Por Diego Díaz Martín (*)
En Venezuela existen al menos 335 municipios con al menos 25 competencias en materia ambiental, de las cuales, como práctica regular, la mayoría de las mismas no reciben la debida atención, ni de sus máximas autoridades, ni de las propias comunidades.
Seguidamente resumiré sólo algunas de estas competencias, a manera de ejemplo, esperando que los representantes municipales que las revisen y las comunidades a las que les sirven, puedan por un lado cumplir con sus obligaciones, y por la otra hacerlas cumplir.
De todas las competencias ambientales de los municipios, sin duda alguna, la gestión de residuos y desechos se ubica en la posición número uno en inapropiada gestión, pues todos los municipios del país, salvo pequeñas y aisladas acciones, gerencian la basura con la práctica lineal de recoger y disponer finalmente, olvidando todas las acciones intermedias requeridas para manejar efectivamente este problema, considerado como uno de los principales de Venezuela.
Para comenzar, los municipios deben impulsar la disminución de la cantidad de residuos y desechos en sus predios, sensibilizando y motivando a la ciudadanía en tal propósito, disminuyendo así la cantidad de basura que deben tratar.
Asimismo, es vital que los municipios promuevan desde la propia generación, la separación in situ, con lo cual se podrían establecer programas de recolección controlada por tipo de material, base de un programa de reutilización y reciclaje, en el cual se utilicen los días de la semana para cumplir tales fines como se hace en otras latitudes, donde además de la basura diaria, se use los lunes para recoger plásticos, por ejemplo, los martes para el vidrio, los miércoles para el papel y el cartón, los jueves para el aluminio y los viernes para otros tipos de materiales reutilizables o reciclables.
De igual forma, los municipios necesitan coordinarse efectivamente entre sí para estimular el establecimiento de rutas eficientes, centros de acopio compartidos para los residuos destinados a la reutilización y el reciclaje, plantas de transferencia que permitirán organizar y preparar la basura dirigida a la disposición final segura, y disminuir las toneladas de desperdicios que terminan disponiéndose en “vertederos controlados” y rellenos sanitarios, muchos de ellos sin estrictos controles sanitarios ambientales.
Otro tema importante en los municipios, ampliamente descuidado, es el control de la contaminación sónica y de las emisiones de fuentes móviles de gases que deterioran la atmósfera municipal. La ley es clara en ambos temas, sin embargo, muy pocos municipios cuentan con los equipos para monitorear estas variables, así como tampoco del personal entrenado para hacer un buen uso de la información que allí se genera, y que pudiera verse inclusive, no sólo como un mecanismo para favorecer el bienestar de los ciudadanos (objetivo imprescindible de tal acción), sino hasta una vía para generar ingresos extras a los municipios por sanciones o multas, que bien pudieran reinvertirse a tales fines.
El mantenimiento de áreas verdes es otro tema ampliamente descuidado en los municipios. Muchos árboles sufren de tiña y guatepajarito, por citar solo dos plagas vegetales urbanas, sin olvidar la falta de riego, el crecimiento incontrolado de la maleza, la falta de podas parciales básicas en los tratamientos fitosanitarios, y la carencia de información sobre el tipo y naturaleza de las especies existentes. A ello se suma el uso de árboles y arbustos inapropiados a las áreas y el clima local, lo cual en algunos casos se convierten en un problema adicional para la gerencia municipal, olvidando el potencial y utilidad de estas áreas para la recreación y el esparcimiento de los ciudadanos.
En cuanto a las especies animales domésticas, su apropiado manejo sigue siendo una gran deuda en muchos municipios. La gestión de los desechos de las mascotas, y la falta de perreras y otros establecimientos para el cuidado de ejemplares abandonados, son pendientes que demandan urgente atención. Otro asunto en la lista de “por hacer” es el inventario de las especies domésticas presentes en los hogares del municipio y el desarrollo de programas masivos de atención animal como lo establece la ley.
La gestión del agua en los predios locales es otro tema que requiere especial atención. Algunos municipios ya cuentan con el servicio descentralizado del recurso, en tanto que otros no. Sin embargo, la gestión compartida del recurso, el impulso del ahorro, el manejo responsable de las aguas residuales, la prevención ante inundaciones y otros fenómenos socio-naturales, entre otros aspectos, son deudas latentes en la agenda ambiental municipal.
Qué decir del alumbrado público. Ciertamente las corporaciones eléctricas nacionales tienen competencias, y muchos municipios, comprensiblemente, se han dedicado a recordarlo a sus ciudadanos para que reclamen el servicio. Sin embargo, un buen Alcalde o Alcaldesa ya hubiese explorado mecanismos alternos de generación de luz eléctrica, incentivando por ejemplo el uso de la energía solar para el alumbrado público, apoyándose de las propias empresas locales que seguramente pudieran estar interesadas en participar de alguna manera.
Siempre he dicho que tras un mal Alcalde o Alcaldesa, está una comunidad cómplice y silente, pues tenemos el poder de dar nuestra opinión y de aprobar o rechazar una gestión local, si tras su administración nuestra calidad de vida no mejora.
En otras entregas seguiré abordando esta temática tan importante en nuestras comunidades, pues lo peor que podemos hacer es quedarnos de brazos cruzados pensando que una elección todo lo puede resolver.
Si no estás de acuerdo con la gestión de tu alcalde, no dejes de levantar tu voz, siempre con respeto, pero con altura y decisión. Nada ni nadie puede comprometer el disfrute de tus derechos ambientales claramente definidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
(*) Presidente de VITALIS, Jefe de Estudios Ambientales de la UNIMET.
Twitter @DDiazMartin