Por Diego Díaz Martín, Presidente de VITALIS
Diversos Parques Nacionales y Refugios de Fauna Silvestre están siendo invadidos por cientos de familias, quienes ignorando la especial sensibilidad de estos ambientes, destruyen a su paso invalorables parajes naturales en procura de un techo para vivir. Lo triste de esta historia, es que lejos de ser sostenible, estos “ocupadores espontáneos” deberán abandonar prontamente estos lugares, pues además de estar debidamente protegidos por la ley, su objetivo es garantizar la conservación de animales, plantas y paisajes únicos en nuestra geografía.
Los invasores de un Parque Nacional o un Refugio de Fauna Silvestre podrían ser sancionados con multas de cinco millones doscientos mil Bolívares.
Zulida Martínez, cuenta de sus pericias para instalarse en “un área llena de matas”. La acompañan su concubino, una hermana y tres hijos. “Llegamos de noche, y poco a poco fuimos construyendo el ranchito. Había mucho monte, pero ya lo limpiamos todo”. Lo que Zúlida no sabe es que su permanencia en esta área deberá ser breve, pues su vivienda, además de riesgosa, la construyó dentro de un Parque Nacional.
María Pérez es otro ejemplo. Recientemente se casó y decidió tener su primer hijo. Por eso se aventuró a invadir un “peladero de chivos” ubicado cerca de donde vive su mamá. Ella si notaba la existencia de letreros que advertían la prohibición de construir viviendas, pero su necesidad era mayor que su capacidad de entendimiento. De allí que en tres días, y con la ayuda de su hermano, edificó una vivienda dentro de un Refugio de Fauna Silvestre.
La escena se repite en parques nacionales tan distantes como Henri Pittier y El Avila en la parte norte del país y en Tapo Caparo, en la región andina. Los Refugios de Fauna Silvestre tampoco escapan a este fenómeno; decenas son las casas que poco a poco se han venido replicando en el Refugio de Fauna Cuare en el Edo. Falcón, pese a los esfuerzos de algunas autoridades por evitarlo.
El riesgo de una invasión
El problema es tan grave que ya algunas organizaciones conservacionistas y autoridades gubernamentales han comenzado a alertar sobre la situación. No se trata solo de los recursos naturales que se pierden con las invasiones, sino de los riesgos a los cuales se exponen los hombres y mujeres al instalarse en los cauces de los ríos, o exponerse a zoonosis, enfermedades que pueden afectar a los seres humanos y existen y se perpetúan en ambientes silvestres.
La falta de vigilancia debido a las limitaciones presupuestarias, exacerbadas supuestamente por algunas declaraciones políticas, ha hecho que hombres y mujeres ignoren estos riesgos, y hasta la propia ley, y se lancen a conquistar márgenes de corrientes de agua y laderas, que poco a poco les colocan en un abismo hacia su propia destrucción. Después de todo, al crecer los ríos arrastrarán todo a su paso, como lo han hecho en los últimos quinientos años de su existencia.
Por otro lado, las condiciones eminentemente salvajes de las áreas naturales protegidas, donde sobreviven especies silvestres adaptadas a esos medios, facilitan la proliferación de decenas de insectos y mamíferos vectores, que pueden transmitir desde la malaria, el mal de chagas y el paludismo, hasta la rabia.
La verdadera razón de las Áreas Protegidas
Las áreas naturales protegidas han sido creadas para salvaguadar los recursos naturales que en ellos se encuentran.
En el caso de los Parques Nacionales, se busca preservar muestras de los ambientes y paisajes más relevantes del país, proteger los recursos genéticos y los procesos ecológicos inalterados y preservar valores escénicos, geográficos o geológicos únicos o excepcionales. Asimismo, promueven la conservación de lugares y objetos del patrimonio natural, proveen oportunidades para la educación, la investigación científica y la recreación, además de conservar la producción de agua.
Sobre este último punto, un claro ejemplo lo encontramos en los parques nacionales Guatopo y Macarao, los cuales garantizan el suministro de este vital líquido para la ciudad de Caracas y zonas circunvecinas. Allí vale preguntarse como aquella famosa tienda.. ¿qué sería de nuestra ciudad, si no existieran estos parques?.
Por su parte, los Refugios de Fauna Silvestre han sido creados oficialmente para proteger la fauna silvestre y/o acuática y sus hábitats, principalmente de aquellas que se consideren en peligro de extinción, ya sean residentes o migratorias. De igual forma, proveen oportunidades para la investigación científica y la educación especializada, ecoturismo y participación ciudadana.
En el caso de este Refugio, es bien conocida su importancia como atractivo turístico de la región oriental del estado Falcón. No se trata sólo de proteger y salvar lindos pájaros rozados, como los flamencos (que de por si son importantes). El punto acá es no destruir lo que permite generar un poco más del 50% de los ingresos de la región, por aporte de los visitantes que llegan a esta zona en busca de solaz y esparcimiento, atraídos por las maravillas naturales.
Evite ser multado
De acuerdo a lo establecido en la Ley Penal del Ambiente, en su artículo 58, el que ocupare ilícitamente áreas bajo régimen de administración especial o demás ecosistemas naturales, donde se incluyen las áreas protegidas anteriormente mencionadas, y alteren o destruyan la flora o vegetación, en violación a las normas sobre la materia, podrá ser sancionado con prisión de dos (2) meses a un (1) año y multa de doscientos (200) a mil (1000) días de salario mínimo. Dicho en otras palabras, un “ocupador espontáneo” de un Parque Nacional o un Refugio de Fauna Silvestre podría ser sancionado con una multa que podría alcanzar los cinco millones doscientos mil Bolívares, sin considerar los agraviantes que pudieran duplicar esta sanción hasta los 10 millones de bolívares.
¿Y cuál es la Solución?
No existe una solución mágica para estos hechos, particularmente cuando vemos los limitados recursos humanos y presupuestarios con que se manejan estas áreas.
Una alternativa factible, comprobada en otras latitudes, es la incorporación de las poblaciones locales para la defensa y conservación de estas zonas protegidas. Para ello se hace necesario que valoren la importancia de estas áreas para su propio bienestar, por lo cual los gobiernos están llamados a incorporarlas a su propio desarrollo.
Si bien es cierto que todos hemos padecido, y padecemos, la necesidad de contar con un techo propio donde vivir y criar a nuestros hijos, no es menos cierto que la anarquía no puede ser la vía para lograr tan anhelado sueño. Recordemos que la constitución bolivariana establece que todos los venezolanos estamos obligados a garantizar la conservación de nuestro patrimonio natural, base de nuestro desarrollo sostenible y el mejoramiento de la calidad de vida.
Algunas Áreas Protegidas con problemas de Invasiones
Parque Nacional Henri Pittier (Aragua y Carabobo)
Parque Nacional Sierra Nevada (Mérida y Barinas)
Parque Nacional El Ávila (Distrito Capital y Miranda)
Parque Nacional Macarao (Distrito Capital y Miranda)
Parque Nacional Terepaima (Lara)
Parque Nacional Tapo Caparo (Mérida, Barinas y Táchira)
Monumento Natural Pico Codazzi (Distrito Capital y Aragua)
Monumento Natural Laguna de Urao (Mérida)
Monumento Natural Meseta La Galera (Mérida)
Refugio de Fauna Silvestre Cuare (Falcón)
Reserva de Fauna Silvestre Sabana de Anaro (Barinas)
Dónde acudir a denunciar
Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales, Dirección de Vigilancia y Control Ambiental: (212) 483-3190 y 481-5892
INPARQUES, Dirección General de Parques Nacionales: (212) 285-4859 y 285-3592
Guardia Nacional – Dirección de Ambiente: (212) 406-3581 y 406-3586
Fiscalía Ambiental – Ministerio Público: (212) 562-2598