(*) Por Nieves Dácil Hernández Lorenzo

La economía circular, un concepto que desafía y emerge como respuesta al paradigma de producción y consumo lineal, se soporta en la innovación y la sostenibilidad para contribuir a alcanzar los desafíos ambientales y económicos que enfrentamos en la actualidad. Con raíces en la visión “de la cuna a la cuna” propuesta por William McDonough y Michael Braungart en los años 90, la economía circular ha evolucionado para abordar de manera integral los ciclos de vida de los productos y la gestión de recursos.

Este nuevo modelo ha ganado prominencia en la última década, busca alejarse del tradicional modelo de “usar y desechar” para promover prácticas que prioricen la reutilización, la reparación y el reciclaje de materiales. Su esencia se ancla en la optimización de los recursos y en la reducción de la huella ambiental. Este enfoque busca minimizar el desperdicio, redefinir el valor de los productos a lo largo de su ciclo de vida, e impulsar un cambio en los actuales esquemas de consumo imperantes en la sociedad.

La Unión Europea (UE), ha tomado un papel de liderazgo en la adopción de la economía circular. Desde 2015, con un ambicioso “Plan de Acción de Economía Circular”, en el que establecen una serie de objetivos clave, como el aumento de la tasa de reciclaje, la reducción del desperdicio de alimentos y la promoción del ecodiseño y la innovación. Se ha seguido avanzando en el mejoramiento de los instrumentos legales en materia medioambiental dentro de los Estados miembros que, entre otros aspectos, incentivan el diseño de productos más duraderos, fácilmente reparables y elaborados con materias primas reciclables y reutilizables.

El compromiso de la UE con la economía circular también se refleja en su inversión en investigación y desarrollo. Programas como “Horizonte Europa”, marco de investigación e innovación (I+I) para el período 2021 -2027, han canalizado fondos hacia proyectos que abordan desafíos específicos de la economía circular, como la gestión de residuos electrónicos y la optimización de cadenas de suministro circulares.

Mirando hacia América Latina (AL), región que enfrenta desafíos ambientales y sociales que determinan la búsqueda de nuevos modelos de desarrollo, también se han venido adoptado medidas en el marco de la economía circular. En Costa Rica, por ejemplo, se cuenta con una Estrategia Nacional de Economía Circular enmarcada en los compromisos nacionales ante el Acuerdo de París y la Agenda 2030, orientada hacia la neutralidad en carbono al 2050. Brasil, por su parte, ha emprendido iniciativas para promover la economía del reciclaje y la reutilización de materiales, apuntalando los procesos de producción sostenibles que incrementen la competitividad de sus empresas.

Si bien dentro de América Latina existen diferencias significativas en cuanto al avance del modelo circular, podemos generalizar que está en las etapas iniciales, y que en la región se reconoce la necesidad de reducir la dependencia de los recursos finitos y mejorar la resiliencia de sus economías. Esto les permite sumarse al compromiso y crecimiento de la economía circular en el mundo.  

Tanto la UE como AL enfrentan desafíos sustanciales en su búsqueda de la economía circular. Uno de los retos es la concienciación y educación. La transición requiere un cambio cultural en la forma en que producimos, consumimos y desechamos. La educación y la divulgación son esenciales para que las personas comprendan sus beneficios y se comprometan con ella.

La infraestructura es otro desafío compartido. Demanda sistemas de recolección, reciclaje y reutilización eficientes. La inversión en infraestructura y la colaboración público-privada son fundamentales para facilitar la transición.

Los incentivos económicos también juegan un papel crucial. Tanto la UE como AL deben establecer políticas que estimulen la inversión en tecnologías y prácticas circulares. Reconocer y recompensar a las empresas y consumidores que adoptan enfoques más sostenibles puede catalizar el cambio.

Si bien los desafíos persisten, la voluntad política, la inversión en investigación y desarrollo, y la educación continua son las herramientas clave para superarlos. La economía circular da respuesta a los problemas actuales e impulsa la transición hacia un futuro más sostenible y equitativo.

Sobre el tema de economía circular puedes consultar también este otro artículo en nuestro blog (pulsa aquí)

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(*) Ingeniero de los Recursos Naturales Renovables. Experta en gestión de proyectos, desarrollo sostenible y medio ambiente. Líder Global de Vinculación y Sostenibilidad de Vitalis. Contacto: https://www.linkedin.com/in/nievesdacilhernandez/