- El último domingo de mayo se celebra el Día del Árbol por decisión gubernamental.
- Tiña y guatepajarito entre los parásitos más comunes de los árboles de las ciudades
- Decenas de beneficios son aportados por los árboles.
- Parte de la historia y la cultura venezolanas están ligadas a su coexistencia con los árboles.
- Se necesitan al menos 50 árboles jóvenes y sanos por cada ser humano para garantizar la calidad del aire en la tierra
Por decisión oficial, el último domingo de mayo se celebra del Día del Árbol, oportunidad para recordar la importancia de estos seres fundamentales en la regulación climática, la producción de oxígeno y la conservación de las fuentes de agua, entre otros beneficios. Por ello la ONG conservacionista VITALIS hizo un llamado a todos los municipios del país para que brinden mayor atención a estas especies, en particular en el control de parásitos como la tiña y el guatepajarito, así como en el riego y fertilización eficientes, que garanticen su sano crecimiento.
VITALIS recuerda que el mantenimiento de las áreas verdes de nuestras ciudades es competencia municipal, y pese a ello, algunas Alcaldías no mantienen inventarios de su patrimonio botánico, como tampoco desarrollan programas fitosanitarios acordes a las necesidades de estas especies, descuidando inclusive hasta el riego. Asimismo, muchos gobiernos locales no cuentan con viveros municipales y carecen de programas educativos para sensibilizar a la ciudadanía en torno a la necesidad de conservar las áreas verdes en nuestras ciudades.
Beneficios de los árboles
Los árboles son seres importantes en la naturaleza: absorben el dióxido de carbono y lo transforma en substancias nutritivas para la misma planta y el resto de los seres vivos, liberan oxígeno y purifican el aire (fotosíntesis), airean la tierra con sus raíces, desempeñan una función vital en la regulación de los ciclos climáticos e hidrológicos, sirven de alimento y refugio a decenas de seres vivos, incluyendo a los humanos.
Los hay de todos los tamaños, formas y colores, pero con una característica común: nos ayudan a producir oxígeno y fijar carbono, un regalo de la naturaleza frente a los crecientes problemas ambientales de nuestro planeta, incluyendo al efecto invernadero.
Los árboles y la cultura
Los árboles han sido testigos incondicionales de nuestra cultura e historia. Entre ellos, cabe destacar la Ceiba de San Francisco, en medio de la Avenida Universidad, frente a la iglesia del mismo nombre; el Samán de Catuche, cerca del Panteón Nacional, que cobijó a Andrés Bello en sus años estudiantiles; y el famoso Samán de Güere, el más conocido de todos, bajo cuya sombra bailaban nuestros indígenas, clamando por la lluvia en los tiempos de sequía, y que sirvió de inspiración a cientos de hombres y mujeres que han jurado paz y libertad para nuestro pueblo por varias décadas.
50 árboles por cada habitante de la tierra
De acuerdo con Diego Díaz Martín, Presidente de VITALIS y Jefe del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad Metropolitana, “Al día, un ser humano consume en promedio al menos 10 metros cúbicos de aire”. Por su parte, “los árboles jóvenes y en pleno crecimiento, absorben y eliminan dióxido de carbono en una proporción de alrededor de 1,5 kg. por cada kg de su propio peso, y lo reemplazan por oxígeno en una cantidad equivalente” indica el Biólogo. Por lo anterior, de acuerdo con cálculos de VITALIS “se necesitan al menos 50 árboles jóvenes y sanos por cada ser humano para garantizar la calidad del aire en la tierra”. Sin embargo, ello dependería de la especie, la edad y el clima en el cual se desarrolle el árbol, pues ni todos los árboles consumen la misma cantidad de CO2 ni producen la misma cuantía de oxígeno
Si cada uno de los habitantes de este país nos comprometiéramos a plantar un árbol cerca de nuestras casas, escuelas o lugares de trabajo, velando por su cuidado y conservación, estaríamos garantizando al menos 25 millones de nuevos árboles que tanta falta le hacen a nuestro país. Pero eso si, en los lugares apropiados y con las especies adecuadas.
El Araguaney, árbol nacional de Venezuela
Con la hermosa frase La primavera de oro de los araguaney, Rómulo Gallegos identificaba la llegada de la primavera en los llanos y sabanas de Venezuela.
En el período de la floración todo el campo, los caminos de toda la geografía venezolana parecen rendir pleitesía a la belleza de este árbol que luce en el bosque, a lo largo de nuestros caminos, o en el interior de nuestras viviendas, como una diadema de oro. El araguaney se hizo emblema del pueblo venezolano.
Se distingue por una floración masiva luego de perder sus hojas por la sequía, durante los meses de febrero a abril. Todos los individuos suelen florecer al mismo tiempo, unos cuatro días después de una de las escasas lluvias que nos sorprenden en medio de la sequía. La floración masiva es muy atractiva para las distintas abejas que las polinizan y para los tucusitos y otras aves que le toman su néctar. Las semillas están maduras al comenzar las lluvias, lo que permite la germinación en un gran número de ellas.
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