(*) Por Nieves Dácil Hernández Lorenzo

El ODS 17, Alianza para el logro de los Objetivos, como está definido en su enunciado, es fundamental para alcanzar el resto de los objetivos del desarrollo sostenible. La naturaleza de la Agenda 2030, ambiciosa, horizontal y multidimensional, determina la imperiosa necesidad de establecer Alianzas que a su vez sean ambiciosas, sinérgicas y globales. Este reto de vinculación debe estar soportado en concretar metas que trascienden fronteras e intereses, en el entendido de que son el bienestar colectivo y la conservación del planeta, como un todo, las claves para alcanzar el Desarrollo Sostenible.

Los ejes focales de actuación en este ODS consideran: El fortalecimiento de la movilización de recursos hacia los países en desarrollo y menos desarrollados para mejorar sus capacidades, la sostenibilidad y reducción de su deuda externa y mayores niveles de Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) por parte de los países desarrollados. La promoción e incremento de la cooperación, soportada en la ciencia, tecnología e innovación, con énfasis en el desarrollo y divulgación de tecnologías sostenibles, así como el mejoramiento de las tecnologías de información y las comunicaciones. La promoción de un comercio global basado en normas abiertas, no discriminatorias y equitativas. El aumento de estabilidad macroeconómica mundial para la erradicación de la pobreza.

La ONU, a través del documento The Sustainable Development Goals 2020, destaca la insuficiencia de los esfuerzos y recursos invertidos de cara a la complejidad de los desafíos y la imperiosa necesidad de incorporar cambios que viabilicen el compromiso de la Agenda con las generaciones actuales y futuras.

Como datos a resaltar presentados en el citado documento en relación al ODS 17, se reconoce el ascenso de los flujos netos de AOD y se señala el compromiso por parte de los países donantes de realizar esfuerzos para protegerlos contra los efectos de la pandemia de la Covid-19. Después de alcanzar máximos históricos, se espera un descenso drástico en la magnitud y flujos de remesas hacia los países de ingresos bajos y medianos. Así mismo, se proyecta una disminución del comercio mundial, con una tendencia a disociar las cadenas globales de valor, cambiando así la dinámica de la inversión extranjera. Hechos que afectarán de forma negativa la proporción de la deuda externa sobre los flujos de exportación de los países en desarrollo.

Como aspecto positivo se destaca el incrementado uso de la tecnología, a pesar de que la mitad de la población mundial aún no está conectada. Se señala que actualmente, 30% de los jóvenes son nativos digitales y que a su vez, un 90% de las personas que no usan internet en el mundo, habitan en países en desarrollo. Así mismo, se alerta sobre la necesidad de aumentar la fiabilidad de los datos como soporte esencial para la gestión del desarrollo y las limitaciones que en esta materia tienen de los países más pobres.

Sí, hemos avanzado, pero no al ritmo que demandan los desafíos de la Agenda 2030, ahora incrementados por los efectos de la pandemia. En este momento y ante esta situación, ¿qué podemos hacer? Recoger y compartir las lecciones aprendidas, apoyarnos en la potencia de la conectividad para dar el salto que acorte brechas entre países, comprometernos a todos los niveles y en todos los espacios, entendernos desde la convicción de que el centro del hacer son las personas y el planeta, relacionarnos con visión de futuro y acción de presente.

El ODS 17 nos llama con carácter imperativo a establecer conexiones en todos los ámbitos, partiendo desde lo local y cercano, generando sinergias que vayan conformando una masa crítica transformadora. Nos llama a conformar un Alianza Mundial inclusiva, que no admite rezagos, que se soporta en el compromiso de todos y a todos los niveles, que se constituye en el instrumento para alcanzar, con base en la justicia y la paz, la consolidación de un nuevo orden social, económico y ambiental global que asegure la permanencia del planeta y el bienestar de las presentes y futuras generaciones.

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(*) Nieves Dácil Hernández. Ingeniera en Recursos Naturales Renovables, especialista en gestión ambiental y desarrollo rural, asesora medioambiental, Líder Asociada en Vinculación y Sostenibilidad de Vitalis Iberoamérica.