Medio siglo de patrimonio mundial

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Cambio Climatico 2 caras

Un momento clave para la acción por el clima.

(*) Por Beatriz Olivo Chacín

En 1988 la ONU creó el Grupo Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC) para evaluar los conocimientos científicos y técnicos relativos al cambio climático y facilitar a los dirigentes políticos evaluaciones periódicas, sus implicaciones y riesgos a fin de proponer estrategias de adaptación y mitigación.

En la Cumbre de la Tierra (Río de Janeiro, 1992) se suscribió la Convención Marco sobre Cambio Climático con el objetivo de lograr la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero. A partir de esa fecha se han realizado 26 Conferencias de las Partes (COP), la última de ellas en 2021 en Glasgow, Escocia (COP-26).

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados por la ONU en 2015, son el plan maestro para conseguir un futuro sostenible para todos. Estos ODS requieren gran voluntad política y una acción ambiciosa de todas las partes involucradas. Sin embargo, como se reconoció en la COP-26, los esfuerzos realizados hasta la fecha han sido insuficientes.

De los 17 ODS, el 13 insta a adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos, tanto la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero como la adaptación al cambio climático. Las metas del ODS 13 son:

1) Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales.

2) Incorporar medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales.

3) Mejorar la educación, sensibilización y capacidad humana e institucional respecto de la mitigación del cambio climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana.

4) Cumplir el compromiso de los países desarrollados para atender las necesidades de los países en desarrollo, y poner en funcionamiento el Fondo Verde para el Clima.

5) Promover mecanismos para aumentar la capacidad para la planificación y gestión eficaces en los países menos desarrollados y los pequeños Estados insulares.

El informe del IPCC sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2021, publicado por la ONU, advierte que los seres humanos y la naturaleza están siendo empujados más allá de su capacidad de adaptación. Muchos de los impactos del calentamiento global ya son irreversibles. Además de los impactos en la salud física, por primera vez el informe afirma que el cambio climático puede estar agravando los problemas de salud mental, incluidos el estrés y el trauma relacionados con los fenómenos meteorológicos extremos y la pérdida de medios de subsistencia y cultura. El Secretario General de la ONU describió este informe como un “atlas del sufrimiento humano”.

A pesar de la desaceleración económica debida a la pandemia, la crisis climática continúa sin grandes variaciones. La reducción temporal de las actividades humanas provocó un descenso de las emisiones. Sin embargo, las concentraciones de gases de efecto invernadero continuaron aumentando en 2020 y alcanzaron nuevos picos históricos.

La COP-26 emitió un documento final que muestra algunos avances. Aunque no es legalmente vinculante, se espera que establezca una agenda global contra el cambio climático para la próxima década. Se destaca la mención sin precedentes de que el carbón es la principal fuente del calentamiento global y existe un compromiso para reducir su uso porque es el responsable de cerca del 40% de las emisiones de CO2 cada año. Estos resultados de Glasgow son los mejores desde la COP-21 de París.

De los resultados de esta COP-26, a la cual asistieron cerca de 200 países y 120 jefes de Estado, más el último informe del IPCC, se desprenden algunas reflexiones:

1) Los gobiernos, y en general las sociedades de los países del mundo, no han logrado dar una respuesta significativa y convincente a la amenaza del cambio climático.

2) Además de las dificultades tecnológicas, se aprecia una falta de voluntad política de parte de los Estados para encarar este problema.

También en la COP-26 se llegaron a acuerdos en las siguientes áreas: aumento de los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, financiamiento, regulación de los mercados de carbono, ayuda para la adaptación y procedimientos de revisión de las contribuciones de los países.

Así pues, se deben adoptar medidas decisivas para que las economías se orienten hacia la neutralidad del carbono. De lo contrario las emisiones de gases de efecto invernadero continuaran aumentando, por lo que deben estar respaldadas por un apoyo financiero cada vez mayor.

La respuesta colectiva a la pandemia de la COVID-19 puede servir como ejemplo en la prevención de una crisis aún mayor. Los gobiernos y las empresas deberían aprovechar las lecciones aprendidas para acelerar las transiciones necesarias para construir un mundo más sano, equitativo y resiliente. Es la oportunidad para que los países reevalúen sus prioridades y lleven a cabo un cambio sistémico hacia una economía más sostenible.

No basta con tener soluciones tecnológicas, marcos jurídicos y estrategias políticas. Es imprescindible tener voluntad y capacidad de aplicar todo esto. Este es un momento clave.

(*) Beatriz Olivo Chacín. Licenciada en Geografía. MSc Planificación del Desarrollo Regional y Urbano. Consultor ambiental independiente. Instructor Certificado en Gestión y Evaluación Ambiental de Proyectos de Inversión para América Latina (BID).

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Importancia de las mujeres en la población

(*) Por María José Santisteban

De acuerdo con estudios estadísticos realizados en los últimos años, actualmente hay 7.700 millones de habitantes en todo el mundo, de los cuales, la mayor parte habitan en China e India abarcando un total de 61% de la población total. Asimismo, se calcula que la tasa de crecimiento de la población mundial es de 83 millones de personas, por lo que se espera que en el 2030 se llegue a 8.600 millones de personas

El 49.7% de la sociedad mundial está formada por mujeres y durante la historia han sido parte fundamental del funcionamiento de los países y comunidades. Gracias a la educación, movimientos sociales y cultura, poco a poco la mujer se está encaminando a una mayor libertad, independencia y equidad en el mundo.

En un sentido literal las mujeres han sido las que engendran a las siguientes generaciones, pero actualmente se estima que habrá una reducción de la fertilidad de la mujer que va a impedir el crecimiento poblacional de todo el mundo y, como consecuencia, se tendrá un envejecimiento de la población. Es importante notar que el crecimiento poblacional no sólo es afectado por la reducción de la fertilidad, también últimamente menos parejas deciden tener hijos, hay mayor planificación familiar y las familias son menos numerosas. 

Por otro lado, bien es conocido que el COVID-19 trajo consecuencias en el ámbito de la salud, en la economía, en el medio ambiente, en la cotidianidad, las formas de vivir y relacionarnos. Queremos enfatizar y dirigir la plática a los impactos generados en torno  a la mujer en México, uno de los sectores de la sociedad más vulnerable:

  • En el sector de la salud, especialmente en enfermería, hay más mujeres que logran soportar el trabajo en los hospitales y en los centros de salud. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo de 2021, éstas representan el 79% de la población y los hombres el 21%. De acuerdo con El Financiero (2022), por cada 100 pesos mexicanos que gana un hombre, las mujeres perciben 73. 
  • Las mujeres dedican más tiempo al cuidado de sus hijos y al de los adultos mayores. Durante la pandemia, muchas de ellas han dejado sus labores o redujeron sus jornadas laborales, que de acuerdo con El País (2021), 7 de cada 10 desempleados por la pandemia, en México, son mujeres. 
  • En México, el 66.1% de mujeres de 18 años o más han sido víctimas de actos de violencia. Pero a raíz de la pandemia, los casos de violencia doméstica contra la mujer han aumentado significativamente (Expansión, 2022).  

En conclusión, la población va en aumento y el mayor problema al que se enfrenta es que no existe una igualdad de oportunidades y equidad. Es importante invertir en sociedades inclusivas, equitativas con derechos humanos y oportunidades de desarrollo.

Como se mencionó anteriormente, la mujer es una pieza clave de la sociedad que conforme pasa el tiempo se enfrenta a situaciones diversas y nuevos retos como el Covid-19. Está en decisiones diarias y un conjunto de pequeños esfuerzos por parte de todos, la oportunidad de exigir, impulsar y crear nuevas oportunidades y mejores condiciones de equidad para este gran porcentaje de población.

Te invitamos a reflexionar en tu día a día, ¿tus acciones, comentarios y actitudes aportan e impulsan la equidad hacía las mujeres?

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(*) María José Santisteban. Ingeniera Industrial de la Universidad de Anáhuac, México con Diplomado en Tecnología para los Negocios y en Liderazgo Empresarial. linkedin.com/in/maria-jose-santisteban

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Consumo y producción sostenibles. Hacia el ODS 12

(*) Por María Soledad Tapia

Independientemente del grado de desarrollo de los países, este ODS transversal, persigue cambios estructurales y la transición hacia modelos económicos y patrones de producción y consumo sostenibles, buscando orientar la demanda y la oferta hacia productos y servicios con menor impacto ambiental.

Sus metas son:

  • Planes de consumo y producción responsable.
  • Uso eficiente de recursos naturales.
  • Reducción de pérdidas y desperdicios de alimentos.
  • Gestión de desechos y productos químicos.
  • Prevención, reducción, reciclado y reutilización de desechos.
  • Empresas con prácticas sostenibles e informes con el componente de sostenibilidad incluido.
  • Adquisiciones públicas sostenibles.
  • Educación mundial para el desarrollo sostenible y estilos de vida en armonía con la naturaleza.
  • Ciencia y tecnología para la sostenibilidad.
  • Turismo sostenible.
  • Regulación de subsidios a combustibles fósiles.

Para lograr modalidades de consumo y producción sostenible para 10 mil millones de personas en 2030, es inaplazable redefinir los sistemas alimentarios para reducir su huella ecológica: no usar tierra adicional, salvaguardar la biodiversidad, reducir y administrar el consumo de agua, gestionar ecológicamente los químicos y la contaminación por nitrógeno y fósforo, reducir los gases de efecto invernadero (GEI) emitidos, minimizar las pérdidas y desperdicios de alimentos (PDA), implementar prácticas sostenibles de transformación, comercialización, servicios de alimentos y hogares, además del acceso universal a información sobre estilos de vida saludables, con seguridad alimentaria plena, en armonía con la naturaleza.

La Meta 12.3 “De aquí a 2030, debe reducirse a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y reducir las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha”, comprende las pérdidas y el desperdicio, medidos por dos indicadores distintos.

Pérdida es la disminución de la cantidad o calidad de los alimentos debido a las decisiones y acciones de proveedores en la cadena alimentaria desde la producción al transporte, antes de llegar al comercio minorista: alimentos descartados, incinerados o desechados, desde la cosecha/sacrificio/captura hasta el nivel minorista, sin incluirlo, que no ingresan nuevamente en ninguna otra utilización productiva como alimento o semilla. La FAO (2019) estimó el Índice de Pérdida de Alimentos (Food Loss Index) en 14%. El desperdicio de alimentos es la disminución en su cantidad o calidad, debido a las decisiones y acciones de los minoristas, proveedores de servicios alimentarios y consumidores.

En abril 2021, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización Británica sobre Residuos WRAP (Waste and Resources Action Programme), publicaron el Índice de Desperdicio de Alimentos (Food Waste Index): 17% de la producción mundial de alimentos terminó en la basura. En cifras es aterrador. En 2019, 931 millones de toneladas de alimentos fueron desperdiciados: 61% en hogares, 26% en servicios alimentarios y 3% en comercios como supermercados o mercaditos.

Recientemente, el Fondo Mundial para la Naturaleza con Supermercados Tesco, publicaron un informe que cuantifica los alimentos perdidos en granjas/campo: aproximadamente 1.200 millones de toneladas. Se utilizan 4.4 millones de km2 de tierras agrícolas y 760 km3 de agua para producir 1200 millones de toneladas de alimentos perdidos antes, durante y después de la cosecha o desviados hacia otros usos, como alimentación animal y biocombustible.

La suma de todo lo anterior es de 2.500 millones de toneladas de alimentos que se dejan de consumir anualmente en todo el mundo por pérdida o desperdicio. En términos de seguridad alimentaria, el problema de las PDA es dramático. La humanidad malbarata una de cada tres calorías producidas, suficientes para alimentar a tres mil millones de personas.

Es esencial educar y sensibilizar acerca de que los alimentos que nunca se consumen pues representan el dispendio de los recursos usados para su producción: la tierra, la biodiversidad y los ecosistemas afectados por el cultivo, cría o pesca, el trabajo del agricultor, del ganadero, del pescador, el transporte, su esfuerzo. Los consumidores no pueden influir en las decisiones y acciones de algunos actores de la cadena de suministro, por ejemplo: suplir diésel en una crisis nacional de combustible o impedir los problemas eléctricos y sus efectos en la cadena del frío, pero sí pueden sensibilizarse con respecto a los desperdicios que generan.

Otro aspecto esencial, según FAO, es recuperar y redistribuir los alimentos –también denominado rescate o donación de alimentos–, así como la rebusca. Se podrían adquirir a precios reducidos y comercializarlos en nuevas cadenas de valor que incluyan la distribución de rubros que de otro modo se perderían/desperdiciarían, a personas en inseguridad alimentaria.

Los programas de recuperación/redistribución como bancos de alimentos, comedores sociales o programas escolares de alimentación y nutrición, desempeñan un papel cada vez más importante, no solo como soluciones contra las PDA sino para promover el derecho a la alimentación.

Una buena idea es desarrollar aplicaciones (apps) que contacten las ofertas (alimentos con fecha de caducidad cercana, comidas que no despacharán los restaurantes, cosechas retenidas, etc.) con las demandas: organizaciones que combaten el hambre, usuarios comunes, etc. Cosas para pensar.

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(*) María Soledad Tapia. Bióloga, Master of Science y Doctora en Ciencias. Profesora Titular Jubilada Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos, Facultad de Ciencias, Universidad Central de Venezuela. Creadora de la Fundación “5 al día Venezuela”. Miembro Correspondiente de la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales de Venezuela.

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¿Lograremos el ODS 11?: Ciudades y Comunidades Sostenibles

(*) Por Alfredo Cilento-Sarli

El 55% de la población mundial, que en 2050 pudiera llegar al 70%, habita en ciudades que consumen gran parte del suministro energético mundial y son responsables del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las ciudades constituyen la principal causa del cambio climático, pero también son decisivas para lograr la reducción de las emisiones que provocan el aumento de la temperatura global. Dado su rol como centros de cultura, trabajo, innovación y creatividad, pueden generar políticas y acciones para combatir el calentamiento global. De ahí que el ODS 11 sea tan importante: lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.

Las metas del Objetivo 11 son ambiciosas. Para 2030:

  • Asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales
  • Acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles y mejorar la seguridad vial… especial atención a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad.
  • Aumentar la urbanización inclusiva y sostenible y la capacidad para la planificación y gestión participativa de los asentamientos humanos.
  • Redoblar esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural del mundo.
  • Reducir significativamente el número de muertes y afectados por desastres y las pérdidas económicas.
  • Hacer hincapié en la protección de los pobres y personas en situaciones de vulnerabilidad.
  • Reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades… especial atención a la calidad del aire y la gestión de los desechos urbanos.
  • Acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles, particularmente para las mujeres, niños, ancianos y personas con discapacidad.
  • Apoyar vínculos económicos, sociales y ambientales positivos entre zonas urbanas, periurbanas y rurales.
  • Políticas y planes integrados para promover la inclusión, uso eficiente de los recursos, mitigación del cambio climático y resiliencia ante desastres
  • Poner en práctica la gestión integral de los riesgos de desastre a todos los niveles, con asistencia financiera y técnica a los países menos adelantados para construir edificaciones sostenibles y resilientes utilizando materiales locales.

Desde 2020 el calentamiento global y la COVID-19 han tenido consecuencias negativas sobre la sostenibilidad y resiliencia de ciudades y comunidades, a pesar de que la pandemia ha incidido positivamente sobre los niveles de contaminación atmosférica. Pero la Agencia Internacional de Energía (IEA) advierte que las emisiones de carbono pueden aumentar en 1.500 millones de toneladas en 2021, revirtiendo el declive del año 2020. Las emisiones de CO2 alcanzarían niveles récord en 2023 y continuarían aumentando de implementarse las medidas de recuperación económica anunciadas hasta la fecha.

Para mayor angustia, el 01-08-2021 el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU divulgó un documento concluyente sobre la crisis climática planetaria. El secretario general de la ONU lo calificó como “un código rojo para la humanidad“. El calentamiento global está ocurriendo más rápido de lo que los científicos pensaban anteriormente.

Las proyecciones indican un incremento 1,5 grados de la temperatura en las próximas dos décadas. Quedó claro que la única forma de frenar y eventualmente revertir el calentamiento es reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero. Evitar 1,5 grados de calentamiento es casi imposible; sin embargo, se puede mantener ese umbral crítico y evitar el empeoramiento de los impactos desastrosos de 2 grados de incremento si se actúa de inmediato.

Urge entonces acelerar al máximo el cumplimiento de los ODS (especialmente el Objetivo 11) con la participación activa de instituciones, gobiernos, empresas, academia y sociedad, y garantizar y medir el acceso para todos a los equipamientos y servicios de un nuevo modelo de ciudad sostenible, regenerativa y resiliente. Esto tiene implicaciones políticas, económicas y en el modo de vida de los ciudadanos. Un modo de vida con menos diferencias, más solidario, más modesto, más saludable y menos consumista, es decir más resiliente. Si algo demuestran tanto la crisis del cambio climático como la COVID-19 es que vivimos en un mundo interconectado. Ningún país puede hacerles frente por separado si se espera que “nadie se quede atrás”.

En un escenario global de pesimismo, incertidumbre e inequidad, consolidar ciudades y comunidades sostenibles y reducir el cambio climático deben ir acompañados de compromiso, equidad y solidaridad.

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(*) Alfredo Cilento-Sarli. Arquitecto. Doctor Honoris Causa por la Universidad Central de Venezuela. Profesor Titular del Instituto de Desarrollo Tecnológico de la Construcción, Universidad Central de Venezuela. Individuo de Número de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat. (Venezuela)

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Sindemia, aumento de brechas y resiliencia.

(*) Por Alberto Rodríguez

El ODS 10 se orienta a reducir las desigualdades en y entre países. Está dentro de la “P” de “Prosperidad“. Consiste en el difícil reto de promover un progreso social, económico y tecnológico que siendo respetuoso con el ambiente permita una vida prospera para todos. Progreso más acelerado para los sectores vulnerables, que resulte en un empuje que permita reducir las brechas que existen. No se puede dejar a nadie atrás.

El concepto de sindemia resulta importante para entender los efectos del covid 19 en las variaciones significativas dentro de las comunidades, países y regiones. Sindemia es un neologismo que combina sinergia y pandemia, situación en que varias epidemias coexisten y se potencian mutuamente, facilitada por condiciones sociales y ambientales que hacen que algunos grupos sean más vulnerables o sufran más las implicaciones que se generen.

La noción de sindemia nos permite ver dos momentos de los efectos generados por el covid de manera diferencial en los grupos sociales y los países: el inicial, de los contagios y, el siguiente, de los múltiples impactos que generan, observándose un aumento en las brechas de estos grupos y países:

  • Aumento de las brechas de los impactos posteriores.
  • Aumento de las diferencias del acceso a la educación y de calidad de la misma, con una disminución significativa de la empleabilidad para algunos grupos sociales.
  • Aumento de los ingresos para algunos grupos sociales en contrate con el aumento del desempleo y la disminución de los ingresos para otros. Situación que agranda las diferencias de las remuneraciones previas.
  • Incremento sustancial de las grandes fortunas por capitalización de propiedades, acciones, bienes de lucro y otros activos que tienes a su disposición, en contraste con la depreciación de las propiedades y activos de sectores medios y bajos de las sociedades.

El aumento de las brechas puede tener dos alcances. Uno que sería circunstancial pues se pudiese recuperar después de la ocurrencia de la pandemia. Otra que sería más estructural y que al relacionarse a la sindemia seria más difícil de solucionar. El aumento de las brechas significa hablar de ampliación de las diferencias en la prosperidad.

La prosperidad se construye con la gente, pero se requiere tener las herramientas para ello. Algunos la pueden tener, pues fueron resistentes (lograron superar la situación con los recursos disponibles) durante la pandemia y otros que tenemos la esperanza que sean resilientes (padecieron la situación y fueron marginados por varias vías durante la sindemia).

La resiliencia es la capacidad de superar un shock que se sufrió severamente. En este caso está relacionado con los perdedores, los que fueron excluidos, los que padecieron los daños y logran “resucitar”. Imaginemos jóvenes que quedaron fuera del servicio educativo y logran tener competencia en empleabilidad similar a los que si participaron en escuelas de calidad, clave para el desarrollo económico sostenible de las naciones.

El reto de reducir la desigualdad entre los países y a lo interno de los países (ODS 10) pasa por trascender las prácticas convencionales aplicadas e incorporar perspectivas/herramientas de innovación para el desarrollo social y económico basados en la “P” de “Prosperidad”. Ya no resulta suficiente tratar de repetir las experiencias exitosas actuales (puntos de llegadas) sino emular los recorridos que, de forma acelerada, lograron recortar las brechas existentes (caminos realizados).

El ODS 10 es un objetivo que es más consecuencia de la integración de los logros de los otros objetivos. Especialmente útil si lo vemos con la noción de las 5P (Prosperidad, Planeta, Paz, Personas, Alianzas). Desarrollar un aumento de la prosperidad pasa por una economía robusta, que supone personas con empleabilidad competitiva, que en una América Latina con amplia biodiversidad basarse en el planeta, que en algunos casos disminuir la violencia (Paz), para lo cual se requiere fomentar alianzas entre las organizaciones, comunidades y actores sociales para multiplicarlo. Los logros de este objetivo pasan por tener logros en los otros desde una perspectiva más competitiva.

La resiliencia como clave de la disminución de la brecha puede pasar por la innovación permanente desde las oportunidades de las economías de colores: Verde (naturaleza), Naranja (creatividad), y Plateada (Cuidado). Para lo cual se requiere de una perspectiva y acción compartida entre los actores de nuestra sociedades/comunidades.

(*) Alberto Rodríguez. Licenciado en Sociología y Licenciado en Educación con Maestría en Administración. Investigador, consultor y facilitador de proyectos sociales y organizaciones de desarrollo. Actualmente es el Coordinador de Sociología de la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, Venezuela.

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