La Cumbre de Copenhagen desilusionó al mundo, y en especial a los conservacionistas, y sólo sirvió para demostrar el dominio económico de los países desarrollados, quienes trataron de imponer las decisiones finales de la plenaria de 192 países.
Para Diego Díaz Martín, Presidente de VITALIS, “Dos años de serias negociaciones técnicas y políticas no fueron suficientes para lograr acuerdos de reducción de gases de efecto invernadero con metas tangibles, como parte de un segundo período de compromisos para el protocolo de Kioto”. Para ello “solo era necesario tomar en cuenta las contribuciones de gases de cada país, pero esa es justamente una de las piedras de tranca, pues pareciera no existir la convicción o el verdadero compromiso de reducirlas”, señaló.
Con lo acontecido en Copenhagen “se pone en entredicho la funcionalidad del sistema de Naciones Unidas, que parece haber perdido su liderazgo en la estructura, acompañamiento y seguimiento de negociaciones de este tipo, al saltarse los procedimientos usados en otras decisiones importantes, forzando la transparencia que se había logrado y mantenido durante las negociaciones”, indicó el presidente de VITALIS.
Las fuertes nevadas en Europa durante la cumbre no fueron suficientes para alertar a los líderes del mundo que el clima ciertamente está cambiando, pese al clamor de los países más pobres, sobre todo aquellos más vulnerables frente al posible incremento en promedio de 2-3 grados centígrados y 80 centímetros en el nivel del mar.
Con las decisiones de esta cumbre, la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático y el Protocolo de Kioto parecen haber quedado como letra muerta, y pese al próximo vencimiento de este Protocolo en el 2012, muy pocos avances (por no decir ninguno) fueron logrados para asegurar la supervivencia del planeta.
Mucha expectativa se había generado con la presencia del Presidente Obama en la Cumbre, pues su primer anuncio público estuvo relacionado con la necesidad de actuar, dados los pocos avances a su llegada en la extensa convención de 12 días. Sin embargo, sus intentos por lograr un acuerdo que salvara la cumbre, terminaron de hundirla, con la complicidad del país anfitrión, el G-8, China y bloques importantes como la Unión Europea.
La Alianza de los Países del ALBA jugó un papel importante rompiendo el supuesto consenso de último minuto generado por 26 países que dejaron de lado a grupos importantes como el G77 más China (que agrupa a alrededor de 130 países), entre otras naciones. Sin embargo, su propuesta de reducir las emisiones en un 90% lucía muy poco probable de ser consensuada, además que países aliados en otros escenarios como Ecuador y Argentina permanecieron silentes, en tanto que naciones como Brasil, apoyaron a Estados Unidos para asegurar la recepción de fondos, lo cual presentó a América Latina desunida.
En opinión de VITALIS, “el Cambio Climático no puede ser atendido exclusivamente desde la perspectiva económica, en la cual los países más desarrollados, usualmente los mas contaminantes, armen un fondo para mitigar los efectos del calentamiento global y favorezcan las acciones de mitigación, compromisos que generalmente no son honrados”. De hecho, desde el Plan de Acción de Bali (2007) ya se habían acordado obligaciones que tendrían los países desarrollados, a las cuales deberían sumarse las acciones de mitigación, voluntarias, de los países en desarrollo. Algo sucedió en el camino de las negociaciones, y parece ser que privaron los intereses económicos sobre los técnicos y políticos.
Ahora vendrán próximas reuniones como las de México, que pudiera ser una nueva oportunidad para llegar a acuerdos. Sin embargo, sin la presión internacional, sobre todo de los países más vulnerables, nada podrá concretarse.
¿Y Venezuela qué? ¿Qué podemos hacer en el país?
La posición venezolana en la Cumbre de Copenhagen ha sido valiente, pues las deliberaciones al final de la COP 15 fueron discriminatorias y poco transparentes, y debía romperse el supuesto consenso tras 12 días de deliberaciones. Sin embargo, dentro de nuestras fronteras, es necesario reflexionar sobre aquellos aspectos que realmente nos ayuden a construir una posición y un plan de acción de país para combatir el cambio climático.
María Elisa Febres, Directora de Derecho Ambiental de VITALIS, en el marco de las V Jornadas de Derecho Ambiental y Desarrollo Sustentable realizadas recientemente en la Universidad Metropolitana, refiere algunos aspectos importantes en esta materia, que fue debatido con un centenar de expertos de distintos sectores, incluyendo a estudiantes de al menos 7 universidades, profesionales en ejercicio, organizaciones no gubernamentales y público en general.
La Directora de VITALIS indica que debe apoyarse la posición de exigir firmemente a los países desarrollados el cumplimiento de los acuerdos de Kioto, y que sean estos países los que continúen y amplíen sus compromisos, dada su responsabilidad mayoritaria en cuanto al problema. Si bien apoyamos la posición oficial que Venezuela no asuma compromisos formales internacionales de reducción de emisión de GEI (ni tampoco los demás países en desarrollo), se considera que sí deben hacerse voluntariamente los esfuerzos internos para seguir minimizando la producción de estos gases, así como para coadyuvar la captación de Carbono como una respuesta ética al problema.
Asimismo, los expertos reunidos en el referido encuentro compartieron la posición oficial de promover el uso más limpio de las energías fósiles, pero ello debe ir acompañado de una política de promoción de la innovación en materia de energías renovables y tecnologías alternativas. Esto implica la necesidad de redireccionar las inversiones del país en el tema energético.
En cuanto a la posición nacional frente al Mecanismo de Desarrollo Limpio, los asistentes a las V Jornadas de Derecho Ambiental consideraron que deben ajustarse, lo cual pudiera hacerse proponiendo la incorporación de procedimientos que lo limiten, aseguren su cumplimiento eficaz y no permitan desviar el objetivo del convenio de reducir efectivamente las emisiones. En todo caso Venezuela podría fomentar el análisis y la reflexión sobre el MDL de modo de convertirlo en una herramienta más adecuada, sin propender a su eliminación, sino más bien a establecer limitaciones, a fin de conseguir mayor apoyo de otros países en las negociaciones y al mismo tiempo aprovechar para Venezuela las oportunidades que el mecanismo pudiera derivar.
Asimismo, Venezuela pudiera tomar ventaja de las potencialidades que tiene para el secuestro e inyección de CO2 en sus yacimientos de petróleo y gas natural. Para ello, es importante que nuestro país promueva la inclusión de este tipo de proyectos en el marco de las negociaciones como medida de mitigación al cambio climático.
Asimismo, es importante resaltar el tema de la agricultura, que casi no fue discutido en Copenhagen, sea incluido en futuras negociaciones y con mayor responsabilidad. Para ello se debe reconocer, de manera clara y explícita, el papel esencial que la diversidad de cultivos desempeñará en todo lo relativo a la adaptación.
En cuanto a la legislación venezolana, el problema mayor es su falta de aplicación y no la inexistencia de normas (pues tenemos muchas). Sin embargo, es necesario que estos textos jurídicos se actualicen, de modo que incorporen las preocupaciones sobre el cambio climático. Esta actualización es básica en un Estado de Derecho, en el que las obligaciones o prohibiciones a los particulares deben tener base legal o reglamentaria.
VITALIS recuerda asimismo que “la Ley de Gestión Integral de Riesgos da un plazo de un año, que se cumple en enero de 2010, para elaborar las directrices del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático”, por lo que es importante estar atentos al cumplimiento de este compromiso.
Uno de los principales problemas identificados -mencionado reiteradamente- ha sido la falta de conciencia (desde el punto de vista individual y público) sobre las consecuencias de las actividades humanas y cómo éstas inciden en el cambio climático, lo que no facilita la asunción de responsabilidades a través de cambios de conducta concretos. Por lo tanto es necesaria una política educativa al respecto, incluyendo la realización de campañas permanentes, y la implementación de esfuerzos educativos a través de medios masivos de comunicación. Debido a los impactos del Cambio Climático en todos los ámbitos de la vida y particularmente en el desarrollo, VITALIS resaltó el rol que las universidades deben jugar en esta materia, actualizando los programas de estudio, e incorporando la problemática del cambio climático en todas las facultades.
Finalmente, VITALIS destaca la necesidad de abordar el cambio climático mediante la integración de esfuerzos entre el sector académico, las empresas, las ONG y las instituciones públicas, con la activa participación de todos los sectores de la sociedad.