Por M.I. Gloria Antonieta Chong Morales (*)

Los índices de desarrollo humano (IDH) y de Calidad de Vida (ICV) son fundamentales para el desarrollo sustentable, pues se estrechan los aspectos ambientales con los sociales.

El IDH toma en cuenta el desarrollo de un país en razón de sus habitantes y sus capacidades, en tanto que el ICV evalúa la satisfacción de vida de los mismos.

El IDH es la media geométrica de los índices normalizados de cada una de las tres dimensiones del desarrollo humano, que son, tener una vida larga y saludable, acceder al conocimiento y disfrutar de un nivel de vida digno. Y se expresa como un valor entre 0 y 1.

El ICV utiliza para su medición encuestas de satisfacción de vida en los países, en función de la manera en que el individuo percibe el lugar que ocupa en el entorno cultural y en el sistema de valores en que vive, así como en relación con sus objetivos, expectativas, criterios y preocupaciones.

Entre ambos índices se establece un círculo virtual positivo. Por un lado, un IDH alto, con una amplia base de educación, busca alcanzar logros de sustentabilidad ambiental necesarios para lograr un ICV alto. Por el otro, un ICV alto, contribuye a elevar el IDH.

El propósito de estos índices es promover, como mínimo, una esperanza de vida al nacer larga y sana para sus ciudadanos, un nivel de vida digno y una educación garantizada bajo un entorno de justicia y armonía social y política. Asimismo, buscan generar una sociedad más sensible a desarrollarse bajo principios de cuidado del medio ambiente y de los recursos naturales, de los cuales depende en su calidad de vida.

Sin embargo, como sociedad, tenemos muchos retos que superar, tales como la desigualdad en sus diferentes caras, la pobreza y el desarrollo de género, entre otros.  Estos índices nos alertan sobre los temas que debemos atender, y de allí que sean útiles para motivar a los países a mejorar su desempeño.

Entre los desafíos pendientes para actuar con mayor efectividad en materia ambiental, figuran temas como el consumo de energía renovable, la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y en general el uso eficiente de los recursos naturales.

Asimismo, es vital poner especial atención a la evolución de las superficies forestales, el uso y tratamiento del agua, el manejo de los residuos, y la conservación de la biodiversidad.

El desarrollo humano y la calidad de vida implican mayor bienestar para todos, incluyendo el resto de los seres vivos. Para ello es imprescindible que los modelos de desarrollo contemplen los principios de la sustentabilidad, como son  interdependencia, interconexión, capacidad de carga, equilibrio dinámico y eficiencia con máximo rendimiento, entre otros.

En nosotros está reconocer que nuestra calidad de vida depende de nosotros mismos, al cuidar y mantener en equilibrio los recursos naturales de los cuales vivimos y que nos permiten alcanzar un desarrollo humano alto o muy alto.

Para ello, no solo es necesaria la activa participación de la ciudadanía y de las empresas, sino también el desarrollo de políticas públicas, económicas y fiscales que respalden dichas acciones.

 

(*) Maestra en Ingeniería Ambiental, gcapri72@me.com

Vitalis top web white
Organización ambientalista internacional
sin fines de lucro