Por Lenín Carranza Torruco (*)
La Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) promueve la estructuración del pensamiento buscando el bien común y la autosuficiencia, a través de una educación inclusiva de calidad a largo plazo. Su propósito es desarrollar habilidades y valores deseados, produciendo cambios intelectuales, emocionales y sociales en la humanidad.
La educación para la sustentabilidad permite a los jóvenes adquirir conocimientos, actitudes, motivaciones y competencias que favorecen la construcción de la conciencia ecológica, otorgando una percepción ética de la naturaleza, creando un nuevo estilo de vida a largo plazo, con comportamientos orientados hacia la sostenibilidad y la equidad.
Este tipo de conductas esperadas son la base de los Modelos de Desarrollo Sustentable de los Países de Primer Mundo como se expuso en el Informe Brundtland, resultado de los trabajos de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1987.
La educación para la sustentabilidad apenas es considerada un factor estratégico en el Objetivo 3.5 del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018.
Al respecto, entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México registra una de las proporciones más bajas de estudiantes matriculados de entre 15 y 19 años de edad, por lo que resulta necesario considerar las externalidades de los Grupos de Interés: Como el tamaño de la población, la dispersión geográfica, la diversidad cultural y las condiciones socioeconómicas, cuantificables a través de indicadores de gestión.
Nuestra ventaja radica en aprender de la experiencia de los demás, empezar ahora mismo y hacer algo mejor, con una visión del futuro que deseamos y está en nuestras manos preparar para nuestros hijos.
(*) Ingeniero Industrial Químico, lctorruco@gmail.com,