La decisión del gobierno nacional de promulgar, anular y luego ratificar la prohibición de fumar en lugares públicos, merece un especial análisis, habida cuenta que se trata de un problema sensible para muchas personas, tan importante para los que fuman, como para quienes como yo, no compartimos este hábito.

Múltiples son los estudios que certifican que el humo del cigarrillo es dañino para la salud, gracias a los 4000 productos químicos conocidos que contiene, de los cuales como mínimo 250 son nocivos, 50 de ellos cancerígenos para el ser humano. Imagínense Uds. lo que significa entonces exponer el organismo a este peligro veneno diariamente, o en múltiples oportunidades un mismo día.

Por ello a nivel internacional, bajo el liderazgo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y sus oficinas regionales, se emprendieron diversos esfuerzos para lograr una Convención que basada en pruebas, reafirmara el derecho de todas las personas al máximo nivel de salud posible. Fue así como el 21 de mayo de 2003 se aprobó el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (CMCT OMS) que entró en vigor el 27 de febrero de 2005. Hoy en día es uno de los acuerdos más ampliamente adoptados en la historia de las Naciones Unidas y hasta la fecha 172 países lo han suscrito, y un alto porcentaje, lo ha venido implementando.

En el marco de este compromiso, Venezuela no podía quedarse atrás, por lo que la decisión de prohibir fumar en lugares públicos tenía que llegar tarde o temprano, aunque para algunos expertos llegó demasiado rápido, en tanto que para otros, un poco tarde.

Un fumador quizás no se de cuenta, pero el humo de tabaco en espacios cerrados es inhalado por todos, fumen o no, quedando expuestos a los efectos nocivos que conlleva. Tan grave es el problema, que cifras de la OMS indican que casi la mitad de los niños del mundo, respiran aire contaminado por humo de tabaco de sus padres, familiares y/o desconocidos.

Los efectos del humo de Tabaco han sido ampliamente documentados por los especialistas, y no sólo para quienes activamente consumen cigarrillos o pipas. De hecho, los fumadores pasivos adultos, quienes no fuman pero respiran ese humo, pueden presentar graves enfermedades cardiovasculares y respiratorias, entre ellas la cardiopatía coronaria y el cáncer de pulmón, en tanto que los niños pudieran verse afectados por el síndrome de muerte súbita durante su etapa lactante, así como nacer con bajo peso.

Por todo lo anterior en VITALIS aplaudimos la decisión gubernamental de prohibir fumar en lugares públicos, pues ni la ventilación, ni la filtración, ni ambas combinadas en espacios interiores, pueden reducir la exposición al humo de tabaco.

Sin embargo, hay que tener presente que una declaratoria no basta, aunque es un paso importante. Hacen falta tomar acciones paralelas que lleven a educar a la ciudadanía sobre los efectos del mismo para su salud, a señalizar y hacer respetar los lugares libre de humo de tabaco, a restringir su venta en lugares como centros de estudio, hospitales y clínicas, y decenas de otros sitios que tengan alta afluencia de personas. Asimismo, es importante ayudar a quienes fuman con métodos que les permitan cumplir la misión de abandonar este hábito, pues por experiencias cercanas sabemos que no es fácil, pero tampoco imposible; por el contrario, quienes han logrado superarlo hoy día se sienten muchísimo mejor y no pierden dinero dañando su salud.

Ahora nos toca vigilar de cerca su cumplimiento, confiando en que las  autoridades ejerzan acciones ejemplarizantes que permitan evitar la mortalidad, morbilidad y discapacidad asociada al cigarrillo. Asimismo todos, sin excepción, debemos cooperar para que la medida sea exitosa. ¿Quién no quiere que un ser querido que fume, viva por mucho tiempo más?

Diego Díaz Martín, Presidente de VITALIS

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