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Hablemos sobre Educación Ambiental en espacios culturales

Dra. Maritza Acuña (*) @maritzacuna

Es importante incorporar a los espacios culturales los temas de Ambiente y Educación Ambiental (EA), dado que la problemática ambiental en el mundo convoca a todos los componentes sociales a fijar posición para establecer una mejor relación con el ambiente, y que mejor estrategia que unir a estos espacios en esta loable labor

La UNESCO (2002), señala que la educación juega un importante papel para moldear actitudes, valores y conducta, a la par que desarrolla capacidades, habilidades y el compromiso necesario para construir un futuro sostenible.

En este sentido, se puede decir que la EA debe servir para la correcta orientación de los valores y las conductas humanas sobre el ambiente. Puede potenciar un verdadero cambio en los individuos y en las comunidades. Adaptada a la realidad económica, social, cultural y ecológica de cada país. 

La EA debe promover la formación de una cultura de respeto a la naturaleza y sus recursos, así como el reconocimiento de que el ser humano forma parte de ella, propiciando el desarrollo de individuos informados, críticos y participativos que asuman su responsabilidad con el ambiente y desarrollen relaciones armónicas con éste.

En el Tratado de EA para sociedades sustentable y responsabilidad global se plantea que debe tener como base el pensamiento crítico e innovador, en cualquier tiempo o lugar, en sus diversas formas: formal, no formal e informal, promoviendo la transformación y la construcción de la sociedad.

Además, debe ser individual y colectiva, con el propósito de formar ciudadanos con conciencia local y planetaria que respeten la autodeterminación de los pueblos y la soberanía de la nación. Así como incorporar una perspectiva holística enfocando la relación entre el ser humano, la naturaleza y el universo de forma interdisciplinaria.

Estimular la solidaridad, la igualdad y el respecto a los derechos humanos, valiéndose de estrategias democráticas e interacción entre las culturas, para integral conocimientos, aptitudes, valores actitudes y acciones y convertir cada oportunidad en experiencias educativas de la sociedad sustentable. Racionalizar la demanda de recursos comunes se debe convertir en uno de los principales objetivos para las políticas públicas, a fin de disminuir la sobreexplotación de los ecosistemas y la pérdida de calidad ambiental.

A través de la EA no Formal, se puede lograr la transmisión (planificada o no) de conocimientos, aptitudes y valores ambientales, fuera del Sistema Educativo institucional, que conlleve la adopción de actitudes positivas hacia el medio natural y social, que se traduzcan en acciones de cuidado y respeto por la diversidad biológica y cultural, y que fomenten la solidaridad intra e intergeneracional. Es decir, pasar de personas no sensibilizadas a personas informadas, sensibilizadas y dispuestas a participar en la resolución de los problemas ambientales.

Existe la necesidad de llegar a diferentes públicos a través de los espacios culturales para fomentar a través de pedagogías experimentales y el reconocimiento de la EA como producción de saber crítica, aprovechando las nuevas tecnologías, redes sociales, éticas hacker y de código abierto, urbanismo informal, entre otras para potenciar pedagogía crítica y la rama más comunitaria de la educación.

Generar espacios de procesos, o laboratorios ciudadanos, o de mediación, donde se difuminan las labores educativas, comunicativas y comunitarias.

En resumen, debe ayudar a desarrollar una conciencia ética sobre todas las formas de vida con las que compartimos en este planeta, respetar sus ciclos vitales e imponer límites para la explotación de estas formas de vida por parte de los seres humanos e impulsar un cambio de mentalidad en relación con la calidad de vida.


*Dra. Educación Ambiental. Asociado de ONG Vitalis. Coordinadora General de la ACE Pequeños Científicos desde 2001/19. Directora General de Museo de Ciencias Naturales de Caracas.2014/15 Profa. Escuela de Educación de la UCV, 2004/14.

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¿A quién pertenecen los recursos comunes?

Luís Alejandro Padrino (*) @agua_ambiente

Los recursos comunes o recursos de propiedad común, son definidos como un conjunto de bienes o servicios, de carácter natural o antropógeno, que no son sujeto de propiedad privada, pero sí de sustracción o afectación particular, lo que puede causar externalidades que disminuyen la disponibilidad del bien o generan una alteración en la función del sistema ecológico o social.

De esta manera, los recursos comunes son limitados, siendo susceptibles al agotamiento y la decadencia por la intervención humana- sin control.

Una exploración critica disruptiva sobre los recursos comunes, es la planteada por el ecólogo estadounidense James Garrett Hardin en su ensayo La Tragedia de los Comunes publicado el 13 de diciembre de 1969, donde se ilustra como el crecimiento desmesurado de la población mundial es impulsado por el egoísmo individual y la competencia por el acaparamiento de recursos, sin importar los impactos negativos colectivos en lo social, económico y ambiental.

En efecto, los recursos comunes y en especial los ambientales tienden a ser subvalorados en cuanto a su importancia y sobrestimados en cuanto a su capacidad de regeneración o asimilación de los distintos contaminantes que liberamos al ambiente, por lo que existe la percepción de que son infinitos, inagotables y que pueden ser aprovechados sin efectos colaterales.

Los recursos comunes son la base económica de la sociedad desde sus inicios, pero con la industrialización, el fomento de modelos extractivistas y el incremento de la demanda de recursos como consecuencia del crecimiento demográfico, la presión sobre estos recursos va en aumento amenazando la sostenibilidad de la misma economía y bienestar social.

En este esquema depredador del ambiente, los factores políticos y de poder económico ejercen gran influencia en el mantenimiento de un status quo, donde paradójicamente las facciones más conservadoras desean imponer y mantener un modelo liberal de depredación de los recursos comunes.

Racionalizar la demanda de recursos comunes se debe convertir en uno de los principales objetivos para las políticas públicas, a fin de disminuir la sobreexplotación de los ecosistemas y la pérdida de calidad ambiental.

Es necesario generar moderación mediante la coerción, debido a que iniciativas basadas solo en la propaganda y apelar a la conciencia colectiva no genera resultados substanciales y eficaces, en su lugar medidas coercitivas fundamentadas en mecanismos fiscales como impuestos o en incentivos a la sostenibilidad -como los pagos por servicios ambientales-, pueden brindar mejores resultados en un plazo más corto. De esta manera, mediante la implantación de políticas públicas orientadas al reconocimiento del valor de los bienes y servicios ambientales se lograría una mayor racionalidad en el uso y aprovechamiento de los mismos.

Los recursos comunes no solo son un patrimonio y objeto de derecho de todas las personas del planeta, sino que son un patrimonio de la misma naturaleza.


*Profesional Asociado de Vitalis. CEO del Grupo Ambing, C.A.

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¿Cuáles son las causas de los incendios en Australia?

por Diego Díaz Martín, PhD. @DDiazMartin (*)

El mundo entero está sorprendido por los lamentables incendios forestales en Australia, preguntándose cuáles son sus causas y por qué no han sido atendidos en forma expedita.

La extensión de los incendios es tan grande, que ya han arrasado con superficies superiores a la extensión de toda Costa Rica, o a la de Dinamarca y Holanda juntos. Solamente en Nueva Gales del Sur se han quemado más de cuatro millones de hectáreas, cifra que supera a los incendios ocurridos en 2018 en California de 1.8 millones de hectáreas, y más recientemente en el Amazonas equivalente a 900 mil hectáreas.

Si bien en Australia siempre han experimentado incendios forestales durante el verano, la situación que se inició en octubre de 2019 y aún persiste, supera fenómenos similares de décadas anteriores, lo cual tomó a las autoridades locales sin la debida preparación.

¿Cuáles son las causas de los incendios forestales?

Sin dudas el calentamiento global está detrás de la lamentable situación australiana.

Según algunos expertos, la causa inmediata podría estar en un fenómeno conocido como “Dipolo del Océano Índico”, también conocido como el “Niño Indio”. Este es una oscilación irregular de las temperaturas superficiales del Océano Índico que trae como consecuencia que en la región occidental la temperatura del mar sea más cálida de lo normal y, en la oriental, más fría, generando más lluvias e inundaciones en África oriental y sequías extremas en Australia y el sudeste asiático.

Recordemos que en 2019, Australia experimentó a mediados de enero temperaturas superiores a los 50 grados centígrados, y estableció dos veces un nuevo récord de temperatura promedio para ese país: El 17 de diciembre alcanzó un máximo de 40.9ºC, y al día siguiente 41.9ºC. 

Todo lo anterior ha contribuido a prolongar el período de sequía y a acrecentar los incendios. La situación es alarmante.

¿Solo el calentamiento global?

Los incendios forestales en Australia se esparcen principalmente a lo largo de la costa este y sur, que es donde vive la mayoría de la población, incluyendo áreas circunvecinas de Sydney y Adelaide. Ello podría sugerir el posible inicio de los incendios, aunque los expertos, en este caso, le confieren más importancia a las causas naturales.

Estadísticamente hablando, el origen de los incendios forestales está en dos grandes categorías: inducidos accidental o intencionalmente por los humanos, o producidos por causas naturales.

Los incendios causados ​​por los humanos constituyen el mayor porcentaje de las quemas forestales en el mundo. Entre sus causas destacan una amplia gama de detonantes que incluyen desde un cigarrillo hasta una fogata, además de los fuegos intencionales o accidentales, derivados de malas prácticas agrícolas o forestales.

En cuanto a las causas naturales, los incendios usualmente pueden comenzar con un rayo, y en un porcentaje muy pequeño, con la combustión espontánea de biomasa seca, como aserrín y hojas, estimulada por una fuente de calor que inicia el incendio, exacerbadas por las condiciones del estado del tiempo.

En relación con los rayos, vale destacar que por lo regular existen dos tipos: “fríos” y “calientes”. Los rayos fríos comprenden una corriente eléctrica intensa pero de duración relativamente corta. Los rayos calientes tienen corrientes con menos voltaje, pero ocurren durante un período de tiempo más largo. En este sentido, y de acuerdo con el Servicio de Parques de los Estados Unidos, los incendios forestales de origen natural, generalmente se inician con rayos calientes inusualmente duraderos. Estos pueden arder por horas antes de ser detectados por las autoridades, lo cual complica su control.

Es importante mencionar que los incendios forestales, tal y como puede apreciarse en las distintas imágenes de satélite, no iniciaron en un solo punto, razón por la cual la teoría más acertada, podría ser una combinación de causas naturales y humanas, intensificadas por las condiciones del clima.

¿Por qué Australia sigue ardiendo y los incendios no se han podido controlar?

A las altas temperaturas y bajas precipitaciones, se suman las grandes extensiones que limitan su inmediato y efectivo control.

Si bien las autoridades están lanzando agua y agentes extintores desde aviones y helicópteros, y también desde el terreno, los recursos son insuficientes, y los esfuerzos se están centrando en evitar que los incendios se extiendan en zonas urbanas para salvar vidas.

¿Qué podemos hacer?

Los incendios forestales constituyen un fenómeno relativamente normal, considerado en algunas áreas como parte de la dinámica natural de muchos ecosistemas. Sin embargo, su desproporcionada extensión y poder destructivos, contribuyen con impactos ambientales negativos e irreversibles para nuestro planeta.

En el control de incendios, debemos seguir desarrollando las mejores prácticas ambientales para valorar, atender y controlar de la mejor manera posible sus impactos desfavorables, además de fomentar nuevas tecnologías que permitan hacer más eficiente su detección y extinción temprana.

Asimismo, debemos seguir activos en la lucha contra el cambio climático, haciendo todo lo necesario para convivir con el nuevo clima, sin comprometer la supervivencia de la vida en el planeta, procurando un balance entre las medidas de mitigación y adaptación.

El calentamiento global es una triste realidad que debemos atender en forma integral e integrada, evitando que situaciones como estas se repitan.

Nadie puede (ni debe) quedarse fuera de esta batalla que hoy cobra la vida de miles de hectáreas forestales y millones de animales, algunos de ellos amenazados de extinción.


(*) Diego Díaz Martín es Biólogo, Maestro en Gerencia Ambiental y Doctor en Proyectos de Ingeniería. Presidente y Fundador de Vitalis. Profesor de distintas universidades como el Tecnológico de Monterrey y la red de universidades Anáhuac en México. https://www.linkedin.com/in/ddiazmartin/

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