(VITALIS, Ciudad de México. 9/nov/2016). El Presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, no solo tendrá que lidiar con complejos temas económicos y sociales. Su éxito también dependerá – en gran medida – de la atención que brinde al tema ambiental.

Así lo dio a conocer Diego Díaz Martín, Director General para la Américas de VITALIS, quien afirma que el cambio climático y la intensificación de los fenómenos atmosféricos, el creciente deterioro del agua, los suelos y el aire, la pérdida de biodiversidad y el consumo insostenible, podrían ser grandes dolores de cabeza para el magnate norteamericano, por las implicaciones económicas que conllevan.

Para comenzar, la potencia estadounidense acumula 40% de la deuda climática mundial por los daños causados en el ambiente, según un estudio difundido por la revista “Nature Climate Change”. Recordemos que Estados Unidos es el segundo productor más importante de gases de efecto invernadero del planeta y basa 86% de su producción energética de fuentes fósiles.

De acuerdo con Díaz Martín, las consecuencias del cambio climático en Estados Unidos son y serán cada vez más evidentes, no solo por la intensificación de las sequías, sino por la variabilidad climática que traerá calores y fríos extremos al gigante del norte, con incendios forestales más intensos y extensos, además de inundaciones que incrementarían las grandes pérdidas económicas, hoy en día estimadas en más de $8 mil millones de dólares al año.

Pese a la incredulidad de Trump frente al cambio climático, los fenómenos atmosféricos no se quedarán atrás, pues en la medida en que el clima cambia, los tornados y huracanes también se incrementarán, como se ha venido observando desde la década de 1980 en el Atlántico Norte.

En materia forestal, el líder de VITALIS señala que Estados Unidos ha perdido alrededor de 20% de sus bosques, quedando menos de 4% de sus ecosistemas nativos. Hoy en día la extensión de la cobertura forestal oscila en 30%, cifra que se ha mantenido estable durante las dos últimas décadas, y que deben ser reforzadas para evitar su retroceso.

En cuanto al agua, datos de la Asociación Estadounidense de Ingenieros Civiles refieren que este país cuenta con cerca de 170,000 sistemas públicos de agua potable que sirven a más de 264 millones de personas. Sin embargo, la eficiencia del sistema por la existencia de más de 240.000 roturas de tuberías de agua por año, ha llevado a la Agencia de Protección Ambiental (EPA)  a estimar que el costo total de la renovación de las tuberías de agua y plantas de tratamiento costará alrededor de 384,000 millones de dólares, sin incluir el costo de mantenimiento de los sistemas actuales y las necesidades de una población creciente, lo cual podrá requerir cerca de un billón de dólares en los próximos 25 años.

Díaz Martín también refiere cifras del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos que reflejan la existencia de al menos 1604 especies amenazadas, de las cuales 903 son plantas y 701 son animales. Entre las plantas más amenazadas se encuentran 866 especies de plantas con flores. En tanto que los animales que más amenaza enfrentan son los peces (164), las aves (100) y los mamíferos (96).

Adicional a lo anterior, el Programa de Conservación y Monitoreo de las Naciones Unidas (UNEP-WCMC) indica que el país ha perdido 15% de su biodiversidad, pese a que cuenta con 34,064 áreas protegidas que representa 13% del territorio.

En materia de contaminación, Trump,  también enfrentará grandes retos, no sólo por la creciente degradación del aire, el agua y los suelos, en especial de las áreas urbanas, debido entre otras razones, a los patrones de consumo insostenible de la población estadounidense.

Por ejemplo, en residuos y desechos, de acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, este país ocupa el primer lugar en mayor producción per cápita de basura en el mundo, cercano a 2 kilogramos por persona al día, aunque otras fuentes del sector académico indican que este número podría ascender hasta un poco más de 3 kg por habitante.

En basura electrónica, es conocido que la nación norteamericana produce más de 3 millones de toneladas que terminan en rellenos sanitarios sin ningún tipo de tratamiento, con las subsecuentes consecuencias de su mala disposición.

Lo mismo ocurre con toneladas de compuestos químicos utilizados en el sector agrícola, como los pesticidas y fertilizantes, cuyas consecuencias se perciben no solo en los suelos, sino también en el agua.

Díaz Martín recuerda que Donald Trump nunca se ha identificado como ambientalista, y la verdad cree que jamás lo hará. Sin embargo, como máxima autoridad ejecutiva del país, el empresario estadounidense también será el máximo responsable del comportamiento ambiental del gobierno federal, razón por la cual tendrá que revisar esta materia con mayor seriedad y velar así por los intereses de todos los norteamericanos.

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