En Venezuela somos “pobres ricos, con un extraordinario potencial para desarrollarnos en forma sostenible, pero con una contradictoria incapacidad para generar riqueza”. Esta es la visión de la organización no gubernamental VITALIS en torno a la relación pobreza y ambiente, a propósito de la celebración del día mundial de la pobreza

En opinión de MaryCarmen Sobrino, Vicepresidente de VITALIS, “no hemos sido capaces de transformar nuestra riqueza natural en pro de la mejora de nuestra calidad de vida, pese a que contamos con una diversidad de recursos naturales renovables o no, que manejados y no simplemente explotados, pudieran satisfacer las principales necesidades de desarrollo del país y más”.

Sobrino señala que “tenemos muchos recursos pero somos muy pobres, porque estamos inmersos en un esquema político estatista, donde ha prevalecido la organización política sobre la social, dejando de lado las capacidades de los individuos y a las comunidades como principales motores y protagonistas del desarrollo”.

Por su parte, Diego Díaz Martín, Presidente de VITALIS, señala que “la pobreza es también es una consecuencia del deterioro ambiental, y no sólo una causa, como algunos voceros nacionales e internacionales han asegurado durante la cumbre”. En su opinión, “el índice de la calidad de vida disminuye con el deterioro ambiental, con la correspondiente depreciación de la salud, la aparición de enfermedades otrora erradicadas y la degradación del agua, el aire y los suelos para la producción”.

Díaz Martín señala que “muchos países de América y Europa no superan a Venezuela en el enorme potencial de riqueza que albergan sus recursos naturales, siendo el décimo país en el mundo con mayor diversidad de animales, plantas y ecosistemas, sin mencionar el potencial forestal, minero, pesquero y ecoturístico que posee”. Sin embargo, “somos incapaces para generar tanta o más riqueza que muchos de esos países y cada día somos más pobres”, concluyó.

Entre los síntomas que evalúa VITALIS en la agudización de la pobreza, destacan “la falta de organización social que impulse y promueva la atención de sus propias necesidades, el centralismo del poder por parte del Estado y el secuestro de oportunidades en los que las comunidades puedan gestar y confiar su propio desarrollo sostenible”. VITALIS concluye que “no se trata de repartir lo que hay, sino de aprovechar de manera sostenible lo que tenemos”.

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