Por Alejandra Padrón, VITALIS
Muchos de los productos de limpieza que usamos en nuestro hogar pueden resultar peligrosos, pues pese a cumplir con su función limpiadora y antiséptica, contienen ingredientes que pueden ocasionar daños a la salud y al ambiente cuando son empleados en forma inadecuada.
Teresa Paredes es un ama de casa. Cada quince días se arma con limpiadores, desinfectantes y detergentes para cumplir con las labores del hogar. Le preocupa la salud de su familia, sin embargo nunca lee las etiquetas y casi siempre termina excediéndose. Sin saberlo, al no seguir las instrucciones de uso, puede ocasionarle un problema a sus seres queridos.
Pero Teresa no es la única responsable. Muchas de las etiquetas de los productos de limpieza no incluyen suficiente información sobre la composición del producto y sus riesgos para la salud. Normalmente no señalan la totalidad de los ingredientes con los que están hechos, y en ocasiones, sólo se limitan a indicar el porcentaje de “ingredientes activos” e “ingredientes inertes” que contienen, lo cual no suele decir nada.
Especificar el nombre de las sustancias que componen estos productos resulta vital en los casos de producirse envenenamiento por ingerir accidentalmente alguno de ellos, ya que en estas situaciones es común que el médico solicite la etiqueta para identificar rápidamente el tipo de tratamiento a aplicar según la sustancia que se halla ingerido. Asimismo es esencial que se informe en relación a la forma de usarlo y qué hacer en caso de accidentes.
Es importante destacar que los llamados ingredientes “inertes” no necesariamente son inofensivos, si bien suelen ser sustancias no tóxicas como el agua, no siempre es el caso. Existen más de 1.000 ingredientes inertes que se agregan a productos de limpieza que los hacen más o menos concentrados y aunque éstos no sean activos, en el sentido de que por sí mismos no eliminan el sucio, muchos pueden ser tóxicos o causar problemas ambientales. Sucede lo mismo con los llamados ingredientes activos, sustancias presentes en los productos, que realizan el trabajo que se anuncia, por ejemplo en muchos limpiadores de hornos el ingrediente activo lo representa el hidróxido de sodio o sosa cáustica el cual es el encargado de disolver la grasa.
Por cierto, que este último representa un claro ejemplo de un producto doméstico que merece especial atención ya que es muy común que usemos en nuestras casas limpiadores de hornos y destapadores de tuberías que usualmente contienen sosa cáustica, conocida comúnmente como lejía, sustancia que puede irritar, quemar o destruir un tejido, y producir daños de quemadura en ojos, piel, membranas mucosas, boca, garganta, esófago y estómago. Al igual que actúa “eliminando” la grasa de las hornillas de nuestra cocina o de nuestro horno, puede disolver las grasas y proteínas en la superficie de las células de nuestro cuerpo. De todos estos riesgos, el daño a los ojos es posiblemente el más grave, que ocurre generalmente por contacto con el líquido y puede ser inmediato. Entre los daños posibles destacan la ceguera total o quemaduras de la córnea.
Manipulación Peligrosa
El desconocimiento es tal que en diversos lugares resulta común observar a los empleados de las tiendas manejando estas sustancias sin ningún control, como sucedió al momento de realizar este artículo, cuando un joven limpiaba una exprimidora de naranjas en un supermercado, usando productos limpiadores de grasa que contienen lejía, directamente en la zona donde cae el líquido, y sin ningún tipo de precaución.
Es fundamental que nos transformemos en constantes supervisores y reclamemos un mayor control por parte de las autoridades competentes sobre los llamados productos de uso doméstico, exigiendo el uso de etiquetas que especifiquen cada uno de los ingredientes que contienen, la forma de usarlo y qué hacer en caso de accidentes, con el objeto de prevenir posibles peligros en los consumidores.
Asimismo es importante que todos demandemos un estricto seguimiento de las normas de higiene en la manipulación de alimentos, especialmente sobre aquellos elaborados sin una efectiva vigilancia, ya que muy posiblemente sea una práctica más común de lo que parece, con las posibles consecuencias sobre nuestra salud.
¿Qué podemos hacer?
Recordemos que de nosotros los consumidores depende si un producto permanece en el mercado o desaparece. Debemos informarnos apropiadamente para no poner en riesgo a nuestros familiares, y así, contribuir al mejoramiento de nuestro entorno familiar y nuestro ambiente.
Recomendaciones que pueden serle de gran utilidad a la hora de realizar sus compras:
- Lea la etiqueta de los productos antes de comprarlos y rechace aquellos que no especifiquen cada uno de los ingredientes que contiene, instrucciones acerca de su uso y cómo proceder en caso de accidente. No se conforme con las etiquetas que se limitan a colocar el porcentaje de ingredientes activos e ingredientes inertes.
- Prefiera en el caso de los limpiadores de hornos y destapadores de tuberías aquellos que no contengan sustancias cáusticas o “fuertemente irritantes”. Si ello no es posible, use los productos teniendo el cuidado necesario en estos casos, empleando utensilios de protección como lentes, mangas largas y guantes.
- Asegúrese de aplicar estos productos con una ventilación constante.
- El hidróxido de sodio es una sustancia muy resbaladiza, así que un derrame del líquido puede ocasionar caídas, por ello deben secarse cuidadosamente.
- Manténgalos fuera del alcance de los niños, en lugar seguro y en su envase original ya que al traspasar el producto a un envase diferente puede ocasionar que se desconozca qué tipo de líquido contiene, y ocasionar que se use inadecuadamente aumentando el riesgo de accidentes.
- No aplique estos productos cerca de los alimentos para evitar su contaminación.
- En general a la hora de comprar productos de limpieza prefiera aquellos biodegrabables es decir los que puedan ser transformado por organismos vivos en sustancias menos dañinas para el ambiente.
- Jamás mezcle distintos tipos de limpiadores, ya que ello puede dar como resultado diversas reacciones peligrosas; no se arriesgue. Por ejemplo, mezclar productos que contienen amoníaco, con aquellos que contengan cloro, produce gases tóxicos que penetran y pueden ocasionar daños a los pulmones.
- Asegúrese de que el personal de servicio tome las precauciones anteriores.
- Comparta sus conocimientos con los demás.