Ing. Luís Alejandro Padrino (*) @agua_ambiente
Para abordar una emergencia humanitaria compleja como la que vive Venezuela, se deben considerar componentes de atención urgente como el abastecimiento de agua potable a la población más vulnerable, pero es en los temas de gobernanza y gestión donde se sientan las bases para que no vuelva a ocurrir o, en caso de presentase, que sus efectos sean controlables. En este aspecto, la gestión del agua tiene un papel crucial que amerita medidas estructurales que vayan más allá de la coyuntura actual, buscando mejorar los niveles de seguridad hídrica del país ante escenarios de mayor incertidumbre como el cambio climático.
Aunque Venezuela cuenta con una de las mayores disponibilidades de agua dulce per cápita del mundo, esta no se traduce en seguridad hídrica debido a la falta de inversión, carencia de políticas y la escasa integridad en la administración los recursos financieros. Los impactos de la falta de seguridad hídrica van más allá del evidente deterioro del servicio de agua potable, generando importantes retrocesos en el sector agrícola y energético por la interdependencia del “nexo: agua-energía-alimentos”.
El agua está presente en todos los aspectos de la sociedad de manera transversal, siendo considerada como el epicentro para el desarrollo sostenible, por lo que todos los sectores tienen algo que aportar en la gestión del recurso. Los esquemas de gobernanza del agua se establecen bajo criterios de descentralización por cuencas hidrográficas, que deben ser gestionadas por órganos consultivos y ejecutivos denominados Consejos de Cuenca o Región Hidrográfica. Estos a través del consenso con los distintos actores estratégicos planifican entorno a la gestión integrada de los recursos hídricos y la conservación de las fuentes, llevando a cabo una gestión efectiva a través de las Secretarías Ejecutivas de Cuenca o Región Hidrográfica en coordinación con otros entes y organizaciones. Contar con un ministerio solo para la gestión de aguas facilita en gran medida los procesos administrativos y de coordinación para establecer una línea estratégica nacional, siempre que cuente con las atribuciones para ejercer un control y gestión real sobre el sector.
Los recursos hídricos son el mayor vínculo de la sociedad con el ambiente, donde la infraestructura verde o natural realiza una serie de funciones ecológicas y procesos naturales que benefician directamente a la sociedad como lo son: secuestro de carbono, regulación hidrológica, control de erosión, almacenamiento de agua en suelos y acuíferos. Estos también son llamados servicios ambientales. El eslabón más débil de la conservación ambiental, tanto en Venezuela como en otros países de la región, es el acceso al financiamiento, por lo tanto del reconocimiento de los servicios ambientales, nacen estrategias de retribución económica como los pagos por servicios ambientales con los que no solo se estarían reconociendo los costos de operar y mantener la infraestructura gris, conformada por plantas potabilizadoras, sistemas de riego o centrales hidroeléctricas, etc., sino que también se brindaría soporte financiero a la ejecución de proyectos de conservación de la infraestructura verde conexa, ya sea en áreas protegidas o en áreas intervenidas por la agricultura, ganadería y otras actividades económicas que pueden desarrollar modelos de producción más sostenibles y amigables con el ambiente.
(*) Experto en seguridad hídrica y manejo de cuencas. Profesional Asociado de VITALIS en Ecuador. lpadrino@vitalis.net
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