(*) Por Andrea Cuéllar Medina
El 12 de agosto fue establecido por la ONU como el Día Internacional de la Juventud, con el fin de “situar en primer plano, y ante la comunidad internacional, los problemas de los jóvenes y celebrar el potencial de la juventud como socios indispensables de la construcción de nuestra sociedad mundial.”
Desarrollo, paz y participación son los temas que desde hace cuatro décadas, más nos ha preocupado a la juventud. Y tenemos que enfatizar la importancia de la juventud porque somos 1.8 mil millones de jóvenes alrededor del mundo, de los cuales 90% se encuentra en países en vías de desarrollo.
Conocemos bien los problemas que nos aquejan a los países en vías de desarrollo: corrupción, inequidad, falta de recursos, malas condiciones laborales, educación deficiente, falta de participación pública y muchos otros. La Agenda 2030 de las Naciones Unidas nos ha enseñado que todos los problemas están interrelacionados y son multifactoriales, por lo tanto, acciones en pro de solucionar estos problemas, impactan en otros.
Es bien sabido que a los jóvenes les faltan oportunidades de empoderamiento y participación. Incluso se podría decir que se nos “discrimina” por falta de experiencia laboral, edad y nivel socioeconómico, y ni siquiera estamos considerando a las personas con discapacidad o gente indígena.
Claramente esto no quiere decir que otras generaciones no tienen problemas o que deberíamos dejar de quejarnos porque “ellos sufrieron lo mismo”. Simplemente en México se habla que, en 1938, un trabajador tenía mayor poder adquisitivo que hoy en día.
Como naciones, no podemos progresar si se siguen implementando las mismas soluciones y no se busca mejorar las condiciones de vida.
Hay que reconocer que han habido esfuerzos corporativos y gubernamentales para enfrentar el problema porque vemos más espacios de empoderamiento. Existe más vinculación con las escuelas, oportunidades como becarios, programas de capacitación, entre otros. No obstante, estos esfuerzos no son suficientes.
Va más allá de contratar a las personas que tienen una carrera y darles un buen salario. Necesitamos espacios donde haya inclusividad, diversidad y colaboración.
No es lo mismo integrar a jóvenes laboralmente si no se les considera para la toma de decisiones, no hay espacio de crecimiento y desarrollo.
Este tema va más allá de la Responsabilidad Social. Todos somos corresponsables de los problemas mundiales y locales y depende de nosotros realmente no dejar a nadie atrás. Aprovechemos la tecnología, la educación y cualquier espacio para generar conciencia. Un problema multifactorial no puede resolverse sin la participación de la ciudadanía, organizaciones de la sociedad civil, gobiernos, academia y negocios.
Si eres joven, este es un llamado para que no esperes para ser invitado a participar, sino que te insertes en distintos espacios de acuerdo con tus intereses. Si eres adulto, te invito a que reflexiones qué estás haciendo tú para aportar a esta situación. Hay que responsabilizarnos y darnos cuenta que los problemas mundiales, también nos afectan a nosotros.
Recordemos: “La responsabilidad es algo más que ser un buen ejemplo para otros. Es dar lo mejor de nosotros a diario, sin esperar a cambio nada más que la propia satisfacción de haber vivido en consonancia” (Anónimo)
En Vitalis creemos firmemente en el papel fundamental de los jóvenes por el cambio y es por ello que dedicamos esfuerzos para su formación ¿Quieres conocer parte de estos esfuerzos? Aquí te dejamos dos ejemplos: Programa de Formación de Jóvenes Emprendedores Juveniles y el Programa de Jóvenes por el Cambio en favor de la Gestión Integrada de Recursos Hídricos
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(*) Licenciada en Pedagogía y Maestra de Responsabilidad Social. Líder del área de Responsabilidad Social en Vitalis. Voluntaria en UNITE 2030, World Merit. https://www.linkedin.com/in/andrea-cu%C3%A9llar-medina-9999b4164/ o https://twitter.com/AndreaCuellarM5.
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