(*) Por Diego Díaz Martín
Con la muerte del Papa Francisco, el mundo reflexiona sobre su legado. Más allá de dogmas o controversias, deja una huella profunda en creyentes y no creyentes. Entre sus contribuciones, una resuena con fuerza en este siglo marcado por la crisis climática: su defensa apasionada del planeta como casa común. En tiempos de escasez de voces morales con autoridad global, denunció el deterioro ambiental como síntoma de una crisis más amplia, ética y espiritual. Por eso, muchos se preguntan hoy: ¿fue un profeta ambiental del siglo XXI?
En 2015, en un contexto de crecientes tensiones políticas, desigualdades sociales y una crisis ecológica cada vez más visible, sorprendió al mundo con la Encíclica “Laudato Si”. Con un lenguaje claro y directo, declaró que proteger la Tierra es un deber moral y una responsabilidad compartida por toda la humanidad, sin distinción de credos ni fronteras.
Con una mirada profundamente humana, abordó temas críticos como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, el consumo desmedido y las injusticias sociales. Su propuesta de una “ecología integral” hizo eco en muchos de nosotros que trabajamos por el ambiente, al conectar lo ambiental, lo social y lo espiritual en una misma visión, más allá de lo económico. Para él, la crisis ecológica no era sólo técnica; era también ética, cultural y espiritual. Como él mismo escribió: “No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental.” Esa frase aún resuena como una brújula para entender los desafíos de nuestro tiempo.
Su voz, aunque incómoda para algunos sectores políticos, logró poner el cuidado del planeta en el centro del debate global. Cuestionó modelos económicos basados en la explotación sin límites, e interpeló a líderes y ciudadanos a actuar con responsabilidad y compasión. Fue, en muchos sentidos, valiente. Incomprendido a veces, pero la mayoría de las veces coherente con sus principios.
Es oportuno recordar que no fue el primero en hablar del tema. Juan Pablo II ya había advertido sobre la necesidad de una conversión ecológica, y Benedicto XVI fue apodado por algunos como “el Papa verde” por su compromiso con la sostenibilidad. Sin embargo, Francisco llevó el tema a otro nivel: articuló un mensaje integrador, convocó a científicos, movilizó a comunidades religiosas y despertó la conciencia ecológica de millones de personas.
Hoy, su legado verde se refleja en programas educativos, políticas públicas y movimientos ciudadanos inspirados en “Laudato Si”. Su llamado sigue vigente, recordándonos que cuidar la naturaleza no es una opción, sino una forma de cuidar la vida misma.
Más allá de credos o ideologías, el mensaje de Francisco nos interpela como especie: vivir en armonía con la Tierra no es una utopía, sino una urgencia compartida. En ese sentido, quizás sí: fue un profeta ambiental del siglo XXI.
QEPD.
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(*) Biólogo, doctor en Proyectos de Ingeniería y presidente-Fundador de Vitalis. Profesor universitario y creador de contenidos sobre sostenibilidad, ambiente y turismo. www.linkedin.com/in/ddiazmartin