¿Lograremos el ODS 11?: Ciudades y Comunidades Sostenibles

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(*) Por Alfredo Cilento-Sarli

El 55% de la población mundial, que en 2050 pudiera llegar al 70%, habita en ciudades que consumen gran parte del suministro energético mundial y son responsables del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Las ciudades constituyen la principal causa del cambio climático, pero también son decisivas para lograr la reducción de las emisiones que provocan el aumento de la temperatura global. Dado su rol como centros de cultura, trabajo, innovación y creatividad, pueden generar políticas y acciones para combatir el calentamiento global. De ahí que el ODS 11 sea tan importante: lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.

Las metas del Objetivo 11 son ambiciosas. Para 2030:

  • Asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales
  • Acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles y mejorar la seguridad vial… especial atención a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad.
  • Aumentar la urbanización inclusiva y sostenible y la capacidad para la planificación y gestión participativa de los asentamientos humanos.
  • Redoblar esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural del mundo.
  • Reducir significativamente el número de muertes y afectados por desastres y las pérdidas económicas.
  • Hacer hincapié en la protección de los pobres y personas en situaciones de vulnerabilidad.
  • Reducir el impacto ambiental negativo per cápita de las ciudades… especial atención a la calidad del aire y la gestión de los desechos urbanos.
  • Acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles, particularmente para las mujeres, niños, ancianos y personas con discapacidad.
  • Apoyar vínculos económicos, sociales y ambientales positivos entre zonas urbanas, periurbanas y rurales.
  • Políticas y planes integrados para promover la inclusión, uso eficiente de los recursos, mitigación del cambio climático y resiliencia ante desastres
  • Poner en práctica la gestión integral de los riesgos de desastre a todos los niveles, con asistencia financiera y técnica a los países menos adelantados para construir edificaciones sostenibles y resilientes utilizando materiales locales.

Desde 2020 el calentamiento global y la COVID-19 han tenido consecuencias negativas sobre la sostenibilidad y resiliencia de ciudades y comunidades, a pesar de que la pandemia ha incidido positivamente sobre los niveles de contaminación atmosférica. Pero la Agencia Internacional de Energía (IEA) advierte que las emisiones de carbono pueden aumentar en 1.500 millones de toneladas en 2021, revirtiendo el declive del año 2020. Las emisiones de CO2 alcanzarían niveles récord en 2023 y continuarían aumentando de implementarse las medidas de recuperación económica anunciadas hasta la fecha.

Para mayor angustia, el 01-08-2021 el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU divulgó un documento concluyente sobre la crisis climática planetaria. El secretario general de la ONU lo calificó como “un código rojo para la humanidad“. El calentamiento global está ocurriendo más rápido de lo que los científicos pensaban anteriormente.

Las proyecciones indican un incremento 1,5 grados de la temperatura en las próximas dos décadas. Quedó claro que la única forma de frenar y eventualmente revertir el calentamiento es reducir a cero las emisiones de gases de efecto invernadero. Evitar 1,5 grados de calentamiento es casi imposible; sin embargo, se puede mantener ese umbral crítico y evitar el empeoramiento de los impactos desastrosos de 2 grados de incremento si se actúa de inmediato.

Urge entonces acelerar al máximo el cumplimiento de los ODS (especialmente el Objetivo 11) con la participación activa de instituciones, gobiernos, empresas, academia y sociedad, y garantizar y medir el acceso para todos a los equipamientos y servicios de un nuevo modelo de ciudad sostenible, regenerativa y resiliente. Esto tiene implicaciones políticas, económicas y en el modo de vida de los ciudadanos. Un modo de vida con menos diferencias, más solidario, más modesto, más saludable y menos consumista, es decir más resiliente. Si algo demuestran tanto la crisis del cambio climático como la COVID-19 es que vivimos en un mundo interconectado. Ningún país puede hacerles frente por separado si se espera que “nadie se quede atrás”.

En un escenario global de pesimismo, incertidumbre e inequidad, consolidar ciudades y comunidades sostenibles y reducir el cambio climático deben ir acompañados de compromiso, equidad y solidaridad.

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(*) Alfredo Cilento-Sarli. Arquitecto. Doctor Honoris Causa por la Universidad Central de Venezuela. Profesor Titular del Instituto de Desarrollo Tecnológico de la Construcción, Universidad Central de Venezuela. Individuo de Número de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat. (Venezuela)

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