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Globalización, movilidad, y cambio climático: Acuerdo de París, la ruta.

(*) Por Nieves Dácil Hernández Lorenzo

La globalización ha transformado el mundo en un tejido denso y multimodal de traslados que permiten, como nunca antes, una interconexión e impulsa la movilidad de personas y bienes. Este fenómeno ha traído consigo beneficios significativos de tipo económico y cultural. Sin embargo, también ha planteado serios desafíos ambientales.

El transporte, en sus diversas formas, es un componente esencial de la globalización, pero también es una de las principales fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), siendo responsable de aproximadamente el 24% de las emisiones globales de CO2. Dentro de esta cifra, el transporte terrestre representa el 74,5% de las emisiones del sector, el transporte marítimo es responsable del 11% y el transporte aéreo contribuye con el 12%. Este último, aunque aporta una fracción menor del total, contribuye con emisiones de mayor impacto debido a la altitud a la que se liberan.

El Acuerdo de París, adoptado en 2015 durante la 21ª Conferencia de las Partes (COP21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), se ha constituido en el compromiso global de mayor relevancia para combatir el cambio climático. Este Tratado busca limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2º centígrados por encima de los niveles pre industriales y plantea esfuerzos adicionales para limitarlo a 1,5º. Aunque el Acuerdo no menciona específicamente los sectores de transporte marítimo y aéreo, éstos inciden de manera indirecta, por ser determinantes para la economía global y, como resultante, contribuyen de forma sustancial en el aporte de emisiones de GEI.

Como respuesta a los efectos del cambio climático la Organización Marítima Internacional (OMI) y la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) han desarrollado estrategias específicas alineadas con los objetivos del Acuerdo de París.

La OMI ha establecido una estrategia para reducir las emisiones de GEI del transporte marítimo en al menos un 50% para 2050 en comparación con los niveles de 2008, con una visión a largo plazo de eliminarlas por completo. Entre las medidas adoptadas se incluyen la mejora de la eficiencia energética de los buques, el desarrollo de combustibles alternativos y la implementación de tecnologías innovadoras.

Por su parte la OACI ha desarrollado el esquema de Reducción y Compensación de Carbono para la Aviación Internacional (CORSIA), que tiene como objetivo estabilizar las emisiones de CO2 del transporte aéreo internacional en los niveles de 2020 mediante la compensación de emisiones. Además, la industria de la aviación se ha comprometido a alcanzar la neutralidad de carbono para 2050 mediante la adopción de combustibles sostenibles, la mejora de la eficiencia de las aeronaves y la implementación de nuevas tecnologías.

Los desafíos que el sector afronta para la reducción de las emisiones que genera, están asociados principalmente a:

  • El crecimiento de la demanda de movilizaciones impulsada por el comercio internacional y el turismo.
  • La transición hacia el uso de combustibles alternativos que demandan inversiones sustanciales y tiempo asociado a la introducción de tecnologías más limpias.
  • La falta de un marco regulatorio global que permita uniformizar y se constituya en el soporte para la implementación de medidas efectivas a nivel internacional.

En respuesta a los desafíos actuales, el sector ha venido impulsando acciones estratégicas, en las que se resaltan: 

  • El desarrollo de combustibles alternativos, como los biocombustibles y los combustibles sintéticos, que han demostrado ser promisorios para el subsector aéreo.
  • La mejora de la eficiencia energética mediante la optimización de las operaciones, con énfasis en elementos de diseño y tipo de materiales que permitan reducir los consumos de combustible y por ende de emisiones de CO2 por vuelo.
  • El establecimiento de medidas orientadas a equilibrar las emisiones inevitables, mediante el desarrollo de modelos de compensación, a través de la inversión y desarrollo de proyectos como planes de reforestación o el fomento a la investigación en energías renovables.

Como ejemplos que muestran los avances dentro de los subsectores marítimo y aéreo tenemos:

  • KLM ha desarrollado un Programa de Biocombustibles, siendo la primera empresa en utilizarlo, hecho que se concretó en 2011 con el uso de una mezcla de biocombustibles y queroseno. En 2019 realizó el primer vuelo comercial transatlántico utilizando biocombustible producido a partir de aceite de cocina reciclado. A partir de enero de 2022 los vuelos desde Ámsterdam utilizarán un mínimo de 0,5% de biocombustible de aviación sostenible (SAF). Sumado a esto, KLM ofrece a sus clientes, como estímulo al mercado del SAF, la opción de adquirir, dentro del precio del boleto, una cantidad extra de biocombustible sostenible.
  • A.P. Moller-Maersk, es una industria naviera que aporta entre 2% y 3% de las emisiones mundiales. En el marco de la plataforma “First Movers Coalition”, asumió el 5% de que sus operaciones de transporte marítimo de aguas profundas funcionen con combustibles de cero emisiones para el año 2030. Sus objetivos para ese año establecen una reducción de 50% en las emisiones por contenedor transportado en la flota de Maersk Ocean y una reducción de 70% en las emisiones absolutas de las terminales; estableciendo además alcanzar cero emisiones netas de GEI en 2040.

La globalización y la movilidad presentan desafíos significativos para la lucha contra el cambio climático, especialmente en el sector del transporte, el cual enfrenta retos importantes para la reducción de sus emisiones. En este sentido, deben desarrollarse actuaciones específicas y coherentes por parte de conjunto de los actores y en el marco del Acuerdo de París de manera que se integren y alcancen los objetivos climáticos que se han establecido para el 2050.

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(*) Ingeniero de los Recursos Naturales Renovables. Experta en gestión de proyectos, desarrollo sostenible y medio ambiente. Facilitadora de procesos en el marco del desarrollo sostenible. Líder Global de Vinculación y Sostenibilidad de Vitalis. Contacto: https://www.linkedin.com/in/nievesdacilhernandez/

Daños con huracan

Inundaciones en el Sur de Brasil: Un Vínculo Ineludible con el Cambio Climático

(*) Por Zoila Martínez

Las devastadoras inundaciones que azotaron recientemente el sur de Brasil, que dejaron un saldo de más de 150 personas fallecidas, han puesto de relieve la urgente necesidad de abordar el cambio climático y sus impactos cada vez más severos en América Latina. Si bien el fenómeno se vio intensificado por factores locales como la desforestación, la mala planificación urbana y la deficiente infraestructura de drenaje, la evidencia científica apunta a una clara relación entre el calentamiento global y la intensificación de eventos climáticos extremos como este.

El aumento de la temperatura global, producto de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, conduce a una mayor evaporación del agua, lo que incrementa la humedad atmosférica. Esto, a su vez, se traduce en precipitaciones más intensas y frecuentes, especialmente en regiones como el sur de Brasil, donde la topografía y los patrones climáticos favorecen la ocurrencia de inundaciones.

El derretimiento de glaciares y casquetes polares, otra consecuencia del cambio climático, contribuye al aumento del nivel del mar. Esto reduce la capacidad de la tierra para absorber el agua de lluvia, lo que incrementa el riesgo de inundaciones costeras, particularmente en áreas densamente pobladas.

Asimismo, el cambio climático está alterando los patrones climáticos a nivel global, generando mayor variabilidad y aumentando la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos como tormentas, ciclones y huracanes. Estos eventos, que pueden desencadenar inundaciones repentinas y de gran magnitud, se han vuelto más comunes en los últimos años.

Si bien esta situación es un claro ejemplo de la intensificación de eventos climáticos extremos debido al cambio climático, es importante destacar que este fenómeno no es la única causa. Factores locales como la deforestación, que reduce la capacidad del suelo para absorber agua, la mala planificación urbana, que genera asentamientos en zonas de riesgo, y la falta de infraestructura adecuada para el drenaje de aguas pluviales, también juegan un papel crucial.

Sin embargo, es innegable que el cambio climático actúa como un multiplicador de amenazas, intensificando los efectos de estos factores locales y aumentando significativamente la probabilidad y severidad de estos eventos.

Abordar esta problemática de manera integral requiere un enfoque multifacético que incluya:

  • Medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero: Es fundamental una transición urgente hacia energías renovables y la adopción de prácticas sostenibles que minimicen la huella de carbono.
  • Implementación de medidas de adaptación a los impactos del cambio climático: Se deben desarrollar estrategias para mejorar la infraestructura de drenaje, la planificación urbana resiliente y la gestión de riesgos ante eventos climáticos extremos.
  • Fortalecimiento de la cooperación internacional: La lucha contra el cambio climático es un desafío global que requiere un esfuerzo conjunto de todas las naciones.

Las recientes inundaciones en el sur de Brasil sirven como una dolorosa llamada de atención sobre la urgente necesidad de actuar frente al cambio climático. Solo mediante una acción colectiva y decidida podremos mitigar sus efectos y construir un futuro más resiliente para las generaciones venideras.

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(*) Bióloga con más de 30 años de experiencia en el ámbito ambiental nacional e internacional. Líder en Biodiversidad Vitalis Iberoamérica. Contacto: https://bit.ly/ZoilaMartinezLinkedin

¿Qué se puede esperar de la COP 26 sobre Cambio Climático? Vitalis

¿Qué se puede esperar de la COP 26 sobre Cambio Climático?

Por Yoliangel Rivas

Desde el 31 de octubre hasta el 12 de noviembre de 2021, el Centro de Exposiciones de Glasgow, Escocia, fue el escenario donde se llevó a cabo la 26va Conferencia de las Partes de la Convención sobre Cambio Climático, conocida también como Cumbre del Clima, bajo la presidencia de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

El Informe especial sobre el calentamiento global de 1,5 °C, del Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático, aprobado en octubre de 2018, no es para nada esperanzador, pues pronostica que, de no limitar el calentamiento global a 1,5°C, los impactos y riesgos relativos a la climatología extrema, la pérdida de especies, la escasez de agua y alimentos, las muertes causadas por calor, los impactos oceánicos, las regiones polares, entre otros,serían alarmantes y catastróficos.

El objetivo general de la COP 26, bajo el liderazgo de Reino Unido, es “mantener vivos los 1,5 grados”. Se espera que los líderes mundiales y ministros reunidos en Glasgow demuestren su compromiso en la lucha contra el cambio climático, aumentando los niveles de ambición para que el mundo vuelva a ajustarse a los objetivos de temperatura del Acuerdo de París. Esta Conferencia pretende demostrar la urgencia y las oportunidades de avanzar hacia una economía neutra en carbono, para lo cual es necesario que se tomen medidas a fin de reducir las emisiones, movilizar fondos e impulsar la adaptación y la resiliencia de manera más rápida y profunda. Mucho es el camino por recorrer y el tiempo apremia.

Para ello, es imperativo que los países desarrollados aumenten significativamente el apoyo financiero para ayudar a las naciones más vulnerables a adaptarse a los impactos del cambio climático y desarrollar economías que no dependan de los combustibles fósiles. Sin embargo, esto no será posible en el corto y mediano plazo. La financiación ofrecida por los países desarrollados en 2009 durante la COP 15, que destinaba 100.000 millones de dólares al año hasta 2020, oficialmente quedó retrasada hasta 2023. Es aquí donde el sector privado comienza a tomar un rol preponderante, ya que el pasado 3 de noviembre fue anunciado que “unas 500 grandes firmas financieras gestionarán 130 billones de dólares, alrededor del 40% de los activos financieros del mundo, a objetivos climáticos relacionados con el Acuerdo de París, incluyendo la limitación del calentamiento global a 1,5 grados centígrados”.

Muchas expectativas estan puestas en esta COP26, no sólo es preciso completar el código normativo necesario para garantizar la aplicación efectiva del Acuerdo de París. También, el aumento de la ambición es vital para esta COP, especialmente los mayores emisores del G-20, responsables de alrededor del 80 % de las emisiones mundiales.

De igual forma, es necesario el apoyo a los países en desarrollo y esto se relaciona directamente con el compromiso de movilizar 100.000 millones de dólares de los países desarrollados a los países en desarrollo. Sin el apoyo necesario no se podrán emprender las transformaciones necesarias para alcanzar el objetivo de 1,5 grados. Se está en un punto de quiebre: se acciona o se condena a la humanidad, de ese tamaño es la responsabilidad de los líderes actuales.

Si te interesó este artículo tal vez quieras revisar también este otro titulado “Cambio Climático ante el juez: el caso del siglo” Te invitamos también a capacitarte en nuestro campus virtual con el curso “Fundamentos del Cambio Climático

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Yoliangel Rivas – Economista, Magister en Política Exterior, con Diplomado en Financiamiento Climático, Especialista en temas de negociación ambiental multilateral. Colaboradora de Vitalis. yrivas@vitalis.net

Cambio climático ante el juez: el “caso del siglo” Vitalis Blog

Cambio climático ante el juez: el “caso del siglo”

Por Alberto Blanco-Uribe Quintero (*) @albertobuq

El tema (y hasta el temor) del cambio climático y sus efectos perjudiciales directos, no solo sobre la “lejana” naturaleza y el “apartado” patrimonio cultural, sino en nuestra calidad de vida, ha sido objeto de acuerdos internacionales y normas jurídicas locales destinados a prevenir sus consecuencias, reducir su impacto, implementar medidas de adaptación, así como sancionar sus violaciones. También ha propiciado una serie permanentemente en aumento, de diversas directrices tendentes a adaptar el comportamiento de las sociedades, de las personas, de los productores y de los consumidores, a pautas ambientalmente amigables e incluso solidarias.

La incidencia del cambio climático sobre el goce efectivo de los derechos humanos evidencia su agresión contra el concepto mismo de dignidad humana.  Su carácter destructivo como resultado de la actividad económica efectuada sin responsabilidad social y ambiental de la empresa, solo con el norte de maximizar el lucro, sin fraternidad, pone en tela de juicio la idea misma de humanidad y del menesteroso diálogo intercultural e intergeneracional.

Así, vemos florecer estudios, recomendaciones y toda suerte de cursos de formación y denuncias, aunque sin que a ciencia cierta logremos visualizar que los seres humanos avancen más allá de los discursos, las buenas intenciones y las alarmas.

Afortunadamente, la actuación en justicia desde la sociedad civil, tanto por personas en acciones individuales, como por ONGs en acciones colectivas, impulsando y motivando al juez a convertirse en factor clave de lucha contra el cambio climático, no desde el activismo judicial, sino desde la conciencia ciudadana, ha generado recientes e importantes sentencias que hacen ver a los Estados que sus palabras son hermosas, pero incompatibles o insuficientes con sus haceres, generando su responsabilidad patrimonial frente a los perjuicios causados al ambiente derivados del cambio climático.

Tanto así que, ya dentro del cada vez más amplio “contencioso climático” en el mundo, un juicio en particular conocido como el “caso del siglo”, iniciado por cuatro ONGs y con la firma de 2,3 millones de personas, actúa con un cambio radical de estrategia judicial, en la que en lugar de contentarse con pedir la nulidad de decisiones administrativas aisladas o puntuales, se busca cuestionar toda la política pública en la materia. De este modo, en vista de la insuficiencia de la acción estatal, el juez obliga a la autoridad a tomar medidas útiles para reducir la emisión de gases de invernadero a un nivel compatible con el mantenimiento del recalentamiento planetario por debajo de 1,5°C, y condena al Estado a la reparación de los daños y perjuicios ambientales proporcionalmente causados por su negligencia.

Se trata de la sentencia del Tribunal Administrativo de París, del 3 de febrero de 2021, en donde el juzgado reconoció la responsabilidad del Estado Francés respecto de la crisis climática por su incumplimiento frente a los compromisos de reducción de emisiones.

La ciudadanía asume su responsabilidad y el juez obliga al Estado a honrar sus compromisos.

El Acuerdo de Escazú tiene estrecha relación con este tema, por lo que te invitamos a leer más en el artículo sobre su entrada en vigor escrito por el Dr. Diego Díaz Martín, Director General de Vitalis para Iberoamérica, Estados Unidos y Canadá que encuentras en este enlace

(*) Abogado. Colaborador consultor internacional de Vitalis. Consultor en derecho ambiental, derechos humanos, patrimonio cultural y paisaje. Profesor, escritor y conferencista. https://www.linkedin.com/in/alberto-blanco-uribe-b004329/

Huracanes, calentamiento global y ciudadanía - Vitalis

Huracanes, calentamiento global y ciudadanía

Por Felipe Arenas Quintero (*)

En noviembre de 2020, la zona Caribe en Centro y Sudamérica, fue afectada notablemente por dos huracanes consecutivos, Eta e Iota, los cuales causaron graves daños materiales. Según expertos ambientales, el aumento en la intensidad de las tormentas en lugares donde no eran tan frecuentes ni tan fuertes, está directamente relacionado con el aumento de la temperatura en todo el planeta.

Dentro de este contexto, se considera muy importante reflexionar sobre la importancia de tomar medidas urgentes para detener el calentamiento global. Si bien, es una tarea colectiva y que no depende completamente de la ciudadanía, desde la cotidianidad se pueden realizar pequeñas acciones para prevenir y reducir el problema.

Así mismo es fundamental tomar conciencia acerca de la extensión planetaria de las consecuencias de este fenómeno, el cual no sólo afecta a las personas que residen en las zonas costeras, sino que impacta a toda la humanidad, en todos los sitios, a distintas escalas y formas. Entre ellas vemos el aumento en el costo de los alimentos, sequías prolongadas, alteración de ecosistemas, entre otras.

Algunas de las acciones que pueden emprenderse desde la vida cotidiana para enfrentar este problema se relacionan con el cambio en los medios de transporte que utilizamos regularmente, en particular, empezar a emplear la bicicleta como vehículo diario y movilizarnos con más frecuencia en transporte público. Otras prácticas apuntan a consumir menos energía en hogares y sitios de trabajo; modificar las prácticas de consumo, en especial reducir el uso de materiales no biodegradables y reparar ropa, enseres, equipos y utensilios, en lugar de adquirir nuevos productos.

Aunque la solución parece sencilla, modificar estos hábitos puede ser difícil para algunas personas, porque durante muchos años han tenido estilos de vida que no promueven esta gestión. Por eso para generar estos cambios se requiere la educación ambiental en los espacios formales e informales y una gestión gubernamental sistemática.

En Colombia, por ejemplo, la educación ambiental y la gestión gubernamental son necesarias para informar a la comunidad, estimular el uso de medios de transporte menos contaminantes, impulsar y ejecutar procesos eficientes de reciclaje, disponer los residuos sólidos en forma adecuada y fomentar el comportamiento ciudadano ambientalmente responsable, todo lo cual, no sólo generaría beneficios personales, sino colectivos.

La educación ambiental se hace necesaria en un país como Colombia debido a que en la cotidianidad este tema no está muy presente. Por ello, el uso de transporte que genere menos gases de efecto invernadero y los procesos de reciclaje no son tan eficientes como en países europeos. Así mismo, el apoyo a la movilización por medios alternativos y la disposición de desechos en lugares adecuados tampoco se da de la mejor manera. La principal causa para que esto pase es el desconocimiento.

Si te interesa saber un poco más sobre la movilidad sostenible te invitamos a leer este artículo: “El auge de la movilidad sostenible en tiempos de Covid-19“.

Si deseas formarte en algún tema de actualidad ambiental te invitamos a visitar nuestra oferta de cursos y talleres en línea

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* Profesional en Ciencia Política, con experiencia en trabajo con comunidades y sus escenarios de desarrollo. Colaborador de Vitalis  en Colombia.

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Ecoansiedad, ansiedad ecológica o ecoanxiety: un trastorno por el cambio climático.

Por Gustavo Suárez (*) @GustavoZuar

La eco-ansiedad o ansiedad ecológica es un nuevo mal que afecta a muchos seres en el planeta. Su origen se encuentra en el creciente deterioro ambiental. Sus efectos se traducen en miedos y angustias insospechados.

No hay espacios informativos que no hablen de eventos climáticos extremos que surgen diariamente. Las consecuencias las estamos evidenciando día a día.

Las redes sociales son testigo de la emergencia climática, presente en diversos fenómenos que nos alertan de las temperaturas récord que se están alcanzando. Con pruebas en mano, los científicos lo aseguran: el clima ya cambió y  las consecuencias ya comienzan a sentirse.

Como si esto fuera poco, frente al incremento del efecto invernadero y del calentamiento global, algunas personas están sintiendo mucho miedo, e incluso entrando en pánico. El problema es grave y pareciera irreversible. Somos miles de millones de seres quienes estamos sintiendo los efectos, pero pocos los que estamos haciendo algo para revertirlo. Por ello, la respuesta emocional y biológica de algunos es sentir impotencia y zozobra.  La situación podría tonarse grave.

¿Qué es la eco-ansiedad?

La eco-ansiedad ha sido definida por algunos expertos como "un trastorno psicológico bastante reciente, que afecta a un número cada vez mayor de personas que se preocupan por la crisis ambiental". Observar cómo se desarrollan los lentos y profundos efectos del cambio climático, preocupa a algunos, mucho más que a otros, experimentando niveles de estrés atribuibles a la incertidumbre que se presenta frente a los niños, y en general, de las futuras generaciones. 

La psicóloga Ericka Johnson, asesora de Vitalis en temas vinculados con el comportamiento humano y su relación con el medio ambiente, reconoce que la degradación del planeta puede constituir un factor más para experimentar ansiedad. En su opinión, “hay que ponerle atención, cuidando sobretodo que no se convierta en un fenómeno psicosocial”.

Aunque en sus múltiples consultas aún no ha tenido un paciente que experimente eco-ansiedad, sugiere que es importante realizar una evaluación integral del paciente, a fin de decidir el tratamiento a seguir, bien se trate de una terapia psicológica, un tratamiento multidisciplinario que incluye psicología, psiquiatría o neuropsiquiatría, o una terapia física.

No obstante, Johnson sugiere que también se pueden incluir herramientas vinculadas a un ser o presencia superior, también llamada espiritualidad. Para esta experta, la meditación es, sin dudas, una herramienta para aquietar la mente.

¿La eco-ansiedad es buena o mala?

Como líder de los proyectos de desarrollo humano de Vitalis, considero que nada es totalmente positivo o negativo, y cada historia debe ser evaluada en forma precisa y objetiva. Aquí es imprescindible cultivar la empatía y valorar la consciencia. Cada experiencia es producto de vivencias y creencias específicas, y no todos percibimos los problemas del planeta de la misma manera y con la misma importancia.

Sin embargo, la sensación de impotencia, rabia y desesperanza, deben ser atendidas y nunca subestimadas, a fin de evitar que se transformen en un sentimiento que puede llevarnos a experimentar enfermedades físicas. Los especialistas recomiendan atención temprana, no obstante, es mucho lo que cada uno de nosotros puede hacer.

¿Qué podemos hacer?

Practicar la empatía y la conciencia ambiental, nos pone en una posición extraordinaria como seres humanos. Sin embargo, esos dos valores pierden todo su peso si no hay una acción concreta con resultados visibles, generando así, ansiedad por la rabia, desesperanza e impotencia frente al deterioro de nuestro entorno.

El Dr. Diego Díaz Martín, fundador de Vitalis, destaca la importancia de activarnos para superar la frustración e intranquilidad frente a la destrucción de nuestros recursos naturales. Para este científico, lo mejor que podemos hacer es asumir comportamientos ambientalmente responsables en contacto directo con la naturaleza, uniendo esfuerzos con todas aquellas organizaciones que no pierden la esperanza, y día a día promueven acciones específicas para revertir el calentamiento global e  impulsar la adaptación al nuevo clima.

¿Qué recomendamos en Vitalis?

Las personas que están experimentando la eco-ansiedad, están sensibilizados, y eso es algo bueno, aunque probablemente algo extremo pues llega a comprometer su paz y tranquilidad.

Los ecologistas solemos ser muy apasionados en temas vitales para la supervivencia de la vida en el planeta, especialmente en tiempos en el que somos testigos de la desaparición de glaciares, la extinción de especies animales y vegetales, la disminución de la disponibilidad de agua, y el deterioro de la calidad de vida en general, entre otras preocupaciones ambientales.

Sin embargo, quienes impulsamos nuevos modelos de desarrollo basados en la sustentabilidad, coincidimos en que el manejo responsable de la información disponible, la participación activa en los diversos esfuerzos ciudadanos, y el modelaje de nuevos hábitos y comportamientos en armonía con la naturaleza, constituyen acciones importantes para detonar el cambio que requiere el mundo, más allá del alarmismo innecesario y de la actitud pasiva frente al calentamiento global. 

Acciones personales y grupales enfocadas desde lo espiritual, emocional y ambiental, coadyuvarán los esfuerzos técnicos, científicos y políticos, que hacen falta en el mundo para combatir el cambio climático.

Participar activamente en acciones conservacionistas, no solo ayudará a sentirnos mejor, sino que combatirá cualquier sensación de ansiedad lejana al aquí y ahora de nuestro actuar. Ser propositivos y constructivos también contribuirá a impulsar una sensación de seguridad y paz que tanto requiere nuestro planeta.

Trata al ambiente con amor y respeto. Visita bosques y lugares que te ayuden a reconectar con la naturaleza. Abraza un árbol. Camina descalzo sobre el cesped. Arma un pequeño huerto en casa. Adopta y ama a una mascota doméstica. 

También puedes buscar grupos de personas con el mismo interés que tú. Eso te ayudará a conectar con tu yo interior y practicar la empatía contigo mismo y con los demás. 

Evita  pensar en lo catastrófico que puede ser el futuro. La ansiedad se genera cuando sientes que no tienes control en lo que pueda pasar. Sin embargo, es mucho lo que puedes hacer en tu presente para cambiar las cosas como están.

Actuar positivamente y enfocarnos en nuestro rol frente al calentamiento global alimentará el sentido de pertenencia al "equipo bueno", apostando a hacer de nuestro mundo, el lugar en el que merece la pena vivir.


(*) Gustavo Suárez Solís es Comunicólogo, Coach y Terapeuta. Es líder de la agenda de Desarrollo Humano para la red global de Vitalis y Presidente de ONGVitalis Latinoamérica (Vitalis México). gsuarez@vitalis.net www.gustavozuar.com

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Sistema de Comercio de Emisiones en México y la oportunidad de la captura de carbono forestal como servicio ecosistémico

Por Selene Jovita Gonzalez Contreras (*)@seleneglezc

De cara al cambio climático y para impulsar una económica baja en carbono, existe un instrumento de mercado de cumplimiento internacional, diseñado para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) de forma costo-efectiva al poner un precio al carbono, denominado Sistema de Comercio de Emisiones (SCE).

Lo anterior, a través del principio de “límite y comercio”: el límite para un sector y/o participantes, pretende que cada tonelada de dióxido de carbono equivalente (CO2e) esté respaldada con un permiso de emisión. De manera que un participante cuyo volumen de GEI emitido en toneladas de CO2e sea inferior al volumen de permisos que posee, podrá comercializar el exceso a participantes cuyas emisiones exceden sus permisos.

Respecto a este instrumento, a nivel nacional, en abril del 2018 se aprobó una reforma al Artículo 94 de la Ley General de Cambio Climático (LGCC), la cual establece la obligatoriedad de instaurar este mecanismo a través de un Programa de Prueba sin implicaciones económicas con un periodo de tres años, con la finalidad de contribuir al aumento de la ambición para cumplir con las metas establecidas en el Acuerdo de París.

A finales del mismo año, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) emitió un Anteproyecto denominado “Acuerdo por el que se establecen las bases preliminares del Programa de Prueba del Sistema de Comercio de Emisiones”, este será aplicable a las instalaciones que realicen actividades de los sectores energía e industria únicamente, según la clasificación prevista en el Reglamento de la LGCC en Materia del Registro Nacional de Emisiones, cuyas emisiones anuales registradas sean iguales o mayores a 100 mil toneladas directas de CO2 provenientes de fuentes fijas.

En dicha regulación, se establecen los elementos que integran el piloto, los sujetos obligados a participar, su temporalidad, los mecanismos de flexibilidad y de seguimiento y evaluación, las obligaciones de los participantes, entre otros elementos requeridos para su funcionamiento.

El Acuerdo precisa que el SCE se compondrá de dos fases: una fase inicial (del 1 de enero de 2020 al 31 de diciembre de 2021) que permitirá a los actores involucrados conocer el comportamiento de un mercado de emisiones y, la Fase Operativa que entrará en vigor al término de la etapa de transición del Programa de Prueba (del 1 de enero al 31 de diciembre de 2022), en ambas fases sólo se contemplará el GEI CO2.

El programa de prueba no tendrá efectos económicos y las asignaciones de derechos de emisión serán gratuitas en una proporción equivalente a las emisiones de los participantes, estos últimos serán las instalaciones cuyas emisiones anuales hayan sido iguales o mayores al umbral establecido en cualquiera de los años 2016, 2017, 2018 o 2019. La asignación gratuita de derechos de emisión se quedará implementada para la Fase Operativa.

La SEMARNAT también establecerá mecanismos flexibles de cumplimiento que pueden ser: esquemas de compensación a través de proyectos o actividades de mitigación elegibles o el reconocimiento de acciones tempranas para proyectos o actividades de mitigación que hayan recibido créditos de compensación externos antes de la entrada en vigor del Programa de Prueba.

Estos esquemas de compensación mediante créditos de compensación serán establecidos a través de protocolos nacionales o internacionales, con la finalidad de ser utilizados por los interesados para desarrollar proyectos o actividades de mitigación para reducir o evitar emisiones o para incrementar la absorción de GEI con un límite por participante del 10% de sus obligaciones de entrega de derechos de emisión y sin perder validez una vez concluido el Programa.

Entre los proyectos o actividades de mitigación elegibles se podrán incluir aquellos mecanismos conocidos como bonos de carbono (crédito en un proyecto de reducción de emisiones) o bonos verdes (instrumento financiero de deuda que se invierte para generar rendimientos), siempre y cuando cumplan con los requisitos establecidos en el Protocolo de Compensación y generen Créditos de Compensación. Estos dos últimos instrumentos se desarrollarán durante el Programa de Prueba por la SEMARNAT.

Analizado lo anterior, el SCE abre paso y relevancia a la ejecución de iniciativas para la conservación y restauración de los ecosistemas, particularmente al servicio ecosistémico captura de carbono forestal como sistema natural que absorbe y almacenan el CO2 de la atmósfera, a través de los diferentes tipos de vegetación y del proceso de fotosíntesis.

Este servicio puede ser considerado “tecnología verde”, equiparable a cualquier implementación de eficiencia energética, lo anterior, de contemplarse como proyecto o actividad de mitigación elegible dentro del 10% de las obligaciones de derechos de emisión por participante. Ya que, al otorgarle valor económico al servicio, se puede generar una estrategia de pago para la preservación del capital natural y de esta manera, tomará más relevancia su dimensión económica, sin menoscabar los beneficios ya conocidos en las dimensiones ambiental y social de los bosques y las selvas que actualmente imperan.


*Licenciada en Administración de Empresas, apasionada en temas de Economía Verde.

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La unión de fuerzas para combatir el cambio climático

Por Francisco Suarez (*)

Hay muchas organizaciones y empresas tratando de poner su grano de arena para combatir el cambio climático y dejar una huella positiva detrás de sus acciones. Sin embargo, a veces los esfuerzos no parecen ser suficientes y por lo general no coordinados bajo un plan estratégico integral.

La premisa o reto es incluir de manera integral la sostenibilidad en los planes económicos y de desarrollo de los países, con planes claros y vinculados para la generación de valor económico, social y ambiental de una manera coordinada.

Empresas como Coca-Cola FEMSA son el ejemplo de que se puede hacer la diferencia. La cadena de valor compartido puede funcionar cuando se ponen a todos los jugadores bajo el mismo objetivo: la comunidad, la empresa, la institución gubernamental; todos cumplen un papel fundamental en generar un cambio sostenible.

Es por ello que el rol de todos cuenta, y cuenta mucho, dentro y fuera de las empresas. Organizaciones como el WEC (World Environmental Center), una Organización sin fines de lucro con el propósito de enlazar y fortalecer el desarrollo sostenible a través de las operaciones de empresas aliadas, en asociación con instituciones gubernamentales y no gubernamentales, universidades y tomadores de decisión.

Su estrategia de renovación está enfocada en la aceleración de soluciones de sostenibilidad a través de la innovación, liderazgo y colaboración pública y privada.

Esta alineación significa una manera diferente de ver el rol de la organización como un conector y dar espacios a cada institución o empresa a desarrollarse dentro de un ámbito que no perjudique a sus miembros, comunidad o país. Las personas y las economías prosperan cuando las micro, pequeñas y medianas empresas están facultadas para alcanzar su máximo potencial. 

Cada etapa del proceso es importante y las empresas deben evaluar con cuidado dónde invierten sus esfuerzos. La ciencia y la tecnología se han formado de maneras que permiten cada vez más el equilibrio en cada punto de la cadena de valor, desde las materias primas hasta la fabricación; logística a la venta; de su uso al desecho.

Es fundamental que las empresas estén dispuestas a trabajar en conjunto, son estas conexiones las que aceleran el aprendizaje, la práctica compartida y el desarrollo sostenible.

Cuando nos enfrentamos a problemáticas como en la que se encuentran los sectores industriales de uso intensivo de agua, como la agricultura, la energía y la minería. Descubrimos riesgos potenciales asociados con la interrupción operativa y / o del proveedor, el aumento del costo del agua, la reducción del rendimiento / la pérdida de cultivos, el aumento de las regulaciones y potenciales daños al ecosistema y comunidades aledañas.

Ante este tipo de coyunturas es importante que todas las partes se pongan la camiseta. Gobiernos, legisladores, reguladores, administradores, funcionarios de organismos y organizaciones internacionales, el sector privado, organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación y sector educativo. Todos son bienvenidos a poner su grano de arena por un objetivo en común.

Todos en los individual queremos dejar un mejor mundo para nuestros hijos y las próximas generaciones, para que ocurra tenemos que jugar en el mismo equipo. Siempre habrá objetivos competitivos en las empresas, pero con la alineación correcta cada quien tiene sus espacios para crecer dejando una huella positiva en el planeta.


(*) New Business Project Director en Coca-Cola FEMSA.

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Islas de calor, un fenómeno citadino.

Dra. Estela Cuna Pérez (@CunaEstela)

Los habitantes de las grandes ciudades padecen de un fenómeno denominado Islas de Calor (IC), este fenómeno se refiere a la presencia de aire más caliente en ciertas zonas de la ciudad, a diferencia del que se encuentra en las zonas rurales que la rodean. Esta diferencia de temperatura es debida a múltiples razones: ciudades densamente construidas, suelo de concreto, áreas verdes reducidas, carencia o escasa presencia de cuerpos de agua. Todas estas características favorecen una dispersión más lenta de la radiación solar, hay que incluir que los materiales usados en las construcciones urbanas son generalmente oscuros por lo que absorben más energía, la cual se dispersa poco a poco en forma de calor.  

En la Ciudad de México, a las 6 de la mañana en el mes de marzo, se han registrado diferencias de 10°C entre el centro de la ciudad y la zona rural periférica. Esta diferencia no se da en toda la ciudad, sólo en zonas puntuales “islas” como en el centro histórico (densamente construido y con escaza vegetación).

La presencia de IC también depende de la presencia de ciertas condiciones meteorológicas: un cielo despejado, viento en calma, incremento en la radiación solar, localización geográfica, altitud, presencia de montañas, tipo de clima. Este fenómeno puede tardar varias horas manteniendo el aire caliente en las ciudades, generando estrés e incomodidad en la población por la sensación de calor, así como mayor uso de energía eléctrica en aparatos (ventiladores y aire acondicionado).

Las acciones que se pueden emprender para combatir este fenómeno son: una buena planeación urbana, reforestar e incrementar la superficie de áreas verdes, reactivar y preservar las corrientes y cuerpos de agua, pintar de colores claros las construcciones a fin de que reflejen la energía solar. Debe de quedar claro que IC es un fenómeno producto de la forma en que han crecido las ciudades y no algo propio de las cuestiones meteorológicas. Además de las IC, existe el fenómeno Oasis, este se presenta en ciudades que fueron planeadas con áreas verdes y fuentes de humedad, que provocan Islas de frescor (IF) con respecto al clima cálido presente en las zonas circundantes.

Cada habitante de la ciudad puede apoyar a disminuir este fenómeno y transformar las IC en IF, realizando pequeñas acciones (pintar su casa de color claro, plantar y regar más árboles, incrementar las plantas en el exterior de los inmuebles y cuidar los cuerpos de agua, por pequeños que sean, por ejemplo, las fuentes.

(*) Dra. en Ciencias Biológicas. Bióloga, con Maestrías en Ciencias del Mar y Limnología y en Educación Ambiental.  Directora de Educación y Sustentabilidad de Vitalis México. ecuna@vitalis.net.

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