Los ríos Cuyuní y Esequibo delimitan una extraordinaria porción del macizo Guayanés, conformada por alrededor de 159.500 km2 que encierran recursos naturales estratégicos, y que ha sido motivo de reclamaciones por parte de Venezuela desde el año 1966, aunque la República de Guyana (ex colonia británica) lo administra sin ningún tipo de restricción.
Con características propias de los suelos más antiguos del planeta, esta región posee extraordinarios recursos forestales, fundamentalmente en las tierras altas, que suelen ocupar más de ocho millones de hectáreas, con gran variedad de animales y plantas, aunque algunas regiones carecen de estudios científicos que permitan cuantificar con precisión sus índices de biodiversidad.
Algunos autores dividen su geografía en 4 regiones, determinadas por su conformación físico natural: Zona costera (desde Punta Playa hasta la desembocadura del río Esequibo), Zona Intermedia (territorio comprendido entre 30 y 120 m.s.n.m., Pacaraima (cordillera que ocupa gran parte del territorio Esequibo, fundamentalmente cubierto de bosques) y la Zona de Sabanas y Montañas del Sur (conformada por las sabanas de Rupununi).
Su hidrografía es amplia y abundante, con ríos que pueden llegar a medir hasta 1000 km en longitud, como el Esequibo, y deltas que drenan al Atlántico, con gran influencia en la productividad pesquera. Algunos de ellos con potencial navegable, confieren al área un potencial para el aprovechamiento racional de sus recursos naturales, siempre y cuando se maneje con criterios de sustentabilidad, protegiendo lo que debe mantenerse a perpetuidad, y aprovechando lo utilizable, con apego a criterios de conservación, y bajo impacto ambiental negativo.
Entre los minerales del esequibo se encuentran la bauxita, el oro, los diamantes y el manganeso, aunque se sospecha de importantes reservas de uranio, petróleo y gas natural, algunos ya sujetos a planes de exploración y/o aprovechamiento por trasnacionales.
Destaca el potencial agrícola existente al norte de la región, que abastece a la población del país principalmente concentrado en este eje que no supera el 15% del territorio, así como su potencial acuicultor.
Desde VITALIS instamos a las autoridades de Venezuela a sincerar su posición diplomáticamente, frente a esta histórica reclamación, y a demostrar con acciones ejemplarizantes, las intenciones de no ceder la administración de este territorio a un país que aprovecha sus recursos naturales a espaldas de los acuerdos en negociación y los litigios.
De ceder a las pretensiones de la República Cooperativa de Guyana, Venezuela no sólo estaría perdiendo recursos forestales, hídricos y mineros, sino estaría permitiendo el incremento del efecto de borde por presiones negativas que puedan derivarse de un aprovechamiento insustentable de los recursos naturales en el vecino país, con la inevitable afectación de los frágiles espacios protegidos en nuestro territorio.