(*) Por Thais Malavé
En diversas regiones del mundo, reconocer la igualdad de género y el empoderamiento femenino, ha resultado una estrategia crucial para la sostenibilidad.
Recientes experiencias realizadas en áreas rurales y urbanas en América Latina, en materia ambiental, económica y social, han demostrado que el empoderamiento de las mujeres es clave para alcanzar una verdadera sostenibilidad, porque las mujeres juegan un papel esencial en la vida diaria de comunidades y territorios. Al visibilizar su voz y potenciar su liderazgo en la gestión de recursos naturales, se logran soluciones más justas y efectivas para todas las personas.
Desde la economía hasta la conservación ambiental, las mujeres aportan conocimientos tradicionales y técnicas innovadoras que enriquecen cualquier proyecto. Cuando acceden a la tierra, al crédito o a la tecnología, no solo mejoran su propio bienestar, sino que elevan la seguridad alimentaria y la resiliencia comunitaria frente a las crisis climáticas.
Además, dotar de autonomía económica a las mujeres —reconociendo y valorando también el trabajo no remunerado— contribuye a redistribuir de manera equilibrada las responsabilidades de cuidado. De este modo, ellas pueden incorporarse plenamente al mercado laboral y a la toma de decisiones, generando un efecto multiplicador en la productividad y el desarrollo local.
En la planificación de servicios básicos como agua, energía o transporte, su participación garantiza diseños más inclusivos y sensibles a las necesidades reales de todas las personas. Asimismo, integrarlas en políticas de reducción de riesgos y cambio climático añade una mirada preventiva y colaborativa, basada en la experiencia de quienes más sufren los impactos ambientales.
A pesar de los avances, el camino aún presenta desafíos: es necesario contar con indicadores de género en todas las metas de desarrollo, destinar recursos específicos a programas de formación y asegurar espacios de liderazgo para las mujeres.
En definitiva, cuando el empoderamiento femenino se asume como estrategia central, no solo se cumple un mandato de justicia, sino que se construye una base sólida para sociedades más equitativas, resilientes y sostenibles.
Este enfoque debe ser adoptado de forma transversal por todos los sectores, enfatizando la importancia de involucrar a hombres y mujeres como aliados, para fomentar una cultura de corresponsabilidad que haga posible un futuro más próspero y equilibrado. Solo así será posible acelerar un desarrollo justo, equitativo y verdaderamente sostenible.
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(*) Especialista en gerencia de proyectos, promoción de la inversión social y el desarrollo sostenible. Contacto: https://www.linkedin.com/in/thais-malav%C3%A9-69680032/