(*) Por Nieves Dácil Hernández Lorenzo
El crecimiento acelerado de las energías renovables es una gran noticia para el planeta, pero también plantea una pregunta incómoda: ¿podría este auge convertirse en una nueva burbuja? Esta surge cuando la expansión y las inversiones superan la capacidad real del sistema eléctrico y la sociedad para absorberlas, priorizando proyectos sobre análisis profundos de necesidades reales a largo plazo.
Causas globales de la burbuja verde
Políticas de incentivos generosos, como subvenciones, primas y beneficios fiscales, han atraído capital masivo al sector renovable, pero a menudo no existen planes integrales para conectar estas fuentes al sistema eléctrico global.
La presión mundial por descarbonizar ha canalizado fondos hacia retornos rápidos y en alineación con políticas ESG (ambientales, sociales y de gobernanza), acelerando el crecimiento de estos proyectos. Sin embargo, la falta de inversiones paralelas en redes de distribución y almacenamiento ha generado “vertidos” de energía no consumida, revelando desequilibrios estructurales.
Consecuencias económicas, ambientales y sociales
Este auge trae beneficios, pero también retos serios. Caídas bruscas en la rentabilidad y los paros en instalaciones provocan desempleo y pérdidas en empresas que dependen de subsidios, mientras cambios regulatorios erosionan la confianza inversora.
Ambientalmente, el desarrollo desordenado de proyectos, afecta la biodiversidad y los paisajes; socialmente, se generan conflictos locales por falta de consenso, ralentizando así la transición.
España: liderazgo con luces y sombras
Según datos de Red Eléctrica de España (REE), durante 2024, la generación renovable alcanzó el 56 %, el nivel más alto registrado, aunque también se reportaron picos de vertido solar por falta de almacenamiento suficiente.
El país muestra todos los síntomas de una posible burbuja:
- Crecimiento instalado por encima de lo planificado, pues la energía fotovoltaica y la eólica superaron en hasta un 85% y 27%, respectivamente, los objetivos nacionales del Plan Nacional de Energía y Clima.
- Vertidos de la energía renovable no utilizada debido a la saturación en las horas de mayor generación solar.
- Tensiones sociales y territoriales ya que muchas comunidades critican la falta de planificación y el impacto paisajístico y rural de grandes parques renovables instalados sin consenso.
- Desconfianza e inestabilidad en el sector debido a la incertidumbre regulatoria por los cambios en primas y subastas.
Cómo evitar una crisis de las renovables
Una transición exitosa exige planificación estratégica pública a mediano y largo plazo, con énfasis en redes inteligentes y almacenamiento para manejar la variabilidad renovable. La coordinación entre autoridades, empresas y ciudadanía es vital, junto a evaluaciones ambientales previas, participación local temprana y reparto equitativo de beneficios y cargas. Combinar visiones globales (acuerdos climáticos) con locales, asegura viabilidad técnica y social.
Ciudadanía informada, energía sostenible
La experiencia española ofrece lecciones para América Latina: planificar sistémicamente previene sobreinstalaciones y conflictos. La transición es colectiva, demandando transparencia y acceso a informes oficiales para una visión crítica. Apoyar innovación en almacenamiento, digitalización y redes inteligentes maximiza la eficiencia, mientras la educación forma profesionales para este motor de empleo. Solo una ciudadanía activa garantizará un futuro sostenible, justo y seguro.
Debemos estar listos para participar ¿realmente lo estamos?
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(*) Ingeniero de los Recursos Naturales Renovables. Experta en gestión de proyectos, desarrollo sostenible y medio ambiente. Facilitadora de procesos en el marco del desarrollo sostenible. Líder Global de Vinculación y Sostenibilidad de Vitalis. Contacto: https://www.linkedin.com/in/nievesdacilhernandez/
