por Dr. Diego Díaz Martín (*)
Hace un poco más de dos décadas me encontraba en FUDENA, con un equipo humano extraordinario, pensando que podíamos hacer para promover la conservación de los ambientes costeros. Recuerdo que le dije a mi jefe Glenda Medina, que teníamos la oportunidad de promover en Venezuela un día internacional para conservar las playas, y comenzamos a buscar ideas, hasta encontrarnos con la campaña de limpieza de costas del Center for Marine Conservation de los Estados Unidos, hoy conocido como Ocean Conservancy.
Confieso que al principio no fue fácil conceptualizar una jornada que centrara la atención nacional e internacional en torno a las playas, destino favorito por la mayoría de los venezolanos para vacacionar. Era tal la emoción que imaginaba muchas cosas, al punto que una compañera de la oficina decía que mi bombardeo de ideas simulaba en mi cabeza a una máquina de cotufas (palomitas de maíz).
No fue difícil entusiasmar a los primeros colaboradores en las costas de Falcón y Vargas, que sirvieron de prueba piloto para impulsar la primera jornada que titulamos “Día Internacional de las Playas”, donde participaron alrededor de 200 voluntarios en el año 1989. 21 años después, con más de 450 localidades, no sólo costeras, todas las organizaciones convocantes han logrado movilizar a más de 20 mil voluntarios.
Para un conservacionista convencido, la participación de la ciudadanía es fundamental. Nada hacemos con promover la conservación de los recursos naturales y el ambiente en general, sin la movilización de la gente que se apodera de las ideas, y participa activamente en la búsqueda de las soluciones a los principales problemas que les afecta.
Sin embargo, el desafío no es sencillo, pues parte importante de los 4.016 kilómetros de costas de Venezuela han sido consideradas basureros por un poco más de la mitad de los pobladores de este país que ocupan alrededor del 4% del territorio nacional, y afectan alrededor del 90% de las zonas evaluadas, con diversos niveles de degradación.
Por ello, y sin dudas, un día que centre la atención sobre la importancia de las playas en el mundo, es una buena noticia, pues celebramos su existencia tal y como lo hacemos con la tierra, la biodiversidad, el ozono, y el ambiente en general, entre tantas otras efemérides. Sin embargo, ¿qué pasa el resto del año con estas playas? ¿Qué pasa el día siguiente del Día Mundial de las Playas?
La respuesta no es sencilla, y sin ser pesimista, que no es mi característica habitual, pudiera lucir sombría.
Más allá del inventario de los residuos y la extraordinaria movilización de los ciudadanos e instituciones públicas y privadas que logra FUDENA en su convocatoria anual, ambas acciones necesarias, los venezolanos debemos ampliar el horizonte de atención en nuestras costas durante todo el año, con proyectos y programas permanentes, que atiendas sus principales dificultades.
Compromisos como el Plan de Gestión Integrada de las zonas costeras, destacado por VITALIS en su web; el apropiado monitoreo de variables propias de los ecosistemas marino-costeros; el respeto de los territorios decretados como zonas protectoras; la protección de la biodiversidad y la preservación a perpetuidad de los Parques Nacionales y Refugios de Fauna Silvestre; el control de los usos y actividades en sus predios; y la ocupación responsable de estos ambientes, en función de su vocación y ordenamiento, son algunos de los temas pendientes en la agenda conservacionista que requieren especial atención.
Nada hacemos con limpiar las playas un día, si a partir del siguiente nos olvidamos de su conservación hasta el próximo año; el esfuerzo se pierde sin el debido acompañamiento de la continuidad y la concreción de resultados.
Hace 22 años me embarqué en la organización del primer Día Mundial de las Playas, acompañando por un extraordinario equipo humano, y durante varios años, por los primeros pasos de mis hijos y el absoluto apoyo de mi esposa, quienes se unían a las decenas de voluntarios que se transformaron en cientos y luego en miles, en todos los estados costeros, así como aquellas entidades de todo el país con ríos, lagos y/o lagunas.
El Día Mundial de las Playas es quizás la celebración ambiental más importante en recordación por parte de los venezolanos a nivel nacional. Por ello concluyo este relato con una sonrisa, parafraseando una expresión tantas veces usadas en diversos lugares del mundo, especialmente útil en esta oportunidad. Si se puede.
Si se puede planificar con visión de futuro, contando con la gente como el principal protagonista de los esfuerzos de conservación. Si se puede promover el trabajo conjunto entre los gobiernos, las ONG y las empresas privadas, aunque en tiempos recientes, esta práctica no sea tan común. Si se puede movilizar a los medios a dejar sus agendas saturadas de noticias, para orientar su mirada hacia la naturaleza y sus necesidades de conservación. Si se puede soñar y trabajar con ilusión, pasión y convicción, para lograr algo que de alguna manera lleve tu firma, junto a la de cientos y miles de personas y organizaciones, que hoy en día asumen el Día Mundial de las Playas como su espacio para contribuir a la sustentabilidad. Si se puede; claro que sí.
(*) Presidente de VITALIS – Twitter: @Ddiazmartin, Email: ddiazmartin@vitalis.net