El divulgador ambiental y su responsabilidad social

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Por Gilberto Carreño, @GilbertoCarreo (*)

Cuando observamos las grandes movilizaciones que escenifican innumerables  grupos de ciudadanos de todo el mundo, que se concentran en los lugares donde tienen lugar las más importantes reuniones sobre el ambiente global, entendemos que algo grandioso está ocurriendo en la opinión pública de todos los países: la concienciación sobre la suerte del planeta que está creciendo, pese a la drástica reducción de los medios impresos de comunicación colectiva,  donde se han acortado los espacios informativos, al igual que las publicaciones especializadas, sobre los temas que forman parte de la literatura ambiental.

¿Cuál pudiera ser la explicación sobre ese fenómeno que palpamos, especialmente cuando la convocatoria está referida al tema puntual del cambio climático? Realmente, no resulta difícil dar respuesta a esta interrogante, pues a la vista de todos está el progreso de los medios masivos de divulgación que se apoyan en las modernas tecnologías telecomunicacionales, como producto de la globalización de la información, y a través de las cuales se pone en evidencia la preocupación de la humanidad en relación con los asuntos que más llaman la atención en los actuales momentos.

En esta realidad está presente un hecho que puede entenderse como el predominio de los medios digitales, sobre las formas tradicionales de comunicación colectiva, y que precisamente por las facilidades que ofrecen para ser desarrollados de manera individual, permiten el acceso a cualquier persona que, motivado por una preocupación compartida con muchos otros, puede incurrir en un manejo inadecuado de ellos.

Por tales razones, podemos considerar que pese a las buenas intenciones  de quienes asumen la función de comunicadores, y este caso de divulgadores ambientales, deben procurar no solo un manejo idóneo de la herramienta sino, más allá, el mejor uso de los contenidos que pone a la disposición de ese inmenso público que conforma el ciberespacio, y la debida utilización de las técnicas y recursos redaccionales del oficio comunicacional.

Necesario es, entender que la comunicación ambiental se incluye entre las áreas de la comunicación científica, y que más allá de la interpretación de la realidad visible que pueda generar un hecho determinado, es a los profesionales de las distintas ramas de las ciencias (biológicas, ecológicas, meteorológicas y geográficas, entre otras) a quienes corresponde la función de emitir información para ser divulgada con mayor propiedad. En este caso, debe quedar claro también, que el comunicador aplicado a la divulgación de temas ambientales tiene la obligación de formarse en relación con los distintos aspectos de la temática ambiental, para interpretar debidamente a quienes con indiscutible formación académica emitan información en cada caso.

En el ejercicio cabal de la divulgación científica, el comunicador debe basarse, en el caso de una afectación ambiental, entre otras; en primer lugar, en la investigación del hecho presente, para lo cual debe acudir al profesional del área de la cual se trate; en segundo término en la comprobación de la situación observada (causas y niveles de contaminación u otro tipo de afectación de un determinado hábitat); propuestas de soluciones para la corrección del problema; y, muy importante, realizar el debido seguimiento de las acciones anunciadas por la autoridad a la cual corresponda asumir la responsabilidad de aplicar las correcciones y/o mitigación de los efectos.

De igual manera corresponde al auténtico comunicador ambiental, mantenerse al día en la información sobre las nuevas tecnologías y procedimientos que se aplican en distintos lugares fuera de su localidad, para orientar a las autoridades y a la comunidad en general, sobre adelantos que bien pudieran ser aplicados en su ámbito territorial.

Al comunicador ambiental  debe corresponder la tarea de prevenir cualquier situación que pudiera poner en peligro la seguridad ambiental de una comunidad, sea por la aparición de elementos extraños en un determinado cuerpo de agua, o por la visible factibilidad de derrumbe de un terreno; como también denunciar cualquier violación de la normativa ambiental de un lugar.

Como fin último, el comunicador ambiental tiene la honrosa obligación de contribuir a forjar la educación de las comunidades en relación a los problemas que las afectan, y más allá, contribuir a la formación de una cultura ambiental que les permita elevar su calidad de vida.

De la misma manera, es preciso también tener presente que al igual que el comunicador de oficio o profesión tiene normas para cumplir en relación a la producción y divulgación de sus mensajes ambientales, también para el científico se imponen condiciones de necesario cumplimiento como son, entre otros, el adecuado manejo de las más elementales técnicas de redacción para que su producción de contenidos llegue al gran público, sin los tecnicismos propios de su profesión, con la mayor sencillez y claridad; y algo que debe ser común tanto para el periodista como para el experto: el apego a la verdad, sin magnificación de los hechos, y con estricto apego a las normas éticas de la comunicación social.

 

(*) Comunicador Social y Profesor Universitario. Periodista de VITALIS, gcarreno@vitalis.net @CirculoAmbiental

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