La ciencia ficción se alimenta, en muchos casos, de los miedos del hombre.

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En lo que corresponde a la parte ambiental, desde que se habla de Calentamiento Global y Cambio Climático, han surgido producciones cinematográficas que muestran un futuro apocalíptico para la humanidad, siendo la solución más expedita conquistar otros planetas o la conformación de colonias aisladas que sobreviven en una muy acabada Tierra.

Lo cierto es que hoy pareciera que la ficción pasa a convertirse en realidad, y lo que se perfilaba como un futuro lejano ya ocurre en el presente, sin necesidad de los efectos especiales de la magia del cine.

Recientemente leí -con mucho asombro y dolor- sobre la medida que han tomado en la ciudad china de Beijing ante la alarmante contaminación del aire: transmitir el amanecer en una pantalla gigante. Mi entendimiento no alcanza para darle sentido a la real y triste noticia, pues entre tantas cosas hermosas que nos regala la naturaleza, considero que el amanecer está en los primeros lugares. Es bueno recordar que esto no sólo sucede en Beijing; en Shanghái han tenido que suspender, en varias oportunidades, el normal desenvolvimiento de las actividades cotidianas como transporte, construcción y todo lo que implique respirar al aire libre se detiene en función del alza en los niveles de contaminación, que llegan a ser hasta cuarenta veces más de lo que la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda.

Verdaderamente no concibo el día a día usando una máscara para asegurar que mi expectativa de vida no disminuya -en el mejor de los casos- en 5 años.

Pero el problema no se limita a la geografía asiática. Simultáneamente científicos alrededor del mundo identifican ciudades que rozan los mismos alarmantes niveles de contaminación, figurando la comuna de Temuco y la ciudad de Santiago de Chile, en Chile, Monterrey y el D.F. en México, que cabe destacar sólo tuvo tres días de aire limpio en el 2013 según el reporte del SIMAT (Sistema de Monitoreo Atmosférico), y ciudades de una lista que se llena con países como Mongolia, Botsuana, Pakistán, Senegal, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos e Irán, en donde la muerte por contaminación es ya una causa en ascenso, según el Clear Air Institute (Instituto del Aire Limpio), apoyado en cifras de la OMS.

Y aunque Ud. no lo crea, como reza esta famosa frase, en nuestra geografía también hay signos de deterioro.

A finales del año pasado fue publicado un artículo en un rotativo nacional donde se hablaba de cifras oficiales del MinAmb que identificaban a Caracas, Maracay, Valencia, Barcelona, Puerto La Cruz, San Cristóbal y Maracaibo como las ciudades más contaminadas de Venezuela, siendo esta última la primera en la lista. Resulta que Maracaibo triplicó el registro de contaminación en sólo tres años, pasando de 86,7 a 254,4 microgramos de partículas suspendidas por cada metro cúbico de aire, según cita la fuente, lo que a decir verdad me indigna como zuliano y ambientalista.

¿Por qué abrumarlos con cifras y un enfoque negativo? La razón es la que me llevó a escribir estas líneas: no quiero vivir en una ciudad donde tenga que ver el amanecer en una pantalla a mitad de una plaza o llevar una máscara como si se tratase de un exoplaneta.

El ambiente no es ciencia ficción. Ya vemos que la situación puede hacerse muy grave, y en vez de pensar en conquistar otros espacios o peor, acostumbrarse a una terrible vida, la solución está en tomar las medidas correctivas y preventivas necesarias. ¿Y de quién depende? De todos.

La Sociedad Civil en pleno tiene la responsabilidad de afrontar la situación de deterioro, ejerciendo Gobernanza Ambiental desde cada rincón donde podamos ser entes y generadores de cambio.

Desde usar menos el auto y plantar árboles hasta insistir con nuestros líderes políticos, tenemos en nuestras manos el futuro de nuestra seguridad ambiental, que también se traduce en seguridad para muchos otros aspectos de la vida. El futuro es hoy.

Alonso Lizaraz
Coordinador del Capítulo Zulia de VITALIS
@ajlizaraz

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Organización ambientalista internacional
sin fines de lucro