El agua es esencial para las actividades humanas, repercute en diversos sectores como salud, alimentación y energía. Su correcta o mala gestión define el bienestar y calidad de vida de la sociedad y el planeta.
Sumarse a los llamados internacionales, o reconocer que el agua es un recurso renovable más no finito, así como la urgencia de resolver sus problemáticas, ha conducido a los gobiernos a generar planes estratégicos que garanticen el uso y calidad de los recursos para satisfacer las necesidades del campo, industria, población y medio ambiente.
2018 nos recibió con una de las noticias más impactantes, una realidad conocida en películas apocalípticas. Ciudad del Cabo, Sudáfrica es la primera localidad del mundo que tiene los días contados para quedarse sin agua. En un panorama más cercano, la Ciudad de México es considerada por la BBC una de las 11 urbes que pueden sufrir la misma condición. ¿Se puede evitar? ¿Cómo lo hacemos? Quizá la respuesta no es simple, pero si queda algo por hacer, sí, una buena planeación estratégica.
México ha construido el Plan Nacional Hídrico (PNH) 2013-2018, con un enfoque multisectorial basado en el Plan Nacional de Desarrollo. En él establecen alcanzar la seguridad y sustentabilidad hídrica del país a través de 6 objetivos, cada uno desarrollado con sus propias estrategias y líneas de acción.
Sin embargo, existen diferencias entre realizar un plan y ejecutarlo, esta segunda es más complicada si no se toman en cuenta ciertas consideraciones, ya que en caso de haberlo hecho, hablaríamos del exitoso PNH y no de lo mucho que falta por hacer, o una capital que se encuentra alerta por la falta de recursos hídricos.
¿Qué debe anexarse en el siguiente PNH? Yo comenzaría con tomar en cuenta a todos los actores, especificar cuál es su rol, así como identificar a los aliados que se sumarán a nuestras acciones; por otro lado, un presupuesto definido para el sector. Proponer sin tener recursos financieros, implica un plan fallido en donde sólo se hace lo que se puede, cuando se trata de un factor crítico de éxito; finalmente, buscar alinear los planes locales y adaptarlos de acuerdo a sus realidades, cumplir con dicha revisión bianual y adecuar para considerar otras opciones que permitan cumplir los objetivos.
Con la participación de los actores y los recursos financieros suficientes, podríamos hablar, ahora sí, de cambiar de fondo el sector a través de las reformas y modernización que están planteadas en las planeaciones nacionales para el sector en América Latina.
(*) Comunicóloga egresada de la UNAM. karen.flores@aneas.com.mx
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