Por Diego Díaz Martín, Presidente de VITALIS
Un poco más del 80% de la basura que se genera en Venezuela permanece expuesta en nuestras ciudades, cuyas consecuencias palpamos directa o indirectamente sobre nuestra salud, con una marcada afectación del paisaje urbano.
En el análisis “Situación Ambiental de Venezuela en el año 2.000” desarrollado por VITALIS a finales del pasado año, quedó evidenciada la creciente preocupación de los especialistas en torno al problema: alta capacidad de generación de desperdicios, limitada conciencia de la población en torno al problema, sistemas de reciclaje subutilizados, colapsados o inexistentes y deficiente gestión de las autoridades. Después de todo, gerenciar residuos sólidos no es sólo disponer de sistemas masivos de recolección y disposición final de desperdicios. Gerenciar la basura es incidir positivamente en la solución de un problema ambiental que afecta directamente a toda la ciudadanía.
Muchos han sido los intentos para disponer apropiadamente la basura, entre ellos encontramos los rellenos sanitarios y los botaderos de basura. Los rellenos sanitarios constituyen una alternativa basada en criterios ambientales de ingeniería y normas operacionales específicas que procura el confinamiento de basura – principalmente domiciliaria – bajo capas cubiertas con materia inerte, generalmente tierra, el cual posee diversos subsistemas que comprenden desde el manejo de los residuos y los lixiviados hasta el tratamiento de los gases. Por su parte, los botaderos de basura constituyen una forma inapropiada de disposición de los desperdicios, los cuales permanecen expuestos a la intemperie, con la subsequente proliferación de transmisores de enfermedades tales como moscas, cucarachas y roedores, todo ello sin sumar la cada vez más evidente proliferación de zamuros, quienes cebados por la exposición de material orgánico, se reproducen sin control.
Lejos de una situación ideal, en Venezuela, algunos rellenos sanitarios son en realidad botaderos de basura. ¿Las evidencias?: hombres y mujeres que deambulan escarbando los residuos, aguas superficiales y subterráneas que se contaminan, deterioro del paisaje, degradación del suelo y contaminación del aire por malos olores y quemas aisladas. La situación se complica toda vez que los encargados del manejo de tales instalaciones, no siempre cuentan con el equipamiento básico necesario lo cual puede atentar directamente contra su salud.
La solución, lejos de ser mágica, debe ser integral: disminución de la generación de desperdicios, reciclaje y reutilización desde la fuente hasta la disposición final, tratamiento a diferentes niveles para disminuir la concentración de residuos sólidos en los rellenos, y disposición controlada, con todas las consideraciones ambientales pertinentes.
La línea divisoria entre un relleno sanitario y un botadero de basura algunas veces luce difusa. No permitamos que su concepción y diseño, por un descuido técnico o gerencial, los convierta en sinónimos de desidia.