Nuestro planeta celebra cada 22 de abril su día mundial, oportunidad propicia para centrar la atención nacional e internacional sobre sus principales problemas ambientales y necesidades de conservación.
En 2017 la celebración mundial estará dedicada a sensibilizar sobre el Cambio Climático, un fenómeno que avanza a pasos agigantados, requiriendo una pronta acción internacional.
Más de 20 millones de hectáreas de bosques se pierden en el mundo anualmente, sin incluir las grandes extensiones que son degradadas por prácticas forestales destructivas, sobre aprovechamiento forestal, contaminación, sequías y minería, entre otros. Al menos 15 de los 24 servicios ambientales más importantes del planeta, y que mantienen la economía del mundo, han sido forzados más allá de sus límites de sustentabilidad, por lo que seguir produciendo y consumiendo de la misma manera es simplemente inviable, y tarde o temprano se frenará el crecimiento económico.
Asimismo en las últimas décadas, el incremento del uso de la tierra y la producción en general, han traído crecientes costos asociados con la degradación de muchos servicios de los ecosistemas, un mayor riesgo de cambios no lineales, y la acentuación de la pobreza de algunas regiones del globo, en particular de África,
En materia climática, el protocolo de Kioto y el Acuerdo de París refieren muy pocos avances, en tanto que la biodiversidad enfrenta los niveles de amenazas más altos de toda la historia, con al menos 41.415 especies en la Lista Roja de la Unión Mundial para la Conservación (UICN), de las cuales al menos 17 mil son consideradas como amenazadas de extinción. El número total de especies extintas ha superado las 785 y otras 65 sólo se las encuentra bajo cautiverio o cultivo.
En materia de sustentabilidad social, tampoco se han logrado los objetivos desglosados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y en la Agenda 21. Pese a que algunas naciones en desarrollo han podido avanzar en sus acciones, al tiempo que muchos países desarrollados han fortalecido sus programas, las desigualdades sociales se han profundizado en las últimas dos décadas y la pobreza no ha disminuido como se esperaba, convirtiéndose al mismo tiempo en una causa y consecuencia del deterioro ambiental, y de la falta de atención de las necesidades básicas de las poblaciones humanas, condición indiscutible para garantizar la sustentabilidad. Vale destacar que alrededor de 400 millones de personas se encuentran en condiciones de pobreza extrema, mal nutridos o sin acceso a un sistema seguro de abastecimiento de agua potable.
En términos de población, 27 % de los niños y niñas en los países en desarrollo tiene un peso inferior al normal, lo que significa que cerca de 146 millones de niños y niñas están malnutridos, siendo la causa de la muerte de alrededor de 5,6 millones según un informe del Fondo para la Infancia de la ONU.
Alrededor de 33% de ecosistemas naturales han desaparecido en los últimos 30 años, y la presión sobre la tierra se ha incrementado en más de 50% durante el mismo período de tiempo, principalmente debido al aumento en los patrones de consumo y la contaminación.
Otro desafío importante en la gestión ambiental es dejar de percibir el mejoramiento ambiental como un costo, y comenzar a manejarlo como una inversión, donde inclusive las emisiones y los residuos pueden considerarse recursos potenciales y materia prima para ser transformados en productos útiles. De igual forma, es importante destacar que los retos ambientales involucran hoy en día a grupos multidisciplinarios de expertos, y no sólo a los “expertos”. Ello debería incluir a los diversos grupos de interés afectados positiva o negativamente por cualquier proyecto o programa ambiental.
Asimismo, es vital que las medidas de mejoramiento ambiental deban ser desarrolladas continuamente para alcanzar estándares de alta calidad y el concepto de calidad evolucione desde la simple satisfacción del consumidor por un producto o servicio, para incluir también el menor impacto sobre el ambiente y la humanidad:
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Ante la situación planetaria, VITALIS recomienda las siguientes acciones:
- Hacer más visibles los costos ambientales y sociales de las decisiones económicas, incorporando los activos y pasivos “ecológicos” en las cuentas nacionales, y considerando el rediseño del concepto de riqueza, donde los países reflejen sus deudas y compromisos en esta materia, y se planteen las acciones e inversiones para atenderlas.
- Evaluar los actuales sistemas de producción, impulsando la adopción del ecodiseño, la producción limpia, y en general la ecoeficiencia, a los fines de reducir los impactos ambientales negativos sobre el medio físico y los seres vivos, tratando los desechos como recursos, y haciendo mucho más eficientes los medios y modos de producción.
- Sincerar los sistemas de cálculo de las huellas de carbono de los países, y las acciones que han sido emprendidas para mitigarlas, sin dejar de lado las medidas de adaptación igualmente importantes, incluyendo la conveniencia de producir y actualizar las Comunicaciones Nacionales, con una abierta y transparente participación de todos los grupos de interés.
- Fortalecer la gobernabilidad en torno a los recursos naturales de los países, con inversiones y personal capacitado, planes y programas basados en el mejor conocimiento técnico y científico disponible, el apoyo de las universidades del mundo e impulsando el intercambio y la cooperación a todos los niveles posibles.
- Diversificar las fuentes de alimentación por medio de la producción sustentable de las tierras y tecnologías acordes a cada región del planeta, promoviendo la seguridad alimentaria y nutricional.
- Promover la gestión integrada de los recursos hídricos, favoreciendo el acceso del agua potable a más personas en todo el mundo y el tratamiento de las aguas servidas, evitando la subvaloración del caudal ecológico, y su importancia vital para el resto de los seres vivos
Los seres humanos seguimos reaccionado lentamente ante la compleja problemática ambiental, con lo cual se ha agudizado la disponibilidad de agua potable, el incremento del efecto invernadero, el deterioro de la capa de ozono, el número de niños y ancianos en situación de pobreza extrema, y la extinción de las especies, por citar sólo algunas de sus dolencias.