Por Antonio Veiga (*)
La “Economía Circular” es una propuesta político-educativa emanada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para lograr el desarrollo mundial en bucle.
Aunque no se puede señalar su inicio referido a una única fecha y a un único autor, podemos decir que a partir de la evolución del pensamiento en torno a la educación ambiental y a los planteamientos del informe “Nuestro Futuro Común” (1987), la economía circular se consolidó como un factor de responsabilidad social. Actualmente su significado permea transversalmente los 17 objetivos del desarrollo sostenible (ODS) acordados en 2015 a través de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Se trata de una hoja de ruta que los estados y gobiernos nacionales deben seguir hasta 2030 en referencia al flujo de los materiales usados por la sociósfera y su gestión con respecto a la ecósfera.
Consolidar el desarrollo mundial en bucle supone en primer lugar comprender que el modelo actual es “lineal”, propio de una sociedad de consumo con una maquinaria comercial que vende productos y servicios como “necesarios” para la calidad de vida de las personas, pero cuyos orígenes y destino final desconocemos.
En nuestra vida cotidiana se observa que una vez dañados, los equipos como teléfonos celulares y electrodomésticos terminan en gavetas, armarios o trasteros. Igualmente, después de un solo uso, se descartan empaques, bolsas de supermercado, vasos, botellas plásticas, contenedores de comida y una larga lista de materiales plásticos y sintéticos.
Este estilo de consumo es propio de una sociedad irresponsable que ignora los impactos ambientales asociados con las fases del proceso lineal de extracción de la materia prima, su transformación, comercialización y disposición final. Lamentablemente esta conducta se está revirtiendo sobre nosotros mismos, afectando la calidad del agua, contaminando el aire, alterando los suelos y peor aún contribuyendo al temido “cambio climático”.
¿Cómo impulsamos entonces la economía circular? ¿cómo lograr que el ciudadano común sea consciente de que con sus acciones individuales puede contribuir a solucionar los problemas ambientales y “torcer” la linealidad? Para ello debemos consolidar una cultura social fundamentada en actuaciones tales como el consumo responsable, la “basura cero”, las economías locales vibrantes y demás iniciativas sostenibles para disminuir nuestra huella ambiental.
Muchos ciudadanos del mundo cada día adoptan nuevas prácticas, destacando entre otras, la donación de ropa en desuso, la reparación y venta de artefactos aún utilizables, la preparación de composteros caseros, la horticultura vertical, la reutilización de materiales para arte urbano y la fabricación de juguetes artesanales.
De igual manera, en favor de la economía circular, existen tutoriales y canales en YouTube, grupos organizados de acciones para intercambiar materiales en Facebook, propuestas interesantes de arte urbano y otras creaciones visuales por Instagram, denuncias constantes sobre delitos ambientales por Twitter y Blogs, que son espacios abiertos para comunicar, sensibilizar y educar.
No obstante el trabajo realizado en los medios digitales, las experiencias aún lucen dispersas y desconectadas. Por esta razón y para cerrar la brecha, es esencial gestionar una red social abierta, inclusiva, que permita mostrar las experiencias individuales y colectivas, con la posibilidad de conectar voluntades, acciones, intereses y eventos entre otros.
Es momento de sumar y construir un círculo virtuoso con todos estos esfuerzos desde la web, algo similar a una gran red que sea un híbrido entre Wikipedia de la economía circular con FaceBook, adicionado con una plataforma de intercambio de materiales tipo “Mercado Libre” para que las personas también ejecuten emprendimientos con interés comercial ¿Será posible? Habrá que intentarlo.
Si quieres saber más sobre el consumo ético te invitamos a leer el artículo de nuestro Director de Comunicaciones, David Mendoza, “El consumo ético, manual práctico para ser un consumidor más responsable” y ampliar tu opinión con esta de nuestro Director de Economía Circular, Antonio Franyutti, “La transición de la economía lineal hacia la economía circular: un cambio radical en los patrones y hábitos de consumo“
(*) Doctor en Educación Ambiental, Magister Manejo de Recursos Naturales Renovables. Ingeniero Agrónomo. Docente-Investigador Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora, Venezuela. https://www.linkedin.com/in/dr-antonio-veiga-docente-investigador-84529972/
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