos, también es muy importante la participación de las universidades e instituciones de investigación científica y desarrollo tecnológico. Las inversiones en educación superior e investigación marina deben pasar a tener un papel más preponderante en nuestra sociedad, si es que aspiramos cumplir con el ODS 14.

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(*) Oceanólogo, docente universitario, miembro de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas de la Unión Internacional para Conservación de la Naturaleza-UICN. Coordinador experto en Programas de Conservación de Áreas Marino Costeras. Es miembro fundador y actualmente Director Ejecutivo de la ONG Fundación Caribe Sur. @CaribeSurOrg

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Acuerdo de Escazú: una necesidad inveterada

El Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe, firmado el 4 de marzo de 2018, en Costa Rica, conocido como el “Acuerdo de Escazú”, es el primer instrumento en contener disposiciones específicas sobre defensores ambientales, protección de los bienes naturales tutelados y la participación ciudadana en asuntos públicos, todos relacionados al ambiente con un enfoque en derechos humanos.

Beautiful scenery of Phragmites plants by the sea with a swimming pelican in background at sunset

Nuestro Patrimonio Natural en Peligro de Extinción

(*) Maritza Acuña Herrera

Un país que posee riquezas en suelo, clima y biodiversidad, debería ser considerado un País Patrimonial.

Venezuela, como pocos países y como dice la canción, tiene desierto, selva, nieve y espectaculares costas; cuenta con el humedal más grande de América del Sur, el Lago de Maracaibo; el tercer río más caudaloso de Sudamérica, el Orinoco; la caída de agua más alta del mundo, el Salto Ángel; además de especies vegetales y faunísticas endémicas. Pero su mayor patrimonio es su gente.

Preservar la biodiversidad de nuestro país es fundamental para el bienestar de la humanidad. Con el apoyo de la Convención del Patrimonio Mundial, los sitios naturales más importantes gozan de reconocimiento internacional y de la asistencia técnica y económica para combatir amenazas como la tala indiscriminada para hacer cultivos, la introducción de especies exóticas y la caza furtiva. 

En 1872, las naciones comenzaron a manifestar su interés por la preservación de áreas naturales debido al alto valor que tienen sus riquezas, así como su gran diversidad biológica y escénica. Ese año, en los EEUU, se decreta el primer parque nacional del mundo: el Parque Nacional de Yellowstone, conocido por ser el hogar de los osos grizzly, identificado por el tradicional Oso Yoggy de los comics.

Este hecho sirvió de ejemplo para que los países promovieran la creación de parques nacionales u otras categorías de protección, que resguardaran legalmente extensas áreas singulares de su territorio.

En Latinoamérica, inicia Argentina, en 1922 con el Parque Nacional Nahuel Huapi; Chile, en 1925 establece el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales y Brasil en  1937 crea el Parque Nacional de Itatiaia, en Río de Janeiro. Ese mismo año, en Venezuela  se funda el Parque Nacional Rancho Grande, hoy denominado Henri Pittier.

De los 206 Patrimonios Naturales del Mundo, Venezuela cuenta con 43 Parques Nacionales y  36 monumentos naturales.

Desde hace unos años los ambientalistas han expresado su preocupación por las evidencias de invasiones, tala y explotación minera de las áreas protegidas nacionales. 

La legislación venezolana tiene alrededor de 19 leyes y 21 decretos que tipifican las acciones que pueden, de una u otra manera, tener un impacto en el ambiente. La Constitución Nacional, señala expresamente que “Todas las actividades susceptibles de generar daños a los ecosistemas deben ser previamente acompañadas de estudios de impacto ambiental y socio cultural”, no solo por destruir los suelos y contaminar el agua, sino también por amenazar la biodiversidad. Sin embargo, la mayoría de nuestros parques y monumentos están en peligro, no solo por la minería sino también por invasiones, explotación de sus espacios, destrucción de la capa vegetal y la impunidad de los que comenten delitos ambientales en esos espacios.

El Parque Nacional Canaima, Patrimonio Natural de la Humanidad, declarado por la UNESCO en 1994, está siendo impactado por la minería ilegal, con consecuencias negativas como la pérdida de hábitats de especies animales y vegetales, erosión de los suelos, contaminación de las aguas y deforestación. Sin dejar a un lado los efectos para la salud de las poblaciones indígenas y los mineros ilegales, al entrar en contacto con las sustancias usadas para la extracción de los minerales del suelo.

Recientemente, se evidenciaron derrames petroleros en el Parque Nacional Morrocoy. Un grupo de ecologistas en Falcón aseguran que estas acciones afectaron los pocos arrecifes que existen, así como a la fauna en tierra. Pero no solo ocurre en la zona costera de los estados Falcón y Carabobo, sino también en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo, en el estado Zulia.

Es necesaria y urgente la vigilancia permanente para el resguardo de los Parques Nacionales y Monumentos Naturales del país. Estos son refugios de la biodiversidad nacional y es deber del Estado brindar todas las medidas para su protección. 

Si quieres saber más sobre el tema de patrimonio natural puedes revisar los artículos “Los Paisajes culturales para la memoria” y “Los jardines botánicos y su importancia patrimonial

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(*) PhD en Educación Ambiental. Con 20 años de experiencia docente en enseñanza de las ciencias y su didáctica. ExDirectora del Museo de Ciencias Naturales de Caracas. Colaboradora de Vitalis dentro de la Agenda Educación Ambiental y Ciudadanía. @maritzacuna

Jardines Botánicos - Blog ONG Vitalis

Los Jardines Botánicos y su importancia patrimonial

Por Cecilia Gómez Miliani (*) @cecigomezmi

Las plantas constituyen los cimientos de la vida en la Tierra. Sin ellas no podríamos sobrevivir. De las plantas obtenemos alimentos, fibras para nuestros vestidos, medicinas, materiales de construcción, y también sombra, oxígeno, belleza; además son el hábitat de numerosas especies de fauna. Ellas forman parte de nuestro patrimonio natural, de la herencia de la que somos responsables todos los ciudadanos, que debemos administrar adecuadamente para que pueda ser disfrutada por todas las generaciones, las presentes y las futuras.

Como una situación ideal, todas las plantas deberían ser conservadas en sus ambientes naturales (conservación in situ), a través de sistemas de áreas protegidas como los parques nacionales y monumentos naturales, así como los pulmones boscosos al interior o en el borde de las ciudades. Como complemento a la acción de conservación in situ, representantes de las poblaciones deben ser mantenidas fuera de sus ambientes naturales (conservación ex situ) en los jardines botánicos, arboretos o en bancos genéticos de campo; se pudieran incluir aquí los parques y áreas verdes urbanas.

Haciendo referencia a los jardines botánicos, a estas organizaciones se les han asignado cuatro propósitos fundamentales:

  • Conservación de las especies de plantas de una región, especialmente las que tienen algún grado de amenaza, las endémicas o las de interés económico
  • Investigación sobre esas plantas: usos, fenología, distribución, grado de conservación
  • Educación, a todos los niveles y en todas sus formas, dirigida a todos los públicos.
  • Recreación, como lugares para el esparcimiento, el relax y la contemplación.

Estos deben llevarse a cabo en forma conjunta para que sus resultados sean realmente efectivos.

Se estima que a nivel mundial existan 300.000 especies de plantas, cuya diversidad en cuanto a número de especies diferentes es mayor en las zonas tropicales. Por otra parte, la Organización para la Conservación en Jardines Botánicos (BGCI por sus siglas en inglés) registra en sus bases de datos 3.695 instituciones botánicas (entre jardines botánicos, herbarios, arboretos, centros de conservación), distribuidas a lo largo del mundo, y dedicadas, con mayores o menores recursos financieros y de capital humano, a cumplir con las labores que le son inherentes.

Los jardines botánicos sirven, en su función más importante,  para custodiar nuestro patrimonio natural vegetal. Pero por otra parte, son espacios dentro de nuestras ciudades que conectan a los ciudadanos con la naturaleza. Tal vez pueden representar una de las únicas oportunidades para los habitantes urbanos de visitar una zona natural o seminatural situada en su región.

Por otra parte son numerosos los jardines botánicos, que en su condición de espacios construidos, también constituyen bienes materiales catalogados como patrimonio cultural urbano, en razón, tanto de su diseño paisajístico, como de sus componentes arquitectónicos y funcionales. Estas condiciones justifican su apreciación y gestión como áreas de referencia y significado invalorables para la memoria colectiva.

Estos tres aspectos resumen su importancia patrimonial.

Para saber más sobre los jardines botánicos puedes leer el artículo “Jardines Botánicos y Biodiversidad” o pedir información sobre nuestro curso en línea a info@vitalis.net

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(*) Ingeniero de los Recursos Naturales Renovables, Magister en Gerencia Ambiental y Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales. Docente Jubilada de la Universidad Ezequiel Zamora (Barinas, Venezuela). Líder Global de Contenidos Digitales y Directora del Campus Virtual de Vitalis – cgomez@vitalis.net

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