Por Biol. Diego Díaz Martín, Presidente de VITALIS
Diversos grupos ecologistas han alzado su voz para protestar sobre el estado actual del Embalse de La Mariposa, cuyo espejo de agua se encuentra comprometido en un porcentaje importante por el crecimiento incontrolado del Lirio de Agua, también conocido como Jacinto o Bora (Eichhornia crassipes).
Ante tales denuncias, las autoridades ambientales del país han manifestado que esta planta es beneficiosa y, palabras más palabras menos, “no hay por qué preocuparse”.
La Bora siempre ha estado presente en este embalse, y en diversos momentos de su historia se ha visto más o menos cubierto por esta planta que crece de manera acelerada en su superficie, probablemente debido al afloramiento de nutrientes dentro del cuerpo de agua o proveniente de fuentes externas.
Considerada como una especie invasora por algunos especialistas, y originaria de Sudamérica, la Bora tiene propiedades descontaminantes, pues diversos estudios científicos han demostrado su capacidad para la remoción de bacterias coliformes, fósforo, nitrógeno, carbono y plomo. Sin embargo, el que tenga esta función no la hace inocua ni recomendable.
Bajo ciertas circunstancias la Bora se transforma en una especie eutrófica (crecer incontroladamente por abundancia de nutrientes), creando una barrera en la superficie de los cuerpos de agua que imposibilita el paso de la luz del sol al agua, interrumpiendo diversos procesos ecológicos esenciales como la fotosíntesis, afectando a la biota acuática, la producción de oxígeno y la fijación de carbono; todo ello sin mencionar los efectos para la pesca y el transporte fluvial o lacustre.
La Bora puede ser beneficiosa si se maneja apropiadamente. Sin embargo, si su crecimiento es descontrolado, probablemente se torne perjudicial, por lo que se hace necesario removerla mecánicamente (sin romperla ni triturarla porque puede disparar su reproducción). Esta acción, vale decir, es recomendable durante su etapa de floración, en la que se ha demostrado que su biomasa no crece y se mantiene estable.
Otro mecanismo de control de la Bora pudiera ser el biológico, utilizando insectos parecidos a los famosos gorgojos de los alimentos, llamados curculiónidos (Neochetina eichhorniae y N. bruchí),así como la polilla Pyralida taladradora del tallo (Sameodes albiguttalis )
El descuido en el manejo de la Bora también representa pérdidas económicas, pues resulta mucho más costosa la inversión para removerla, una vez que su crecimiento abarca grandes superficies, inversión que de seguro será mucho mayor a la necesaria en un sano mantenimiento y control que se realice con regularidad, y sobre todo, responsabilidad.
Investigadores de la FAO como Deny y Petierse clasifican a la Bora como una maleza acuática. ¿Por qué será?
Por donde se le mire, a nadie conviene que la bora crezca de manera incontrolada. La vida del embalse pudiera comprometerse, así como la calidad del agua que almacena y la biota que convive en el.