Covid-19. Tiempo de oportunidades para construir un mundo posible

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Un desafío inesperado del siglo XXI: implicaciones del Covid-19 sobre ODS

Por Militza Correa Viana(*), MSc.

El Covid-19, un agente hasta ahora desconocido, ha impactado todos los aspectos de la humanidad. Originado en China a finales de 2019, es un coronavirus tipo 2, que a través de la movilización internacional se propagó hacia otros países asiáticos, apareció en el resto de los continentes y alcanzó la categoría de pandemia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta en su página oficial del 25/06/20, un total de 9.296.202 personas contagiadas y 479.133 muertos por Covid-19. América es el epicentro actual de la pandemia con más de 4,5 millones de enfermos y 53.800 decesos.

A objeto de reducir los impactos del Covid-19, los gobiernos nacionales han aplicado medidas tales como la paralización temporal de actividades económicas, administrativas y de servicios, el confinamiento social y el cierre de instituciones educativas, las cuales representan altísimos costos sociales y económicos a corto, mediano y largo plazo. El Banco Mundial estima que la economía global se reducirá 5,2% durante este año. La pérdida de 3,6% del ingreso per cápita conducirá a millones de personas a la pobreza extrema y todos los mercados emergentes y las economías en desarrollo serán seriamente afectadas.

¿Cómo seguir avanzando hacia el desarrollo sostenible y construir respuestas acertadas ante la nueva realidad del siglo XXI generada por el Covid-19?. He aquí un desafío inesperado: poner fin a la pobreza, proteger el ambiente y mejorar las vidas de las personas, en un escenario más complejo, con mayores diferencias entre e intrapaíses y problemas graves de empleo, ingresos, seguridad alimentaria, salud y educación. 

Abordemos brevemente los planteamientos de algunos actores internacionales. La CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) propone que los organismos multilaterales garanticen el acceso de las naciones menos favorecidas al financiamiento para sostener sus gastos sociales y actividades económicas. De igual manera se requieren estrategias de desarrollo regionales y subregionales dirigidas a asegurar las cadenas de producción, suministro de alimentos y bienes críticos y el fortalecimiento del comercio intrarregional.

Según la Junta de Monitoreo de Preparación Global (JMPG), es imprescindible financiar e implementar el reglamento sanitario internacional, invertir en tecnologías sanitarias en los países más vulnerables y diseñar e instrumentar sistemas locales de gestión médica que incluyan la educación de las comunidades con respecto a los riesgos de salud.

En referencia a la alimentación, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) considera imperioso reforzar, tanto los programas de asistencia contra el hambre y la malnutrición en las poblaciones más frágiles, como los proyectos de apoyo a pequeños productores y agricultura familiar.

UNESCO, UNICEF y PMA han establecido la Coalición Mundial para la Educación y un conjunto de directrices para la educación que incluyen reformas para ampliar el acceso de los niños marginados, financiamiento de sistemas educativos, condiciones seguras en escuelas, compensación del aprendizaje y programas de bienestar y protección de los estudiantes.

Las ciudades deberán ser sostenibles y para ello el BID sugiere formular políticas públicas de prevención de epidemias, ampliar la dotación de equipamiento e infraestructura, reforzar el liderazgo comunitario, activar las economías locales, establecer planes de emergencia y recuperar y habilitar espacios abiertos.

El futuro se muestra difícil y retador, el Covid-19 llegó y permanecerá entre nosotros. Desde la perspectiva posibilista, este acontecimiento representa una oportunidad para aprender y optar decidida y valientemente por relaciones y acciones dirigidas a garantizar la sostenibilidad de la vida.


(*) Militza Correa es Geógrafa, especialista en Gestión Ambiental. Actualmente se desempeña como Líder Global de Sustentabilidad de Vitalis, con énfasis en los Objetivos de Desarrollo Sustentable. mcorrea@vitalis.net

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Sin Salud, no puede haber desarrollo sustentable.

Ing. Javier Alejandro González Contreras (*)

La salud es una condición social inherente a todo ser humano, y procura el bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. También es un concepto extendido a los recursos naturales, al referirnos a un ambiente sano, seguro y ecológicamente equilibrado.

Dentro de los objetivos del desarrollo sustentable (ODS), es de suma importancia garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades, con el fin de edificar sociedades prósperas.

La principal autoridad encargada de la salud es el gobierno, con la participación de todas las entidades, sin embargo, no podemos desestimar el rol individual y colectivo para garantizar el bienestar.

Por una parte, el gobierno debe garantizar la salud impulsando y manteniendo un sistema que permita el acceso a la asistencia sanitaria, además de personal, así como de la infraestructura adecuada. Asimismo, es vital que desarrolle y sustente un sistema de prevención, que impulse las mejores prácticas en la población, y en la gestión pública, para lograr disminuir la incidencia de enfermedades.

El acceso a la salud es un derecho que debe gozar todo ser humano sin importar su origen étnico, género, edad, discapacidad, condición social, religión, opiniones, preferencias sexuales, o cualquier otra que atente contra su dignidad humana. Es de gran relevancia tomar conciencia que la prevención de enfermedades en las personas comienza con uno mismo y posteriormente en el entorno.

En los últimos años el área médica ha realizado avances significativos incrementando la esperanza de vida en todo el mundo, principalmente en los Países Bajos, debido a la reducción de las muertes infantiles y de las muertes por enfermedades infecciosas en los adultos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) en el presente año, establece que la esperanza de vida al nacer en 2015 fue de 71.4 años (73.8 años en las mujeres y 69.1 años en los hombres); una disminución aproximada del 84% de muertes de sarampión de 550000 a 89780 registradas entre 2000 y 2016. Asimismo, estableció que la tasa de mortalidad de menores de 5 años en 2015 fue de 43 por 1000 nacidos vivos, lo que representa una reducción del 44% con respecto al año 2000. Aun así, en 2015 fallecieron cerca de 5.9 millones de niños.

Los sistemas nacionales de salud han tenido avances formidables, reflejados en el incremento considerable en la esperanza de vida y la disminución de muertes por enfermedades. Sin embargo, la incorporación de la población a los mencionados sistemas es tan sólo el primer paso para contar con acceso a los servicios de la misma.

Si contamos con un sistema de salud lo suficientemente sólido orientado a garantizar la prevención y no solamente a la curación, podremos promover un buen nivel de vida en la población, lo que conlleva a mejorar las condiciones sociales de los países.

Sin salud humana, y de los ambientes naturales en general, no puede haber desarrollo sustentable.

(*) Ingeniero Industrial. translogme@gmail.com

 

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