Educación ambiental 2.0 en América Latina

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Educación ambiental con perspectiva de género: sembrar igualdad para cosechar sostenibilidad

(*) Por Cecilia Gómez Miliani

En un mundo marcado por crisis ecológicas y desigualdades estructurales, la educación ambiental emerge como una herramienta poderosa para transformar conciencias, prácticas y sistemas. Sin embargo, no basta con enseñar a cuidar el planeta: también debemos cuestionar los roles tradicionales de género, visibilizar las brechas y construir liderazgos inclusivos en el camino hacia un futuro sostenible.

El cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la escasez de agua no afectan a todas las personas por igual. Según ONU Mujeres, el 80% de las personas desplazadas por el cambio climático son mujeres y niñas. Esta cifra refleja una realidad profunda: los impactos ambientales amplifican las desigualdades preexistentes y golpean con mayor fuerza a quienes tienen menor acceso a recursos, toma de decisiones y protección legal.

Entre algunos datos que nos invitan a actuar podemos destacar:

  • Solo el 33% de los puestos de toma de decisión ambiental están ocupados por mujeres a nivel global (PNUMA, 2023).
  • En América Latina, el 77% del trabajo de recolección de agua en zonas rurales recae sobre mujeres y niñas (UNICEF, 2022).
  • Las mujeres representan menos del 30% de quienes trabajan en energías renovables, uno de los sectores clave para la transición ecológica (IRENA, 2023).

Frente a esta realidad, la educación ambiental con perspectiva de género no es un complemento opcional; es un componente esencial para que la sostenibilidad sea justa y efectiva.

La educación ambiental tradicional ha estado enfocada en buenas prácticas individuales: reducir residuos, reciclar, conservar el agua. Pero una educación ambiental transformadora va más allá. Integra enfoques críticos que permiten:

  • Cuestionar los estereotipos de género que asignan a las mujeres tareas de cuidado ambiental “por naturaleza”.
  • Promover nuevas masculinidades responsables, empáticas y comprometidas con el cuidado del entorno.
  • Visibilizar el rol de las mujeres como líderes ambientales, científicas, agricultoras, defensoras de territorios y tomadoras de decisiones.

Un estudio del PNUD (2022) sobre género y cambio climático en América Latina señala que “las mujeres tienen menos acceso a recursos productivos, pero suelen adoptar prácticas más sostenibles y están más dispuestas a participar en iniciativas comunitarias ambientales si se les brinda apoyo”.

De hecho, la historia ambiental está llena de mujeres que han marcado la diferencia: Desde Wangari Maathai, Nobel de la Paz y fundadora del Movimiento Cinturón Verde en Kenia, hasta Berta Cáceres, defensora indígena hondureña asesinada por proteger el río Gualcarque. Hoy, miles de jóvenes como Greta Thunberg o la ecuatoriana Nina Gualinga siguen alzando la voz por una justicia climática que también es de género.

Incorporar esta perspectiva implica revisar contenidos, metodologías y formas de enseñanza. Algunas claves incluyen:

  • Diseñar materiales educativos inclusivos que incluyan la representación de la diversidad de género, contextos y roles en la sostenibilidad.
  • Fomentar el liderazgo de niñas y jóvenes en temas ambientales desde la escuela.
  • Capacitar a docentes en enfoques de género y sostenibilidad, rompiendo con sesgos inconscientes.
  • Promover la participación equitativa en proyectos escolares, comunitarios o universitarios ambientales.
  • Cuestionar narrativas tradicionales que refuerzan el binarismo de roles y proponer modelos de colaboración, corresponsabilidad y justicia.

Para avanzar hacia una educación ambiental transformadora, los Estados y las organizaciones de la sociedad civil deben:

  • Incluir el enfoque de género en los currículos educativos nacionales.
  • Financiar programas que fortalezcan la participación de mujeres en la acción climática.
  • Garantizar entornos seguros para defensoras ambientales.
  • Reconocer los saberes ancestrales y comunitarios de mujeres indígenas, campesinas y afrodescendientes.

La sostenibilidad no se logra solo con paneles solares o reciclaje, se logra cuando reconocemos que no puede haber justicia ambiental sin justicia de género. Integrar esta mirada en la educación es una semilla poderosa para cambiar el mundo desde sus raíces.

Desde Vitalis, creemos que el futuro sostenible será inclusivo, equitativo y liderado por una ciudadanía empoderada, crítica y diversa.

En sintonía con este tema te invitamos a revisar los siguientes artículos:

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(*) Ingeniero de los Recursos Naturales Renovables, Magister en Gerencia Ambiental y Especialista en Diseño de Acciones formativas en Línea. Directora de Vitalis Academy. https://bit.ly/CeciliaGómezLinkedin

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Covid-19. Tiempo de oportunidades para construir un mundo posible

Por Greta Colina (*)

La llegada del coronavirus trajo consigo una crisis vivida de forma distinta por cada uno. Sin embargo, todos transitamos diferentes cambios y transformaciones.

La enfermedad del COVID-19, posiblemente, ha llegado con el fin de hacernos reflexionar sobre nuestro actuar y sobre cómo, hasta la fecha, hemos venido alterando los procesos en los ecosistemas. El comportamiento destructivo de todos los seres humanos ha sido el principal causante de la crisis que hoy padecemos. Nos urge aprender a tener una mejor relación con la naturaleza. 

En este escenario, sería válido preguntarse ¿para qué ha llegado la COVID-19 y qué lectura podemos darle a esta situación que nos ha paralizado?

A la luz de estas inquietudes, y centrándonos en el contexto educativo, la UNESCO advierte que “…las pandemias y los conflictos pueden dejar a generaciones completas traumatizadas, sin educación”.  De allí que la educación recobre mayor significado, y más, cuando nos planteamos nuevos retos para alcanzar los objetivos del desarrollo sostenible (ODS). Estamos ante una crisis que ha tocado todos los procesos generando un impacto negativo sin precedentes en cada país del mundo.

La transformación vivida por la sociedad, manifestada a partir del cierre de las escuelas, generó de manera automática cambios en las rutinas diarias. Solo en abril, 1600 millones de estudiantes a nivel mundial se vieron afectados tras el cierre de las escuelas. La solución inmediata fue la educación a distancia y la escuela en casa pasó a ser lo cotidiano.  No obstante, esta medida dejó por fuera a millones de estudiantes por los costos y el acceso que tiene el Internet en cada país.

Ante esto, la educación está llamada a constituirse en la inversión prioritaria para fomentar una nueva cultura de vida con sociedades que actúen desde la conciencia y la coherencia. Un nuevo paradigma que logre la auténtica inclusión y equidad tal y como se establece en el objetivo número cuatro de los ODS.

Desde esta perspectiva la educación ambiental aborda una nueva premisa: “Aprender del que aprende” situándonos en el papel del otro, del que aprende, generando más empatía y sensibilidad. Que nos permita resolver los retos ambientales y que nos haga entender que somos seres eco-dependientes que estamos vinculados con la naturaleza con todos nuestros sentidos. Que nos prepare para combatir con creatividad e innovación estos desafíos, y que nos enseñe a vivir con menos.

Si bien el virus trajo consigo una crisis de gran magnitud, también nos ha dado la oportunidad para manejarnos a partir de nuestra resiliencia, de conocer, sin saberlo sobre la “ética de los cuidados” que nos impulsa a cuidarnos a nosotros mismos, a nuestro cuerpo y a nuestro espíritu. Saber cuidar el entorno en el que vivimos y el de las personas que queremos. Debemos comprometernos con la acción y mantener presente que los sueños y la imaginación son parte del acto de educar para construir un mundo posible.

¿Te pareció interesante este artículo? Tal vez quieras leer también “Un desafío inesperado del siglo XXI: implicaciones del Covid-19 sobre los ODS“. ¿Quieres saber cómo puedes involucrarte y generar un cambio para tu comunidad, empresa o país? Escríbenos a info@vitalis.net

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(*) Licenciada en Educación Integral mención Ciencias Sociales, con estudios en Investigación de la Educación y Especialización en Gestión Ambiental Empresarial.

LinkedIn: linkedin.com/in/greta-vestalia-colina-hibirma

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Las Tradiciones Populares y La Educación Ambiental: Los Juegos

*Dra. Maritza Acuña (@maritzacuna) 

** Dra. Estela Cuna (@CunaEstela)

Se entiende por tradición aquellos saberes y costumbres, que se preservan en una región y que son transmitidos de generación en generación de manera oral, se plasman en leyendas, cuentos, historias, canciones y juegos.  Una tradición también es una expresión de como los habitantes de cierta región o pueblo ven, conocen, sienten, se apropian y representan su entorno natural y social.

De manera que podemos conocer a nuestros pueblos a través de sus tradiciones y estas a través de sus cuentos, juegos, juguetes, danzas, músicas, indumentaria y comidas. Las tradiciones no son inmutables, van cambiando, van transformándose a través del tiempo.

La UNESCO resalta la importancia de las tradiciones al crear la “Universidad de los Oficios” (Quito-Ecuador, 2004), como una manera de valorar y recatar la inmensa diversidad cultural.

Para la educación Ambiental es muy importante la tradición ya que es una representación de la compleja relación: saberes- ambiente-cultura-sociedad

El Juego y La Educación Ambiental

El juego es una disposición innata en el hombre, una actividad física y mental libre, que tiene su fin en sí mismo, caracterizado por lo espontáneo, lo placentero y que implica la participación de quien juega.

Esto hace que, se constituya en una necesidad vital que contribuye al equilibrio humano, especialmente durante los primeros años de vida. Es un medio de transmitir cultura, valores y tradición.

El juego es de vital importancia en la construcción de saberes y en el caso de los niños la construcción del desenvolvimiento que el niño adquiere para enfrentar las diferentes situaciones de la vida.  Mediante los juegos, los niños y adultos consiguen entrar en contacto con el mundo y tener una serie de experiencias de forma placentera y agradable.

Los juegos tradicionales, permiten desarrollar actitudes de solidaridad e intercambio, así como vivenciar las costumbres de los pueblos. Entre los juegos tradicionales encontramos:

-Los juegos de ronda, donde se incorpora la música, la expresión corporal, la versificación y la memoria. Las reglas son establecidas en la canción que lo acompaña y, por acuerdo de los participantes, se decide cuándo se comienza y cuándo se termina de jugar.

-Los juegos de mesa permiten desarrollar destreza en la negociación y estrategias para jugarlos. Cada uno tiene su particularidad, como el ajedrez, ludo, damas, damas chinas, stop, memoria de animales, flores, plantas, entre otros.

En estos momentos es de vital importancia quedarse en casa y puedes sacarle partido, puedes aprovechar para jugar en familia. Los juegos les permitirán compartir de manera amena, además de reconocer o reaprender los valores y las costumbres que han permeado en tú familia y localidad, como por ejemplo el respeto al medio ambiente local.

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*Dra. Educación Ambiental. Asociado de ONG Vitalis. Coordinadora General de la ACE Pequeños Científicos desde 2001/19. Directora General de Museo de Ciencias Naturales de Caracas.2014/15 Profa. Escuela de Educación de la UCV, 2004/14.

** Dra. en Ciencias Biológicas. Bióloga, con Maestrías en Ciencias del Mar y Limnología y en Educación Ambiental.  Asociada de ONG Vitalis.

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Hablemos sobre Educación Ambiental en espacios culturales

Dra. Maritza Acuña (*) @maritzacuna

Es importante incorporar a los espacios culturales los temas de Ambiente y Educación Ambiental (EA), dado que la problemática ambiental en el mundo convoca a todos los componentes sociales a fijar posición para establecer una mejor relación con el ambiente, y que mejor estrategia que unir a estos espacios en esta loable labor

La UNESCO (2002), señala que la educación juega un importante papel para moldear actitudes, valores y conducta, a la par que desarrolla capacidades, habilidades y el compromiso necesario para construir un futuro sostenible.

En este sentido, se puede decir que la EA debe servir para la correcta orientación de los valores y las conductas humanas sobre el ambiente. Puede potenciar un verdadero cambio en los individuos y en las comunidades. Adaptada a la realidad económica, social, cultural y ecológica de cada país. 

La EA debe promover la formación de una cultura de respeto a la naturaleza y sus recursos, así como el reconocimiento de que el ser humano forma parte de ella, propiciando el desarrollo de individuos informados, críticos y participativos que asuman su responsabilidad con el ambiente y desarrollen relaciones armónicas con éste.

En el Tratado de EA para sociedades sustentable y responsabilidad global se plantea que debe tener como base el pensamiento crítico e innovador, en cualquier tiempo o lugar, en sus diversas formas: formal, no formal e informal, promoviendo la transformación y la construcción de la sociedad.

Además, debe ser individual y colectiva, con el propósito de formar ciudadanos con conciencia local y planetaria que respeten la autodeterminación de los pueblos y la soberanía de la nación. Así como incorporar una perspectiva holística enfocando la relación entre el ser humano, la naturaleza y el universo de forma interdisciplinaria.

Estimular la solidaridad, la igualdad y el respecto a los derechos humanos, valiéndose de estrategias democráticas e interacción entre las culturas, para integral conocimientos, aptitudes, valores actitudes y acciones y convertir cada oportunidad en experiencias educativas de la sociedad sustentable. Racionalizar la demanda de recursos comunes se debe convertir en uno de los principales objetivos para las políticas públicas, a fin de disminuir la sobreexplotación de los ecosistemas y la pérdida de calidad ambiental.

A través de la EA no Formal, se puede lograr la transmisión (planificada o no) de conocimientos, aptitudes y valores ambientales, fuera del Sistema Educativo institucional, que conlleve la adopción de actitudes positivas hacia el medio natural y social, que se traduzcan en acciones de cuidado y respeto por la diversidad biológica y cultural, y que fomenten la solidaridad intra e intergeneracional. Es decir, pasar de personas no sensibilizadas a personas informadas, sensibilizadas y dispuestas a participar en la resolución de los problemas ambientales.

Existe la necesidad de llegar a diferentes públicos a través de los espacios culturales para fomentar a través de pedagogías experimentales y el reconocimiento de la EA como producción de saber crítica, aprovechando las nuevas tecnologías, redes sociales, éticas hacker y de código abierto, urbanismo informal, entre otras para potenciar pedagogía crítica y la rama más comunitaria de la educación.

Generar espacios de procesos, o laboratorios ciudadanos, o de mediación, donde se difuminan las labores educativas, comunicativas y comunitarias.

En resumen, debe ayudar a desarrollar una conciencia ética sobre todas las formas de vida con las que compartimos en este planeta, respetar sus ciclos vitales e imponer límites para la explotación de estas formas de vida por parte de los seres humanos e impulsar un cambio de mentalidad en relación con la calidad de vida.


*Dra. Educación Ambiental. Asociado de ONG Vitalis. Coordinadora General de la ACE Pequeños Científicos desde 2001/19. Directora General de Museo de Ciencias Naturales de Caracas.2014/15 Profa. Escuela de Educación de la UCV, 2004/14.

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Áreas verdes y desarrollo urbano: la necesidad de una relación armónica.

*Cecilia Gómez Miliani, Dra. @cecigomezmi

Muchas veces el término desarrollo urbano se relaciona con grandes edificios, avenidas, centros comerciales de última tecnología y zonas industriales, olvidando un componente fundamental: las áreas verdes.

Ubicado entre la ecología y la forestería, el establecimiento de áreas verdes urbanas es una práctica imprescindible que forma parte del entramado propuesto por el desarrollo urbano.

Podemos definirlas como los espacios ubicados dentro de las ciudades o en su periferia, en los que predominan las plantas –principalmente los árboles– y que pueden cumplir funciones de esparcimiento, recreación, ecológicas, de ornamentación, protección, recuperación y rehabilitación del entorno. Estas incluyen no solo los parques y plazas sino también las aceras y separadores viales, así como los jardines botánicos, en el caso de aquellas ciudades que tienen el privilegio de poseer uno.

Las áreas verdes cumplen múltiples papeles dentro de un espacio urbano: son importantes para el ornato de las ciudades, benefician al microclima y pueden reducir, en cierta medida, el nivel de algunos contaminantes presentes en el aire. Además son los espacios idóneos para que los ciudadanos puedan encontrarse entre ellos y con la naturaleza. La frecuencia de interacción social que se da entre las personas, al hacer uso de las áreas verdes, es un factor que refuerza el apego a la comunidad y entre sus residentes, lo que se traduce incluso en mejoras en el estado de la salud.

A pesar de todos estos beneficios el crecimiento desmedido y anárquico de las grandes ciudades propicia el uso de la mayor parte del territorio para satisfacer las demandas urbanas de la población, lo que reduce las áreas verdes a su mínima expresión.

Aunado a esto tenemos otros problemas relacionados con estos espacios como son: plantas sembradas en sitios inadecuados o en condiciones desfavorables para su desarrollo, el uso de especies de plantas exóticas, la falta de mantenimiento adecuado de las especies, lo que propicia el desarrollo de plantas parásitas, las podas indiscriminadas a veces convertidas en verdaderas mutilaciones, entre otras prácticas perjudiciales.

Son los gobiernos locales los encargados de velar por el buen estado de estos espacios. Para su manejo adecuado es necesario que estas instancias de decisión lleven a cabo, con la participación de la ciudadanía, inventarios del patrimonio botánico de sus áreas de influencia, desarrollen programas fitosanitarios acordes con las necesidades de las plantas existentes, cuenten con viveros para garantizar la reposición de las especies y tengan programas educativos que sensibilicen a la ciudadanía en torno a la importancia de las áreas verdes y la necesidad de conservarlas.


*Ingeniero de los Recursos Naturales Renovables, con Maestría en Gerencia Ambiental y Doctorado en Economía y Administración de Empresas. Docente Jubilada de la Universidad Ezequiel Zamora-Venezuela. Directora del Campus Virtual de Vitalis – cgomez@vitalis.net

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La Huella Hídrica

Dra. Estela Cuna Pérez (*) @CunaEstela)

El agua es un bien natural, esencial para la vida. Es un recurso limitado, alterable y reciclable, además de ser un elemento primordial en todas las actividades humanas. 

Nuestro planeta cuenta con abundante agua, pues cerca de 71% de la corteza terrestre está cubierta por este vital líquido. Sin embargo, no hay forma de producir más agua en el planeta y menos de 0.8% del agua dulce está disponible al consumo humano. A pesar de ello, su desmedido consumo es una amenaza constante.

La Huella Hídrica (HH) es el volumen total de agua dulce que se utiliza para producir bienes y servicios de un individuo, una comunidad o una empresa. En otras palabras, nuestra HH es la cantidad total de agua dulce que se utiliza para producir los bienes y servicios que consumimos, e involucra tanto el consumo directo como indirecto.

En la evaluación de la HH se considera el nivel de apropiación e impacto sobre los recursos hídricos que requiere la producción de un bien o la prestación de un servicio a lo largo de toda se cadena de producción, incluyendo en el cálculo a las materias primas. Su estimación se establece sumando las necesidades de uso y consumo de agua de cada etapa de producción, desde el origen hasta el consumidor final.

La HH se mide en unidades de volumen (L o m3) por unidad de producto fabricado o servicio consumido, y consta de tres sumandos: 1) La HH verde, que contienen la fracción de huella que procede directamente del agua de lluvia o nieve, 2) la HH azul, que refiere al agua que procede o se capta de fuentes naturales o artificiales, y 3) la HH gris, que refiere al volumen de agua contaminada en los procesos.

Mientras más largo sea un proceso de fabricación e involucre un mayor empacamiento, más agua se utilizará en su elaboración. Por ejemplo, para una prenda de vestir de algodón se utilizan aproximadamente 10,800 litros de agua (cultivar el algodón, blanquearlo, teñirlo).

Nuestro estilo de vida va a determinar el tamaño de nuestra HH. Mientras más consumimos, utilizamos mayor cantidad de agua, por lo que nuestra HH será mayor, así como los impactos negativos en el medio ambiente.

Podemos utilizar el conocimiento de nuestra HH para tomar conciencia de nuestro consumo de agua y valorar cómo podemos mejorar como individuos o comunidad, analizando nuestras necesidades reales y las creadas por las tendencias consumistas actuales.

En pro de nosotros mismos, el uso racional y sustentable del agua es vital. Calcular la HH nos ayuda a medirlo a fin de determinar las acciones que nos permitan garantizar su disponibilidad a perpetuidad.


(*) Dra. en Ciencias Biológicas. Bióloga, con Maestrías en Ciencias del Mar y Limnología y en Educación Ambiental.  Directora de Educación y Sustentabilidad de Vitalis México. ecuna@vitalis.net

Divulgación ambiental

El divulgador ambiental y su responsabilidad social

Por Gilberto Carreño, @GilbertoCarreo (*)

Cuando observamos las grandes movilizaciones que escenifican innumerables  grupos de ciudadanos de todo el mundo, que se concentran en los lugares donde tienen lugar las más importantes reuniones sobre el ambiente global, entendemos que algo grandioso está ocurriendo en la opinión pública de todos los países: la concienciación sobre la suerte del planeta que está creciendo, pese a la drástica reducción de los medios impresos de comunicación colectiva,  donde se han acortado los espacios informativos, al igual que las publicaciones especializadas, sobre los temas que forman parte de la literatura ambiental.

¿Cuál pudiera ser la explicación sobre ese fenómeno que palpamos, especialmente cuando la convocatoria está referida al tema puntual del cambio climático? Realmente, no resulta difícil dar respuesta a esta interrogante, pues a la vista de todos está el progreso de los medios masivos de divulgación que se apoyan en las modernas tecnologías telecomunicacionales, como producto de la globalización de la información, y a través de las cuales se pone en evidencia la preocupación de la humanidad en relación con los asuntos que más llaman la atención en los actuales momentos.

En esta realidad está presente un hecho que puede entenderse como el predominio de los medios digitales, sobre las formas tradicionales de comunicación colectiva, y que precisamente por las facilidades que ofrecen para ser desarrollados de manera individual, permiten el acceso a cualquier persona que, motivado por una preocupación compartida con muchos otros, puede incurrir en un manejo inadecuado de ellos.

Por tales razones, podemos considerar que pese a las buenas intenciones  de quienes asumen la función de comunicadores, y este caso de divulgadores ambientales, deben procurar no solo un manejo idóneo de la herramienta sino, más allá, el mejor uso de los contenidos que pone a la disposición de ese inmenso público que conforma el ciberespacio, y la debida utilización de las técnicas y recursos redaccionales del oficio comunicacional.

Necesario es, entender que la comunicación ambiental se incluye entre las áreas de la comunicación científica, y que más allá de la interpretación de la realidad visible que pueda generar un hecho determinado, es a los profesionales de las distintas ramas de las ciencias (biológicas, ecológicas, meteorológicas y geográficas, entre otras) a quienes corresponde la función de emitir información para ser divulgada con mayor propiedad. En este caso, debe quedar claro también, que el comunicador aplicado a la divulgación de temas ambientales tiene la obligación de formarse en relación con los distintos aspectos de la temática ambiental, para interpretar debidamente a quienes con indiscutible formación académica emitan información en cada caso.

En el ejercicio cabal de la divulgación científica, el comunicador debe basarse, en el caso de una afectación ambiental, entre otras; en primer lugar, en la investigación del hecho presente, para lo cual debe acudir al profesional del área de la cual se trate; en segundo término en la comprobación de la situación observada (causas y niveles de contaminación u otro tipo de afectación de un determinado hábitat); propuestas de soluciones para la corrección del problema; y, muy importante, realizar el debido seguimiento de las acciones anunciadas por la autoridad a la cual corresponda asumir la responsabilidad de aplicar las correcciones y/o mitigación de los efectos.

De igual manera corresponde al auténtico comunicador ambiental, mantenerse al día en la información sobre las nuevas tecnologías y procedimientos que se aplican en distintos lugares fuera de su localidad, para orientar a las autoridades y a la comunidad en general, sobre adelantos que bien pudieran ser aplicados en su ámbito territorial.

Al comunicador ambiental  debe corresponder la tarea de prevenir cualquier situación que pudiera poner en peligro la seguridad ambiental de una comunidad, sea por la aparición de elementos extraños en un determinado cuerpo de agua, o por la visible factibilidad de derrumbe de un terreno; como también denunciar cualquier violación de la normativa ambiental de un lugar.

Como fin último, el comunicador ambiental tiene la honrosa obligación de contribuir a forjar la educación de las comunidades en relación a los problemas que las afectan, y más allá, contribuir a la formación de una cultura ambiental que les permita elevar su calidad de vida.

De la misma manera, es preciso también tener presente que al igual que el comunicador de oficio o profesión tiene normas para cumplir en relación a la producción y divulgación de sus mensajes ambientales, también para el científico se imponen condiciones de necesario cumplimiento como son, entre otros, el adecuado manejo de las más elementales técnicas de redacción para que su producción de contenidos llegue al gran público, sin los tecnicismos propios de su profesión, con la mayor sencillez y claridad; y algo que debe ser común tanto para el periodista como para el experto: el apego a la verdad, sin magnificación de los hechos, y con estricto apego a las normas éticas de la comunicación social.

 

(*) Comunicador Social y Profesor Universitario. Periodista de VITALIS, gcarreno@vitalis.net @CirculoAmbiental

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¿Cómo ayudar a conservar la biodiversidad?

En esta sección te compartimos algunos consejos para conservar la biodiversidad.

Recuerda que la diversidad biológica o biodiversidad, es la variedad de la vida y comprende las especies de plantas, animales, hongos y microorganismos que viven en un espacio determinado, a su variabilidad genética, a los ecosistemas de los cuales forman parte estas especies y a los paisajes o regiones en donde se ubican los ecosistemas. También incluye los procesos ecológicos y evolutivos que se dan a nivel de genes, especies, ecosistemas y paisajes.

La biodiversidad contribuye a garantizar el buen funcionamiento y el equilibrio de los hábitats y sus ecosistemas, dando soporte a los procesos ecológicos esenciales y sus fenómenos evolutivos asociados.

Cada ser vivo es el resultado de procesos únicos de adaptación y evolución, y juegan un papel fundamental dentro del funcionamiento del planeta.

Seguidamente te compartimos algunos consejos para ayudar a conservar la biodiversidad:

  1. Nunca compres animales silvestres como mascotas. Los animales silvestres deben vivir en libertad. En sus hábitats naturales encuentran todo lo que necesitan para subsistir y reproducirse. Recuerda que tu casa, no es su casa.
  2. No extraigas plantas de las áreas naturales, pues será muy difícil que logren sobrevivir fuera de su ambiente natural. Además, estarás contribuyendo a alterar el equilibrio ecológico de esos espacios.
  3. Nunca liberes animales domésticos en áreas silvestres, así como tampoco plantes árboles ajenos a sus áreas de origen. Las posibilidades de estos árboles para sobrevivir son muy bajas, y si llegasen a prosperar, se comportarían como especies exóticas que pudieran desplazar a las autóctonas. Cuando vayas a un áreas natural, respeta la paz y tranquilidad de esos ambientes. Evita generar ruidos, extraer materiales vivos o muertos, o contaminar esos espacios.
  4. No toques los nidos de las aves, tortugas, cocodrilos u otros animales, ni tampoco sus crías. Podrían ser abandonados por sus padres y morirán, al percibir el contacto que tuviste con ellos.
  5. Al manejar en carreteras en áreas naturales, hazlo con cuidado para no atropellar a algún animal que pueda usar la vía como corredor natural. Anualmente mueren millones de animales al transitar libremente por áreas que siempre fueron sus hábitats, y hoy se encuentran interrumpidas por infraestructuras humanas.
  6. Evita hacer fogatas en ambientes naturales. No solo estarás contribuyendo con el cambio climático, sino que pudiera perderse control del fuego, ocasionando incendios que destruyen los ecosistemas naturales.
  7. Al visitar zoológicos o acuarios, asegúrate que los animales estén bien cuidados, y que cuenten con espacios limpios y cuidados para que puedan vivir como merecen. Los buenos zoológicos o acuarios poseen instalaciones amplias, animales libres y desarrollan programas para garantizar su supervivencia, incluyendo programas de reproducción, reintroducción en sus ambientes naturales y educación ambiental especializada.
  8. Al visitar jardines botánicos, asegúrate que las colecciones de plantas estén bien cuidadas, con planes y programas que garanticen su reproducción y reintroducción cuando fuese necesario. Asimismo, un buen jardín botánico incluye herbarios debidamente organizados y catalogados, para la consulta especializada.
  9. No utilices semillas de especies exóticas en tu casa o jardín, pues sin querer, estarás promoviendo su dispersión y, por tanto, haciendo crecer especies no autóctonas que pueden convertirse en invasoras, afectando a las especies locales.
  10. Si encuentras animales silvestres enfermos o atropellados, avisa a las autoridades locales, para que actúen a la mayor brevedad. Evita adoptarlos, pues los animales silvestres no son buenas mascotas. En todo caso, pide ayuda a un veterinario especializado en vida silvestre o a un zoológico cercano, que pueda ayudar a rehabilitarlo para devolverlo a su hogar.
  11. A a la hora de comprar artículos muebles o demás materiales elaborados con madera, asegúrate que provenga de plantaciones sustentables, debidamente certificadas. Existen varios sellos internacionales como el del FSC, que reconocen su procedencia amigable con el ambiente.
  12. Prefiere productos orgánicos, producidos con bajo uso de plaguicidas y fertilizantes. Asimismo, opta por consumir productos locales, que sean producidos con estrictos criterios de sustentabilidad.
  13. Adopta un árbol, jardín o área verde local. Puedes ponerte de acuerdo con amigos y familiares, para apoyar la conservación de la biodiversidad de tu zona.
  14. Infórmate sobre las especies de animales, plantas u hongos característicos de tu región. Siempre es valioso conocer las especies locales, sus variedades y necesidades de conservaciób.
  15. Participa en actividades de voluntariado con asociaciones civiles, ONG, empresas o gobiernos que promuevan la protección y el cuidado de la biodiversidad. También puedes hacerte miembro de Vitalis.
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Educar para el Desarrollo Sostenible, una sencilla ecuación: Sensibilidad + Empatía.

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Lic. Greta V. Colina H. (*)

 

Avanzamos en una caminata que tiene nueva fecha de inicio y término: 2015|2030. Este tiempo es el  acordado para el logro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos en agenda y adoptados  por los estados miembros de las Naciones Unidas  en la Cumbre para el Desarrollo Sostenible llevada a cabo en el 2015. 

La agenda tiene como uno de sus intereses ponerle  fin a  la pobreza en el mundo para garantizar el bienestar social bien entendido como:   progreso, paz, igualdad, equidad y sobre todo la sostenibilidad del planeta. Un tiempo para la participación activa y eficiente de todos los actores dentro de  cada sociedad del mundo, cualquier ciudadano que reconozca que  a través de su acción consciente puede hacer abonos para mitigar el deterioro de la Tierra.

Para que está participación ciudadana sea efectiva se hace imprescindible el hecho de estar bien informados con relación a los problemas ambientales. Lograr estar alfabetizados ambientalmente debe ser la prioridad de todas las sociedades y más allá de parecer complicado, imposible y muchas veces desalentadora la idea de transferir este conocimiento,  resulta ser solo una cuestión de sensibilidad y empatía, por lo tanto la educación de este momento,  más allá de ser vista como un desafío,  se presenta llena de oportunidades.

Alcanzar una educación inclusiva y de calidad es el sexto objetivo de los ODS. Resulta necesario entonces  un modelo educativo que se adapte a las nuevas condiciones ambientales  y que tome en cuenta, más allá de los contenidos elementales de formación,   los aspectos sociales-económicos- y ambientales-  de cada región para garantizar un crecimiento respetando el buen uso y aprovechamiento de los recursos.

Si bien la educación ambiental no es la única manera concienciar a la sociedad reconozco que la educación es el mejor vehículo que tenemos para fomentar el amor por la naturaleza.

Enfoquemos nuestros esfuerzos para que exista mayor cooperación y compromiso. Valoremos cada paso, cada acción. Sintamos la fuerza que moviliza cada intensión por tener un mundo mejor. Reconozcamos que mientras más seamos es mejor. Aplaudamos cada descubrimiento científico y tecnológico  que permita la perdurabilidad de nuestros genes y ecosistemas. Apoyemos cada emprendimiento social que repercuta en el bienestar y el progreso de las sociedades,  pero sobre todo alentémonos con la esperanza de que lo que hagamos habrá valido la pena.

Despertemos en nosotros sensibilidad y empatía. 

 

(*) Docente Esp. en Gestión Ambiental Empresarial. gretav.colinah@gmail.com

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